viernes, 7 de mayo de 2010

82) BOMBAS PSICOLÓGICAS





Hace ya algún tiempo, en este blog, escribíamos un artículo sobre la importancia que en la guerra de trincheras tuvo la propaganda dirigida al enemigo (ver apartado "GUERRA DE PROPAGANDA").

En ese artículo señalábamos como la proximidad a la que muchas veces se encontraban las posiciones de los unos y los otros, y el hecho de hablar un mismo idioma, provocó, desde el principio de la contienda, un espontáneo intercambio de insultos, provocaciones, amenazas y pequeños sermones políticos con los que se intentaba influir en la moral del adversario.

Muy pronto, los mandos de cada Ejército, conscientes de que la moral de la tropa constituye un elemento fundamental para el combatiente, comenzaron a organizar de manera oficial sus propios servicios de propaganda y contrapropaganda. Con ello, se pretendía, tanto fortalecer psicológicamente a sus unidades, como influir negativamente en el espíritu del adversario.

Cada brigada republicana o regimiento nacional contó con su propia sección de información y propaganda. Estas unidades daban formación ideológica a los soldados, intentando mantener su moral alta, reforzando así, la “voluntad de vencer”. También se preocupaban de la propaganda lanzada por el enemigo, y de los efectos que ésta podía tener sobre la tropa. Todos los días, junto a los partes de novedades, los estadillos de bajas y las estadísticas del consumo de munición, se elaboraba un informe con la propaganda emitida por el enemigo. En él, se daba cuenta de todo lo que se había recibido desde las posiciones contrarias, tanto de forma oral (a viva voz o a través de megafonía) como escrita (panfletos, volatinas, etc.).

La lectura de estos partes resulta muy curiosa, porque en ellos se recogen las controversias y discusiones que se vivían en las primeras líneas de fuego: acusaciones, eslóganes políticos, informaciones de otros frentes, bulos, etc. Algunas de esas polémicas se podían alargar durante varios días (especialmente cuando trataban sobre las batallas importantes que se estaban desarrollando en otra zona) y, en algunos frentes, fue frecuente también la aparición de lo que podríamos denominar como “estrellas mediáticas”, es decir, oradores que terminaron alcanzando cierto prestigio, tanto en sus filas, como en las del enemigo, que llegaba a reclamar su intervención cuando éste faltaba.

Como es lógico, fueron muy frecuentes también los duelos dialécticos en los que dos oradores enemigos se enfrentaban verbalmente, manteniendo un intenso pulso de réplicas y contrarréplicas que la tropa seguía con atención e interés, viendo quien era capaz de manejar mejor sus argumentos y terminar desmontando los del contrario, lo que suponía una especie de pequeña victoria moral que se celebraba como si se hubiera ocupado una nueva posición.

Junto a este tipo de propaganda verbal, se utilizaba la propaganda escrita. Cientos de panfletos lanzados sobre las líneas enemigas por medio del vuelo bajo de los aviones o, más frecuentemente, por cohetes y proyectiles artilleros que, al hacer explosión, soltaban una intensa lluvia de papeles impresos. Hace poco, he dado con un pequeño surtido de este tipo de propaganda. Se trata de una serie de volatinas republicanas lanzadas contra las posiciones nacionales de la Cuesta de las Perdices en julio de 1937. Algunos de estos panfletos fueron recogidos por la sección de propaganda del sector e incluidos en uno de los informes de la 5ª Bandera de la Legión, desplegada en la zona en aquel momento.

Lo primero que llama la atención de esta documentación, es que se elaboraban panfletos específicos para cada tipo de soldado: campesinos, falangistas, requetes, legionarios, regulares… Una especie de “propaganda a la carta”. En ellos se incidía en los temas que potencialmente más podían influir en la moral de cada tipo de combatiente. Por ejemplo, en una volatina dirigida a los campesinos puede leerse.

¡CAMPESINOS! La República ha expropiado al terrateniente de la tierra que explotaba con tu sudor. El Gobierno de la República ha hecho entrega de esa misma tierra al trabajador que la cultiva.

Se ayuda a cultivarla con auxilios en dinero y semillas. Campesino: ¿Es tuya la tierra que cultivas?

Tu amo de siempre te paga por trabajarla un jornal de hambre. No siegues el grano que ha de engordar al que te explota.

A los requetes y falangistas se les habla de la invasión extranjera (italianos, alemanes, moros) que han venido a combatir a España para hacerse con sus riquezas. A la Legión se les recuerda que todos son españoles, y que luchar en contra de la República significa luchar en contra de sus propios intereses, en contra de España y en contra del pueblo, animándoles a disparar contra sus oficiales y pasarse a las filas republicanas.

Los panfletos dirigidos a los norteafricanos están escritos en árabe y, suponiendo que muchos no sabrían leer, incluyen ilustraciones con las que se les invita a volverse a su tierra. Uno de los dibujos representa lo bien que podría estar en su casa: sonriente, fumando de una shisha y tomándose tranquilamente un té moruno; el otro reproduce lo que les espera a los que vienen a luchar a España: la muerte.

También se lanzaba propaganda genérica, como para “todos los públicos”:

Napoleón llegó a tomar Madrid y fue derrotado por el pueblo español.

Hitler y Mussolini no han tomado Madrid ni lo tomarán.

El Pueblo que lucha por su independencia, por su Pan y su Libertad, aplastará a los invasores y a los traidores que les han abierto las puertas de la Patria.

¡Obreros, campesinos, empleados, militares!: Pensad de que lado está vuestro deber de españoles.

Uníos a las fuerzas de la República o ayudad desde ahí al Ejército Popular."

La fecha en que esta propaganda es lanzada sobre las líneas nacionales, julio de 1937, coincide con la ofensiva republicana de Brunete, por ello, tampoco faltan volatinas centradas en este tema. Dos ejemplos:

¡SOLDADOS DE FRANCO! Las fuerzas leales a la República han conquistado Brunete, Villanueva de la Cañada, Romanillos, Los Llanos, El Mosquito, Quijorna y otras posiciones importantes cerca de Madrid.

Las posiciones liberadas han recibido a las tropas con júbilo. Los prisioneros son tratados con cariño, y los evadidos ya luchan valientemente a nuestro lado.

La ofensiva continúa con arrojo. ¡Terminará sólo con el aplastamiento de los traidores y de los invasores extranjeros!

¡No disparéis! ¡Pasad a nuestro lado! ¡Viva la república!


¡ESPAÑOLES! A pesar de las mentiras de vuestros generales traidores, la bandera de la España libre y republicana esta bien pintada en Brunete, Quijorna, Villanueva de la Cañada, Villanueva del Pardillo y en el Castillo de Vilafranca.

¡Más de mil prisioneros cogidos, enorme material de guerra conquistado! ¡Nuestra aviación ha derribado en cuatro días de combate en el cielo de Madrid, cincuenta y seis aeroplanos rebeldes!

Nuestra ofensiva continúa, y no pasarán muchos días en que las tropas de Franco que están en los frentes de Madrid, acosadas por todos lados, estarán obligadas a rendirse o morir (…)

¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA REPÚBLICA!

El efecto que este tipo de propaganda podía tener en la moral de la tropa es difícil de precisar. En general, sería poco, pero no debe subestimarse del todo su efectividad. Una guerra civil resulta especialmente complicada a la hora de definir claramente al enemigo. A mucha gente, el estallido de la guerra le sorprendió en la zona equivocada. Otros, fueron obligados a integrarse en alguno de los dos ejércitos. Muchos, carecían del suficiente estímulo ideológico como para permanecer indefinidamente en las inmundas y peligrosas trincheras del frente madrileño.

Los desertores y evadidos estaban a la orden del día. Leyendo los informes de las diferentes unidades comprobamos como fue bastante habitual que soldados de uno y otro ejército se pasaran a las líneas enemigas, algunas veces, con equipo y documentación.

Fuera como fuese, lo cierto es que a lo largo de la guerra civil se dio una enorme importancia a la propaganda (se calcula que fueron arrojados 130 millones de octavillas). Los combatientes de primera línea, además de recibir raciones diarias de plomo y metralla, tenían que aguantar las dosis de propaganda que cotidianamente lanzaba el enemigo. Con ella, se intentaba rebajar, debilitar y destruir la moral de la tropa, creando dudas, fomentando descontentos y generando temores y desconfianzas.

Bombas psicológicas que al estallar soltaban su carga de panfletos y volatinas. Una carga que el viento iba expandiendo entre las alambradas, parapetos y trincheras del triste frente madrileño.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ


Fotografías: Algunos ejemplos de las volatinas republicanas lanzadas sobre posiciones nacionales (AGMA).

Documentación procedente del AGMA


domingo, 25 de abril de 2010

81) UNA GUERRA LARGA Y DIFICIL



CONTINUACIÓN DE "PELIGRO DE EXTINCIÓN"

En los últimos días he intentado recopilar información sobre la prospección arqueológica, realizada en octubre de 2006, en las zonas afectadas por el nuevo PGOU de Las Rozas.

Los restos que han sido incluidos en ese informe son:

Fuente del Cura (3 fortines); Vértice Cumbre (5 fortines); La Puentecilla (2 fortines); Posición Rubio (2 fortines). Total: 12 fortines.

Los interesados, podéis visitar el “Anuario de Actuaciones Arqueológicas y Paleontológicas de la Comunidad de Madrid” (sólo tenéis que pinchar encima y buscar Las Rozas en el listado de municipios).

También podéis consultar la “Memoria de las IV Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid” (páginas 35-37), celebradas en Alcalá de Henares, los días 21, 22 y 23 de noviembre de 2007. En estas Jornadas, entre otros muchos temas interesantes, se presentó un informe sobre las “Prospecciones en las zonas afectadas por la revisión-adaptación del PGOU del término municipal de Las Rozas (Madrid)”, realizadas por los arqueólogos y arqueólogas: David Urquiaga Cela, Raúl Flores Fernández, Lourdes Morales García y Sara Genicio Lorenzo.

Se trata de una mínima parte del patrimonio que de la guerra civil existe en la zona. A primera vista, este trabajo (que cuenta con algunos errores en la interpretación de los restos) puede resultar poca cosa, pero algo es algo. Nunca antes se había hecho nada parecido con respecto a los vestigios de la guerra civil en Las Rozas. Las cosas se destruían y punto. Con todas las carencias y limitaciones que esta prospección tiene, lo cierto es que supone un cambio muy importante respecto a la consideración que estos restos han tenido hasta ahora. Faltan muchísimas cosas, pero al menos, contamos ya con una base oficial sobre la que poder seguir trabajando.

En cualquier caso, lo limitado de este informe, no es tanto responsabilidad del equipo de arqueólogos que lo ha llevado a cabo, sino, más bien, de la falta de voluntad de los responsables políticos, más interesados en sacar el máximo rendimiento económico y especulativo a los terrenos, que en preservar lo que de valor histórico, ecológico o cultural puedan tener. La ley les obliga a estas cosas, pero no van a poner demasiado empeño (presupuesto, tiempo...) en algo que puede suponer un serio problema a sus proyectos inmobiliarios y urbanísticos.

Los restos documentados en el informe tienen máxima protección por parte de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad Autónoma de Madrid (Resolución de 21 de mayo de 2008). Esto quiere decir, que no se va a poder urbanizar en una amplia banda de cautela (un perímetro de 250 m en algunos casos), teniendo que respetar también las cañadas. Pero hay más, cuando se efectúen las obras de urbanización van a tener que acondicionar los fortines, señalándolos con carteles explicativos, etc.

Esta pequeña catalogación de restos, con todas sus carencias, es un enorme avance en la conservación del patrimonio de la guerra civil y, como podréis imaginar, ha debido suponer una importante modificación del Proyecto Urbanístico inicial.

Por otra parte, cuando comiencen las obras de urbanización del PGOU de Las Rozas, la CAM deberá pedir un segundo peritaje arqueológico y un control de los movimientos de tierras por parte de un arqueólogo. En ese momento, si estamos atentos, podremos aprovechar para intentar ampliar al máximo la recopilación inicial. El trabajo de catalogación de restos en la zona (aun pudiendo aparecer más cosas) lo tengo hecho desde hace tiempo (ubicación GPS, características de los restos, historia…). Solo habría que revisarlo y adaptarlo para ese fin.

Pero ojo, todo esto es la teoría. Evidentemente, un PGOU de estas características, supone un complejo y enorme conflicto de intereses de todo tipo. Una cosa es lo que dice la ley, y otra, que ésta se cumpla. Todos los restos que no han sido incluidos en el informe, son susceptibles de ser destruidos mañana mismo, puesto que, oficialmente, no existen. No es difícil imaginar las nefastas consecuencias que esto puede tener para el patrimonio arqueológico si se actúa de mala fe (algo bastante común por otra parte). Agarrándose a esa catalogación oficial, Ayuntamiento o particulares, podrían destruir el resto de cosas que no incluye el informe presentado en la CAM. Ante la posibilidad de que la catalogación oficial de restos pueda seguir ampliándose, cualquier desaprensivo puede darse prisa en borrarlos para que no obstaculicen sus proyectos urbanísticos o de cualquier otro tipo.

Por ello, todos los que estamos sensibilizados con la cuestión deberemos de estar muy atentos y preparados ante cualquier intento de agresión. Los restos de la guerra civil comienzan a tener cierta consideración y, en algunos casos, algún tipo de protección, pero, en líneas generales, siguen sufriendo un riesgo enorme. No cuentan con ninguna protección específica (que sería lo ideal). Con la Ley de Patrimonio de la CAM en la mano, podrían acogerse a alguna categoría de protección (Bien de Interés Cultural, etc.), pero el problema es que no existe una catalogación ni inventario decente de los mismos. Si no se sabe que tal resto existe, cómo se va a poder impedir su destrucción

Está claro que queda mucho camino por recorrer, pero, poco a poco, se van incluyendo algunos cambios positivos. Cambios que, muchas veces, particulares y entidades públicas se ven obligados a cumplir a regañadientes. Son muchos los intereses y el dinero que están en juego. El que un puñado de “ruinas”, pueda obstaculizar, e incluso impedir, una importante operación económica, es algo que muchos no van a aceptar de buena gana, intentando adelantarse a la posible protección que los vestigios históricos y culturales puedan recibir.

Creo que hay herramientas suficientes para trabajar en el cuidado y protección de nuestro patrimonio. Quienes nos sentimos especialmente sensibilizados con estas cuestiones, tenemos que continuar en nuestro compromiso y mantenernos activos en esta importante lucha.

Desde luego, el combate es desigual, el enemigo fuerte y la guerra larga y difícil. Pero cuantas más batallas seamos capaces de ganar, más conseguiremos preservar esta parte de nuestra Historia.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ


Fotografías: Detalle de troneras en fortines de “Fuente del Cura” y “Vértice Cumbre” (JMCM)

jueves, 22 de abril de 2010

80) VÉRTICE CUMBRE






Hoy queremos hablar de una de las posiciones más emblemáticas e importantes de Las Rozas: el Vértice Cumbre.

Situado muy próximo al cruce de la carreteras M-505 (carretera de El Escorial) con la M-851 (carretera de Las Rozas-Villanueva del Pardillo), ocupa el lugar exacto del vértice geodésico número 714. De hecho, uno de los fortines que aun existen en la zona, ha sido utilizado como base para colocar la correspondiente señal del Instituto Geográfico.

Fue ésta, una posición clave y muy disputada durante los duros combates de enero de 1937 (Batalla de la Carretera de La Coruña), cambiando de manos en diferentes momentos. Inicialmente protegida por tropas republicanas de la XXXV Brigada Mixta (antigua Columna Barceló), el 4 de enero de 1937 fue conquistada por las tropas nacionales al mando de Iruretagoyena. En el contraataque republicano iniciado el día 11 de enero de 1937, tropas de la XIV Brigada Internacional reconquistaron esta posición, que perderían de nuevo el día 16, cuando fuerzas al mando de Asensio, en colaboración con las guarniciones locales, expulsan las últimas infiltraciones republicanas en el sector (ver apartados “CONTRAATAQUE EN LA NIEBLA” y "JORNADAS DE CONTRAOFENSIVA").

Desde entonces, el Vértice Cumbre queda en poder de las tropas de Franco, pero sufrirá numerosos ataques y hostigamientos por parte de los republicanos a lo largo de toda la contienda. Sin ninguna duda, el momento más complicado para sus defensores se vivió a finales de julio de 1937, en las últimas fases de la batalla de Brunete (que como bien saben nuestros lectores se alargó desde el 6 al 25 de julio de 1937).

En aquel momento, con ambos ejércitos enzarzados durante más de quince días en una terrible guerra de desgaste, el Mando republicano buscó alternativas para descongestionar la que se conoció como “bolsa de Brunete” (Villanueva del Pardillo-Villafranca-Villanueva de la Cañada-Brunete-Quijorna). La idea era presionar sobre el saliente Las Rozas-Majadahonda, intentando romper las líneas nacionales para caer sobre su retaguardia. El primer objetivo se fijó en el Vértice Cumbre, contra el que se desencadenó un contundente ataque que chocaría con una firme y decidida resistencia de sus defensores.

Estos combates, que en palabras de J. M. Martínez Bande “no desmerecen en dureza de los que tienen lugar dentro de la bolsa de Brunete”, se desarrollaron, de manera ininterrumpida, durante casi veinte horas, provocando cientos de bajas en ambos ejércitos. El Vértice Cumbre no cayó, pero los ataques supusieron importantes modificaciones en las líneas republicanas del sector (La Cervera, La Puentecilla…).

Hace tiempo que tengo la documentación (nacional y republicana) de aquel ataque. Algún día, le dedicaré un artículo específico porque, la verdad, no tiene desperdicio y estoy seguro de que a los lectores de este blog les resultará interesante.

Es precisamente a partir de la batalla de Brunete cuando ambos ejércitos comienzan en este sector una profunda reorganización de sus líneas defensivas. Hasta entonces, el frente comprendido entre Las Rozas y el Río Perales constituía una línea discontinua, con diversos puntos fuertes distribuidos por el territorio, pero con importantes boquetes y fisuras defensivas. A partir de entonces, esta situación va a ir cambiando, desarrollándose una constante labor fortificadora que dará lugar a un sólido y bien organizado frente defensivo.

Un documento altamente secreto del I Cuerpo del Ejército Centro (Nacional), fechado el 28 de julio de 1937 (recién terminada la Batalla de Brunete), emite una Orden General a la 11 División (que en aquel momento cubría el frente comprendido entre el Río Perales y El Plantío, en la carretera de La Coruña). En ella, podemos leer:

“Retenida la ofensiva enemiga y castigado el contrario duramente, el Mando ha dispuesto la construcción en profundidad de una línea a retaguardia del río Perales y entre los ríos Aulencia y Guadarrama.”

El documento define esta línea como de “carácter defensivo”, insistiéndose en la necesidad de imprimir a los trabajos “la mayor actividad” para que esté disponible en un “plazo brevísimo”.

La nueva organización del frente debe de atender a diferentes aspectos: por un lado, se ordena la construcción de nuevas posiciones de resistencia; también se indican los elementos de enlace necesarios entre las diferentes organizaciones defensivas del sector y, por supuesto, se señalan las mejoras y perfeccionamientos que han de llevarse a cabo en las posiciones que ya existen: “Se completarán y se perfeccionarán hasta el extremo de que tengan el máximo de garantías para la defensa y para la prohibición de filtraciones enemigas.” Entre éstas últimas, la primera que se menciona es, precisamente, el Vértice Cumbre.

El elemento clave del nuevo plan defensivo serán los llamados “centros de resistencia de batallón”. A este respecto, en el documento del que estamos hablando, se indica:

“Los centros de resistencia de batallón ocuparán una superficie de 500 m de frente por 600 de profundidad, estableciendo sus elementos en orden escaqueado.

En los centros de resistencia de primera línea (como es el caso del Vértice Cumbre) se organizará además una línea de vigilancia de centinelas dobles situada en el mismo río o arroyo que sirva de protección, cortándose la margen de los ríos o arroyos en forma que sea imposible el acceso de los carros.

(…) Todos los elementos de las posiciones estarán rodeados de su correspondiente alambrada, siendo doble la establecida en la primera línea y en la de los puestos de vigilancia.

Se pondrá especial empeño en que todas estas posiciones reúnan los requisitos que aconsejan las modernas armas, no ser vistas desde los observatorios enemigos y tener campo de tiro y Puestos de Mando dispuestos y disimulados en forma tal que sea difícil su localización por la artillería enemiga.”

Desde este momento, se procederá a una incesante labor fortificadora. Sobre la marcha de los trabajos, se desarrollará también una constante revisión de los aspectos teóricos y técnicos de la misma, estudiando cada caso concreto y buscando soluciones específicas para cada posición. Esto dará lugar, en no pocas ocasiones, a diversas acciones de combate (golpes de mano, escaramuzas, etc.) encaminadas a eliminar salientes o entrantes en las líneas de frente, desalojar al enemigo de algún punto complicado o hacerse con el control de alguna altura importante.

Por lo que respecta al Vértice Cumbre, para octubre de 1937 existían ya “varios nidos de ametralladoras blindados y un puesto de mando”, así como “varios abrigos de 7 x 3 de hormigón.” También se dio una atención especial a las defensas antitanques, por encontrase en una zona muy apropiada para el uso de este armamento por parte del enemigo (como se había podido comprobar en diferentes ocasiones). Un informe de los trabajos de fortificación, fechado en noviembre de 1938, notifica la finalización de dos puestos antitanques en el Vértice Cumbre.

Estos trabajos van a continuar hasta el final de la guerra, convirtiendo al Vértice Cumbre en una de las posiciones más importantes de la orilla oriental del río Guadarrama. Por este sector pasaron las Divisiones 11 (hasta junio de 1938), 16 (junio-julio de 1938) y la 20 (desde agosto de 1938 hasta el final de la guerra en marzo de 1939).

Serían principalmente zapadores de la 20 División (Batallón de Zapadores nº 8) quienes, desde octubre de 1938, reorganicen la posición, mejorando, ampliando y perfeccionando los trabajos anteriores, y dándole el aspecto que hoy en día tiene.

El movimiento de unidades y tropa por este sector fue constante a lo largo de la guerra, pero para hacernos una idea del tipo de guarnición que cubría normalmente el Vértice Cumbre nos fijaremos en un documento de la 20 División, fechado el 21 de diciembre de 1938. Según este informe, en aquel momento eran la 1ª y 3ª Sección, del 2º Batallón, del “Regimiento de Infantería de Toledo Nº 26”. Un total de 114 hombres (Oficiales: 3, Suboficiales: 5, Tropa: 106). Entre otro armamento, contaban con 100 fusiles Mauser 7 mm; 2 ametralladoras Hotchkiss y 2 fusiles-ametralladores modelo Breda.

En la nomenclatura de guerra, el Vértice Cumbre, integrado en el "Centro de Resistencia D”, recibió el nombre técnico de “Posición 40-Vértice Cumbre”. En enero de 1939, el Ejército Nacional procedió a una nueva designación de sus posiciones. Desde ese momento, el “Centro de Resistencia D”, pasó a denominarse “Centro de Resistencia IV”, en él, el Vértice Cumbre integraba los “Islotes de Resistencia” nº 82, 83, 84 y 85.

En la actualidad, son numerosos los restos que, en diverso estado de conservación, pueden visitarse en el Vértice Cumbre (Puesto de Mando, nidos de ametralladoras, posición antitanque…). Resulta especialmente interesante una placa (cada vez más deteriorada) situada en una de las construcciones. En ella dejó su “firma” una de las unidades de zapadores que por aquí pasaron. Hoy está fragmentada, pero en su día podía leerse:

“Bon. de Zapadores Nº 8. 22 Compa. Octubre 1938. III Año Triunfal” con el castillete del Cuerpo de Ingenieros.

Lamentablemente, en la zona también abundan los vertidos incontrolados de escombros y otros residuos. Esa costumbre tan humana de llenar el entorno con todo tipo de desperdicios. Pero aun así, el Vértice Cumbre mantiene parte de su aspecto. Por fortuna, la expansión inmobiliaria aun no ha llegado hasta aquí. Esto permite hacerse una idea de la importancia que esta posición tuvo durante la guerra: control de la carretera de El Escorial y de Villanueva del Pardillo, magnífico observatorio, haciendo frente a las cercanas líneas republicanas, etc.

El Vértice Cumbre es un lugar que me gusta visitar con frecuencia. He estado mil veces, pero eso no impide que siga transmitiéndome una fuerza y magnetismo especiales. Estas construcciones que hoy en día soportan el paso del tiempo y la indiferencia general, son vestigios y evidencias claras de su pasado bélico.

Por este palmo de tierra combatieron, en las lejanas jornadas de la batalla de la carretera de La Coruña, gentes de la 35 Brigada Mixta, regulares y legionarios a las órdenes de Iruretagoyena (VI tabor de Tetuán y Tiradores del Ifni, entre otras tropas peninsulares), batallones de la XIV Brigada Internacional….

Poco después, en el infernal verano de 1937, soldados de la 3ª Brigada, de la 11 División Nacional (Tabor de Alhucemas nº 5, 3 Batallón de Tenerife…) aguantaron el ataque de la 30 Brigada Mixta bis, en una jornada que se cobró un importante tributo en bajas.

Desde entonces, comenzó una cruda guerra de trincheras. Cientos de hombres (de las Divisiones 11, 16 y 20) sufriendo unas durísimas condiciones de vida y de muerte durante dos años. El topónimo de Vértice Cumbre es una referencia constante en los informes y documentos de ambos ejércitos (fuego casi diario de la artillería, hostigamiento a posiciones enemigas, golpes de mano, acciones de descubierta, trabajos de las compañías de zapadores, labores de propaganda y contrapropaganda, listas de bajas y enfermos…), siempre en el ojo del huracán. Sin ninguna duda, una de las posiciones más duras a las que un combatiente podía ser enviado.

Con todas estas cosas flotando en mi cabeza, voy paseando entre las ruinas de guerra. Como es lógico, las cosas han cambiado muchísimo, pero a veces, cuando me siento en alguno de los viejos fortines a observar el paisaje, mientras me fumo tranquilamente un cigarro, no puedo evitar recordar todos los informes, partes y documentos que he tenido ocasión de leer. Entonces, mi imaginación comienza a trabajar. Como si de una especie de centrifugadora mental se tratase, voy recordando datos, nombres, fechas, episodios de todo lo que se vivió y se sufrió en este mismo lugar por el que hoy paseo…

…muchos lugares tienen su propia Historia, su fuerza, su personalidad. El Vértice cumbre es uno de ellos.


JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ


Fotografías: Algunos restos de la posición Vértice Cumbre en la actualidad (JMCM)

Documentación procedente del AGMA.

lunes, 19 de abril de 2010

79) PELIGRO DE EXTINCIÓN





Una nueva y definitiva amenaza se cierne sobre los entornos naturales y el patrimonio histórico del noroeste madrileño. El Plan General de Ordenación Urbana de Las Rozas (PGOU) ha sido aprobado. Esto significa que todo el suelo disponible en Las Rozas, a excepción de las zonas protegidas por encontrarse dentro de los Parques Regionales (Cuenca Alta del Manzanares y Curso Medio del Río Guadarrama), será urbanizado.

Son varias las zonas que en los últimos años han sufrido una fuerte agresión urbanística (La Marazuela, El Montecillo, Mataborricos, Európolis, El Cantizal…). Lamentablemente, la depredación constructora va a continuar.

Los dos márgenes de la carretera de El Escorial (M-505), lo poco que queda sin construir en La Marazuela, los alrededores de la M-50 y del Eje Pinar, todo lo urbanizable entorno a las vías de servicio de la A-6, las pequeñas parcelas que hasta la fecha han quedado sin construir entre Las Rozas y Monte Rozas… en fin, todo lo susceptible de ser edificado se convertirá en pocos años en más de lo mismo: urbanizaciones (más de 11.000 nuevas viviendas), centros comerciales, avenidas asfaltadas, edificios de empresas, algún campo de golf…

Cemento, ladrillo, hormigón, aluminio, cristal… una especie de cáncer que, poco a poco, va comiéndose todos los espacios verdes, sustituyéndolos por un urbanismo clónico, que facilitará (una vez más) la especulación inmobiliaria. Una especulación que, como estamos cansados de comprobar, solo beneficia a unos pocos (siempre los mismos).

No queremos detenernos aquí en los devastadores efectos que el nuevo PGOU va a tener sobre el paisaje, el medio ambiente, la calidad de vida, la sostenibilidad del entrono, etc. Cualquiera que analice un poco los datos o que revise las consecuencias que el urbanismo salvaje y especulativo ha tenido en los últimos años puede hacerse una idea clara de las nefastas consecuencias.

Atendiendo al tema central en torno al cual gira este blog, queremos llamar la atención sobre las consecuencias que el PGOU va a tener sobre el patrimonio de la guerra civil existente en Las Rozas.

Ya hemos señalado en diferentes momentos la increíble cantidad de vestigios bélicos que se conservan en esta zona del noroeste madrileño, convirtiendo al municipio roceño en un lugar privilegiado para el estudio de la arquitectura militar de la guerra civil. Además de numerosos fortines (sólo en Las Rozas hemos podido catalogar hasta la fecha cerca de 70 construcciones de este tipo), se conservan abundantes atrincheramientos, observatorios, pistas militares, pozos de tirador, inscripciones, restos de refugios subterráneos, y abundante material bélico (balas, vainas, cartuchos, peines, metralla…), con el aliciente especial de que Las Rozas es un municipio en el que se conservan vestigios de los dos ejércitos que se enfrentaron en aquella triste guerra.

Pero además, más allá de los restos materiales, todavía es posible recorrer lo que fueron algunos de los principales escenarios bélicos. Viejos campos de batalla y olvidadas posiciones defensivas que permanecen integradas en un paisaje que, en algunos puntos, ha cambiado poco, lo que permite hacerse una idea más clara de cómo se desarrollaron aquellos trágicos episodios.

Haciendo un rápido análisis de las áreas que se van a ver afectadas por el PGOU, comprobamos como buena parte de este patrimonio histórico-cultura, si no se hace nada por evitarlo, tiene los días contados. Por poner sólo algunos ejemplos:

El Vértice Cumbre: una de las posiciones más disputada durante la contienda, que cambió de manos en diferentes momentos y acabó convirtiéndose en uno de los puntos más fuertes de las líneas nacionales en el sector. En este lugar, aun se conservan abundantes fortificaciones (nidos de ametralladoras, puesto de mando, posición antitanque…) y una inscripción que hace alusión al batallón de zapadores que construyó las fortificaciones. Por aquí, entre otras unidades, pasaron las Divisiones 11, 16 y 20 del Ejército Nacional.

Posición Rubio: otra de las posiciones nacionales más emblemáticas del sector, cuyo nombre hace alusión al Alférez Provisional Juan Galán Rubio, muerto en los combates desarrollados para su ocupación. Aquí, se conservan dos nidos de hormigón para arma automática, cada uno de los cuales tiene una inscripción en la entrada. Fue defendida por la 20 División Nacional.

Buena parte de la Línea de Detención republicana: todos los restos que se conservan en Fuente del Cura (frente al Heron City) y el Arroyo de la Retorna. Al menos trece fortificaciones y numerosos atrincheramientos que, unidos a los numerosos restos que se conservan en la Dehesa de Navalcarbón y Las Ceudas (tristemente, todo lo que de esta línea se conservaba en El Cantizal ha sido ya destruido) constituyen uno de los más completos conjuntos defensivos existentes en España y un ejemplo único para estudiar parte de lo que fue la Segunda Línea del II Cuerpo del Ejército Republicano en este sector.

Algunos de los fortines republicanos en La Puentecilla que, lamentablemente, se sitúan fuera del área protegida del Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama. Posiciones que fueron defendidas por la 111ª Brigada Mixta.

Fortines y atrincheramientos existentes en La Marazuela (fuera del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares), también defendidos por la 111ª Brigada Mixta, y que se sumarían a los muchos restos que han desaparecido recientemente por las últimas obras.

Podríamos seguir, pero parecen suficientes ejemplos para hacerse una idea de la terrible barbaridad que supondrá el PGOU para el patrimonio histórico de la zona, si no se toman medidas para evitarlo.

Es desesperante, resulta verdaderamente triste que, aun hoy, tengamos unos responsables políticos tan insensibles y despreocupados hacia nuestro pasado y nuestra historia. A diferencia de otros países, donde se procura cuidar y preservar los vestigios históricos, en España, acostumbramos a presenciar indiferentes la cruda destrucción de nuestro patrimonio sin ningún tipo de escrúpulo, por meros intereses económicos que sólo benefician a unos pocos.

Esto contrasta con la importancia que en otros países se ha dado al estudio de los diferentes complejos defensivos y militares, así como a su conservación. Algunos claros ejemplos serían Francia o Bélgica, con respecto a los restos de la Iª Guerra Mundial ("Línea Hindenburg", "Verdum", "El Somme", "Ypres"...) o los pertenecientes a la IIª Guerra Mundial, tales como “La Línea Maginot” (Francia), “El Muro del Atlántico” (fortificación de la costa europea desde los Pirineos al Cabo Norte), huellas de “La Línea Gótica” (Italia) o “La Línea Sigfrido” (Alemania), por poner sólo los más significativos e importantes.

En los últimos años, en nuestro país, se ha ido desarrollado un interés por este tema. Desde luego, esto no ha surgido de las instituciones políticas (con contadas y anecdóticas excepciones), más interesadas en recalificar y construir los terrenos que en conservar lo que de valor histórico y arqueológico estos puedan tener. Son, en su mayoría, gente que, de forma personal, se interesa por este patrimonio histórico y dedican tiempo y esfuerzo a su estudio y catalogación, en su mayoría aficionados y aficionadas, pero también algunos profesionales. Han ido apareciendo así diferentes iniciativas, asociaciones y foros, que están sirviendo para dar a conocer esta parte de nuestra Historia y sensibilizar sobre la importancia que tienen los numerosos restos de la guerra civil que aun se conservan, unos restos que carecen de una protección específica, lo que provoca que, en no pocas ocasiones, hayan sucumbido bajo las palas excavadoras.

Si los responsables políticos pudieran ver más allá de sus reducidas perspectivas, quizás pudieran darse cuenta de la importancia que estos restos tienen y del interés que, cada vez más, despiertan en mucha gente. Si fueran capaces de comprender que los vestigios de la guerra civil que se conservan en el noroeste madrileño, son el mayor patrimonio histórico y cultural con el que cuentan muchos de los pueblos de la zona, tal vez los valorarían como merecen, protegiéndolos, restaurándolos e impulsando actividades encaminadas a darlos a conocer, lo que serviría como reclamo para que muchas personas los visitarán.

De momento, parece que es pedirles demasiado, centrados como están en recalificar, urbanizar y construir con mal gusto y sin medida. Parece que la preservación de todo este patrimonio depende más de las iniciativas y respuestas que las personas sensibilizadas con esta cuestión seamos capaces de desarrollar y poner en práctica. Asi que… manos a la obra.


"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"


Fotografías: Una especie de epidemia de ladrillo y hormigón se extiende por Las Rozas (JMCM)

miércoles, 7 de abril de 2010

78) RESISTIR



El día 5 de enero de 1937 se hace evidente que las columnas rebeldes, una vez alcanzada la carretera de La Coruña a la altura de Las Rozas, se proponen converger hacia la capital con todo su potencial. Las fuerzas de Buruaga, Barrón y Asensio, a pesar de la dureza que la lucha alcanza en algunos momentos, progresan de manera contundente.

La niebla, una vez más, va a jugar a favor de los republicanos. La ofensiva se verá retrasada por las malas condiciones climatológicas, y las Fuerzas de la Defensa aprovecharán esta circunstancia para intentar reorganizar sus quebrantadas líneas. Los informes del general Miaja definen la situación como “alarmante”, pidiéndose insistentemente refuerzos al Jefe del Ejército Centro, el general Pozas.

Con urgencia se intenta establecer una línea fuerte y consistente en el Monte de El Pardo, por si el enemigo intentase progresar a través de sus espesuras. A la vez, se proyectan diferentes acciones de ataque que puedan suponer una amenaza para los rebeldes, procurando así arrebatarles la iniciativa y neutralizar sus planes.

El trajín de tropas es intenso y vertiginoso. Los informes confusos. El enlace entre las diferentes unidades no siempre se mantiene. La situación es verdaderamente delicada.

Se organizan contraataques contra los vértices Manilla y Cristo (en Majadahonda), pero éstos no podrán llevarse a cabo. Milicias de la 38 Brigada Mixta chaquetean, varios de sus batallones huyen en desbandada, abandonando sus puestos y creando un gravísimo peligro de envolvimiento. Los mandos republicanos se desesperan intentando poner orden en el desorden. El jefe de la 8ª División, el comandante Eduardo Cuevas de la Peña, recibe la siguiente orden:

FUERZAS DE LA DEFENSA DE MADRID ESTADO MAYOR

Para el comandante Cuevas, Jefe de la Octava División:

Utilice el Batallón de Carabineros que ha sido relevado y se encuentra en Zarzuela o la Quinta para guarnecer el lindero del Monte de El Pardo, desde la carretera de La Coruña hasta el Norte en Segunda Línea, con objeto de contener cualquier retroceso que se produzca en las fuerzas de Primera Línea.

Madrid, 5 de enero de 1937 a las 2:00 h, de orden de S. E. el teniente coronel Jefe del Estado Mayor. P. O el teniente coronel Jefe Sección Operaciones.

Como podemos comprobar, no se trata sólo de resistir los ataques del enemigo, también se intenta evitar las posibles desbandadas de las tropas que defienden la primera línea.

En las horas siguientes la situación no mejorará. Sólo a lo largo de la noche, un pequeño golpe de mano en Majadahonda parece tener algún éxito. En él, se causan varias bajas al enemigo y se les arrebata diverso armamento, pero la situación general no varía.

La orden de Miaja para el 6 de enero es la de resistir a toda costa en el bosque de Remisa y en torno a la carretera de La Coruña, en el sector de El Plantío. Ese día, las tropas de Asensio y de Barrón chocarán con la desesperada resistencia republicana. Bajo la consigna de ¡No Pasarán!, hombres de la XI Brigada Internacional (Hans), de la Brigada Durán, de la 1ª de Choque (El Campesino) y de la 38 (si bien, ésta última lleva días chaqueteando) intentarán evitar la ruptura del frente.

En esa jornada de Reyes de 1937 se va a combatir con crudeza. La helada de la noche ha congelado los charcos y endurecido el barro. Las primeras luces del día van alumbrando un paisaje triste y gris. Bancos de espesa niebla aparecen aquí y allá, confundiendo las formas y creando una atmósfera con algo de irreal.

La carretera de La Coruña va surgiendo como una fantasmagoría, una especie de extraña ilusión en la que aparecen cráteres causados por la artillería, algunos vehículos desguazados, escombros y diverso material abandonado. Aquí y allá, varios cadáveres en extrañas posturas permanecen desde hace días tendidos sobre el suelo.

Aparentemente todo está tranquilo. Los defensores, parapetados entre las ruinas de los edificios, ocultos entre los árboles y las retamas, protegidos en sus improvisadas trincheras, permanecen vigilantes a cualquier movimiento. Aun no pueden ver a sus enemigos, pero saben que están allí, dispuestos para lanzarse al asalto en cualquier momento.

Toda la noche ha habido intercambio de disparos, pequeñas escaramuzas envueltas en las sombras nocturnas. El día que amanece será una nueva jornada de lucha. Un día más de ataques y contraataques, de fuego artillero y ráfagas de ametralladoras.

Los legionarios y regulares llevan horas preparados para el combate. Fusiles cargados, bombas de mano listas y bayonetas desnudas. Camuflados entre la vegetación, ocultos en los pliegues del terreno, resistiendo como pueden el frío helador de enero, esperan la orden de sus oficiales para entrar en acción.

El atronador fuego de las baterías y el chirriante sonido de los carros anuncian que el combate ha comenzado. El día 6 será largo. Las bajas de uno y otro ejército serán numerosas. Durante horas, la sangre correrá generosa entre los árboles de Remisa, frente a las construcciones de El Plantío, en las cunetas de la carretera…

En una de las órdenes, el Jefe de las Fuerzas de la Defensa escribe:

“En el día de hoy (6 de enero de 1937) ha lanzado el enemigo sobre nuestras posiciones el ataque más duro de cuantos se han desarrollado hasta la fecha.”

Una vez más, la consigna dada por el Alto Mando es la de resistir y resistir, como sea y con lo que sea.

Los defensores tienen sus altibajos. Aunque algunas tropas se mantienen firmes en sus puestos, otras flojean y chaquetean. Con todo, a los atacantes les cuesta avanzar. Sus movimientos son lentos y difíciles. Algunos milicianos huyen a la menor ocasión, pero otros muchos, aun habiendo perdido el contacto con sus unidades, se mantienen parapetados aquí y allá, disparando desde las ruinas y la vegetación. Causando numerosas bajas a un enemigo que, muchas veces, no sabe ni desde donde le disparan.

Ese mismo día, desde la misma zona de combates, el Comisario Político Félix Garizabal emite el siguiente informe al Estado Mayor de la Defensa:

INFORMACIÓN DEL COMISARIO POLÍTICO FÉLIX GARIZABAL

Batallón “El Campesino” – Puesto de Mando – Cruce Pozuelo y carretera de La Coruña

Esta mañana el enemigo intentó apoderarse de Remisa a toda costa, con tanques y con bastante fuerza, llegando incluso los tanques hasta el mismo Remisa, pero no logró su intento, siendo rechazado con grandes dificultades por nuestra parte, pero sin que el enemigo lograse tomar Remisa.

En este momento (12:30 h próximamente) nuestras tropas contraatacan, pero dice El Campesino que su gente chaquetea bastante. También dice que le haga saber al Estado Mayor que todo El Plantío está en nuestro poder, pues se ha corrido el rumor de que lo había ocupado el enemigo, y eso es inexacto. Asimismo dice que hoy no puede hacer un estadillo completo por estar las fuerzas hace unos días luchando, y que no sabe la gente que tiene, por haber tenido bastantes bajas.

El enemigo, cuando pretendió entrar en Remisa, rompió la línea por el flanco izquierdo. Se sigue luchando con gran combatividad por la parte de Remisa y El Plantío, sin que haya avanzado por ninguna de las partes.

Próximamente a las 16:00 h se causa al enemigo muchas bajas y parece ser que la operación es favorable a nosotros, y también están llegando refuerzos nuestros para seguir los ataques.
Madrid, 6 de enero de 1937, 17:00 h

El Comisario Político, Félix Garizabal

El optimismo que en algunos momentos parece transmitir este informe chocaría pronto con la cruda realidad. Los republicanos se vieron incapaces de frenar al enemigo. Antes de que termine la jornada, todo Remisa y El Plantío estarán en manos franquistas. Las fuerzas de Barrón y de Asensio acaban barriendo los obstáculos que encuentran y neutralizan los últimos puntos de resistencia del sector. A la vez, la Columna Buruaga progresa peligrosamente sobre el barrio de la Estación de Pozuelo. El Parte Oficial de Guerra del Ejército Nacional emitido la noche de aquel 6 de enero de 1937 informaba:

División Madrid: En el día de hoy continuó el brillantísimo avance de nuestras fuerzas, que ocuparon los pueblos de Las Rozas, El Plantío, la Casa de los Pinos, en Remisa, llegando en su marcha de oeste a este hasta la estación de Pozuelo de Alarcón. La resistencia enemiga, fuerte en la defensa de casas y trincheras, fue vencida por el arrojo de nuestras tropas, que hicieron al enemigo numerosísimas bajas, todavía no recontadas, y le cogieron importante material de guerra.

Con la llegada de la noche, aunque el sonido de las armas no cesa, la intensidad de los combates vuelve a disminuir. Cada ejército aprovechará la relativa calma nocturna para reorganizar sus tropas y estudiar la situación. Mañana será otro día. Una nueva jornada de órdenes y contraordenes, de movimiento de tropas, de objetivos a cumplir. Un constante fluir de metralla, de silbidos de balas y de ráfagas de ametralladoras surcando el aire en todas las direcciones.

La batalla por Madrid, trasladada ahora a su flanco oeste, tenía todavía largas y duras jornadas por delante.


JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ


Fotografía: Milicianos parapetados en un árbol abren fuego en la carretera de La Coruña (enero 1937)

Documentación procedente del AGMA.

sábado, 27 de marzo de 2010

77) EL ARENALÓN (LA MARAZUELA)



Más allá de la Estación de trenes de Las Rozas se extiende una zona residencial conocida desde hace varias décadas con el nombre de La Marazuela. Poco a poco, la acción urbanística ha ido ocupando el área comprendida entre la A-6 y el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares (que antaño recibía el nombre de El Arenalón), construyéndose urbanizaciones, rotondas y calles asfaltadas que han modificado enormemente el entorno.

Antes de que se produjeran las últimas ampliaciones urbanísticas (que contemplan la construcción de 627.300 metros cuadrados), iniciadas hacia el año 2003 y que aun siguen su ritmo (está proyectada la construcción de 2.000 nuevas viviendas), el lugar contaba con un amplio espacio verde, formado por pastizales y tierras de cultivo, que se extendía hasta el Monte de El Pardo, y del que ya sólo queda el área protegida que se encuentra dentro del Parque Regional.

Durante la Guerra Civil la zona se convirtió en primera línea de fuego. En los combates de enero de 1937, las tropas de Barrón y de Iruretagoyena conquistaron el pueblo de Las Rozas y, cruzando la carretera de La Coruña, ocuparon su estación de trenes y las pocas edificaciones que allí existían (ver apartado de este blog “POZO MISTERIOSO”). Los republicanos se vieron obligados a replegarse hacia El Pardo, intentando una serie de contraataques para recuperar el terreno perdido que no tendrían éxito.

Quedaban así definidas las líneas de unos y otros. Unas líneas separadas por unas docenas de metros y en las que inmediatamente comenzaría una intensa labor fortificadora que acabaría dando como resultado un sólido sistema defensivo de trincheras, refugios, fortines, etc.

Las posiciones franquistas, cuyos puntos fuertes se encontraban en el Cerro de la Paloma, la Colonia Santa Ana y los edificios de la estación, han desaparecido por completo bajo el ladrillo, el cemento y el asfalto. Sin embargo, de las posiciones republicanas, a pesar de la destrucción de numerosos restos, han llegado hasta nuestros días interesantes vestigios, algunos de los cuales, por encontrarse dentro del área protegida del Parque Regional, parecen haberse salvado de la depredación urbanística que caracteriza desde hace décadas al noroeste madrileño.

Los restos más interesantes y llamativos los constituyen una serie de puestos para arma automática (hasta la fecha hemos podido catalogar un total de nueve), cuya tipología, exceptuando uno de ellos con características muy diferentes al resto, responde a la típica de las fortificaciones que el II Cuerpo de Ejército Republicano construyó en la zona: planta cuadrada con frontal semicircular, cubierta consistente en una gran losa de hormigón, con una o dos troneras y construidos en mampostería.

Como suele ser normal, todos ellos (excepto el que comentábamos de características muy distintas), han perdido sus cubiertas. Esto se debe a la acción chatarrera desarrollada durante la posguerra, en la que se destruyeron muchas fortificaciones para extraer el valioso metal (hierro y acero) de sus estructuras. Junto a estas construcciones, también existen, distribuidas por la zona (muchas con los días contados), otras huellas de aquel pasado bélico: atrincheramientos, restos de refugios subterráneos, etc. que nos proporcionan una visión más amplia de cómo fue el sistema defensivo republicano en este sector.

Desde el principio de la contienda, las Fuerzas de la Defensa consideraron toda la zona que se extendía al norte y este de Las Rozas especialmente sensible a una ofensiva enemiga. La posibilidad de que los franquistas rompieran el frente y penetrasen en el Monte de El Pardo, pudiendo progresar hacia la capital, la carretera de Burgos o la Sierra, era un riego que tuvieron muy en cuenta, lo que propició una constante labor fortificadora, estableciéndose una serie de líneas defensivas difíciles de estudiar hoy en día, por discurrir buena parte de ellas por el Monte del El Pardo, donde, hasta la fecha, no se han facilitado permisos para poder realizar labores de investigación en su interior.

En algunos de los Estudios del Sector, realizados por los republicanos en 1937, se hace mención a este riesgo y se señala lo poco apropiado y dificultoso que, en muchos puntos, resulta el terreno para poder desarrollar un eficaz sistema defensivo. Los informes indican que las circunstancias en las que se definió la línea de frente, después de los combates de enero, obliga ahora a buscar soluciones:

“(…) El haberse detenido en esa situación, en momentos de gran peligro para Madrid en los que estaba ordenado a nuestras tropas el más estrecho contacto con el enemigo, y en el enorme perjuicio que hubiera podido acarrearnos el desperdiciar un solo palmo de terreno, obligó a nuestras tropas a ocupar posiciones tácticamente defensivas en muchos sitios deficientes, que han ido rectificándose a través del tiempo.”

Se señala también la potencial amenaza que supondría la acción de carros y lo muy vulnerable que es el sector a la acción de la artillería. En definitiva, si se querían minimizar o evitar los peligros de una posible ofensiva enemiga, había que trabajar y mucho.

La falta de alturas importantes y las numerosas barrancas y vaguadas de la zona dificultaban la posibilidad de poder establecer un correcto plan de fuegos, pero poco a poco, se fueron suprimiendo las abundantes desenfiladas, construyéndose numerosos emplazamientos para arma automática, primero de rollizos y posteriormente sustituidos por otros de mampostería.

Un punto importante de este sistema defensivo lo constituyó el Cerro de la Patatera, una pequeña mesetilla al noroeste del sector con unos campos de tiro frontales magníficos sobre las líneas franquistas y que facilitó el enlace con las posiciones republicanas del Cerro de la Curia, al otro lado de la carretera de La Coruña.

Junto a la ubicación de armas automáticas, se trabajó también en la construcción de abundantes trincheras y refugios subterráneos, así como en la colocación de diferentes obstáculos, principalmente alambrada de espino y fogatas.

A finales de marzo de 1939 (final de la Guerra Civil), las fortificaciones de El Arenalón formaban parte del 2º Subsector de la 8ª D (II C. E.) y estaban guarnecidas por el Batallón de Ametralladoras nº 8 y por el Batallón Disciplinario del II C. E.

En estas posiciones malvivieron cientos de combatientes durante casi tres años. Frente a ellos, a muy pocos metros, se extendían las líneas de sus enemigos, soportando condiciones similares. Unos y otros se vieron inmersos en una agobiante realidad que les obligaba a subsistir bajo tierra, aguantando lluvias de metralla y plomo, con la amenaza de enfermedades como el tifus o la disentería, alimentándose a base de latas de sardinas, comidos por diferentes parásitos (piojos, pulgas, garrapatas, chinches) y a merced de las duras condiciones climáticas.

Siempre en guardia, de día y de noche, porque la primera línea de fuego, aunque se trate de un frente “estable”, supone una persistente actividad bélica (escaramuzas, incursiones, golpes de mano…). Y siempre trabajando, porque las fortificaciones (trincheras, alambradas, nidos de ametralladoras…) exigen un mantenimiento y perfeccionamiento constante.

Hoy en día, afortunadamente, no podemos ni concebir lo que debió de ser aquella locura. Paseamos apaciblemente por los mismos escenarios que hace setenta años se convirtieron en un infierno. Apenas percibimos la existencia de los pocos restos que aun aparecen disimulados e integrados en el paisaje. Mucha gente, ni siquiera sabe que esas extrañas ruinas son todo lo que queda de viejos nidos de ametralladoras.

Todo va siendo borrado por el paso del tiempo, cubriéndose de olvido e indiferencia. Algunos nos sentimos atraídos por ese Pasado, e intentamos indagar y profundizar en él. Pero el tiempo, lamentablemente, corre en nuestra contra.


JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ


Fotografías: Algunos de los fortines que aun existen en El Arenalón (JMCM)

Documentación procedente del AGMA.

viernes, 19 de marzo de 2010

76) VERGÜENZA




“Áreas de Planeamiento como “Huerta Grande” que es a la que afecta esta actuación. Por motivos de seguridad se ha comenzado a derribar el muro que separa esta finca de la calle de Campomanes, y parece ser que se va a aprovechar esta circunstancia para ensanchar dicha calle, dotándola de dos carriles y una acera más ancha, por que la actual, en algunos tramos no permite siquiera el tránsito de una persona. Del mismo modo se ensanchará la salida hacia la carretera de Majadahonda y la de Boadilla, cambiando la ubicación de la parada del autobús que actualmente es muy conflictiva.” enpozuelo.es/noticias/

No es la primera vez. Quizás, deberíamos de estar ya acostumbrados a este tipo de atentados contra el patrimonio histórico-cultural de nuestra zona, pero NO, no sólo no nos acostumbramos, sino que cada vez nos causa más repulsa, indignación y tristeza.

Hace pocos días, en Pozuelo de Alarcón se ha cometido la increíble barbaridad de derribar uno de los vestigios arquitectónicos más antiguos con los que contaba el municipio. El tapial del siglo XVIII que rodeaba la finca de Huerta Grande ya no existe. Un mal día, el Ayuntamiento, saltándose a la torera todos los protocolos de actuación sobre patrimonio, bienes de interés cultural y arqueología, lo destruyó en pocas horas. Se ponía así fin a dos siglos de Historia. Una Historia a la que, lamentablemente, ya sólo podremos acercarnos a través de la memoria, la fotografía y los documentos escritos.

En junio de 2009 publicábamos en este blog una entrada con el título “POZUELO DE ALARCÓN”, donde reproducíamos parte de las memorias de Mateo Merino, uno de los combatientes republicanos que se encontraban en Huerta Grande durante la batalla de la carretera de La Coruña. En estas memorias, Merino nos hablaba de la casa de Huerta Grande, de sus trincheras, de los combates que se entablaban con las tropas franquistas parapetadas en la cercana Colonia de la Paz. Mateo Merino, recordaba también a sus compañeros y las diferentes sensaciones que aquellas jornadas únicas le causaron.

También hacía alusión al tapial que recientemente ha sido destruido. Nos hablaba de cómo se había convertido en parapeto, abriéndose en él aspilleras por las que poder disparar, y de cómo el fuego del enemigo tenía enfilados algunos puntos de la misma, convirtiéndolos en lugares sumamente peligrosos. Los restos de estas aspilleras, toscamente taponadas, seguían apreciándose hoy en día en el muro, que también contaba con numerosos impactos de bala.
Hoy, todo eso ha desaparecido. La pobre justificación que se ha dado es que el muro estaba en muy mal estado y que por “motivos de seguridad” ha sido derribado. Es lo de siempre: primero se abandonan las cosas, despreocupándose del cuidado y conservación de las mismas (lo que debería de ser una de sus competencias y responsabilidades) y después, con la excusa del supuesto riesgo de que se derrumbe y pueda causar algún daño, se llevan las excavadoras y asunto terminado. ¡Que vergüenza!

Ahora, aprovechando tan “oportuna” circunstancia, se van a desarrollar una serie de obras. Si a todo esto le sumamos la tala incontrolada de los árboles del lugar y el hecho de que el Ayuntamiento ha comprado parte de los terrenos de Huerta Grande para destinarlo a uso público y privado, la jugada parece clara.

En los últimos días, algunas personas interesadas en el tema nos hemos ido acercando al lugar para comprobar in situ este último desatino. Allí, hemos evocado (como tantas otras veces) aquellos terribles días del invierno 1936/37 en que toda la zona se convirtió en un cruento campo de batalla, y en los que “Huerta Grande” (su casa, jardines y desaparecido tapial), fueron protagonistas de primer orden.

La Historia manifiesta su presencia de diferentes maneras, y así, en el hoy desolado espacio que hasta hace pocos días ocupaba el tapial de “Huerta Grande”, han ido apareciendo restos de aquellos días de guerra: balas, vainas, cartuchos, peines… Vestigios históricos que, en su inmensa mayoría, han terminado en alguna escombrera, sin tiempo de poder ser recogidos y catalogados.

En fin. Una nueva e irreparable agresión al patrimonio histórico y cultural del noroeste de Madrid.

Lamentablemente, nos tememos que no será la última.


"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"


Fotografías: Entrada de “Huerta Grande”, antes y después de ser destruida (JMCM)