sábado, 27 de marzo de 2010

77) El Arenalón (La Marazuela)


EL ARENALÓN (LA MARAZUELA)

Más allá de la Estación de trenes de Las Rozas se extiende una zona residencial conocida desde hace varias décadas con el nombre de La Marazuela. Poco a poco, la acción urbanística ha ido ocupando el área comprendida entre la A-6 y el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares (que antaño recibía el nombre de El Arenalón), construyéndose urbanizaciones, rotondas y calles asfaltadas que han modificado enormemente el entorno.

Antes de que se produjeran las últimas ampliaciones urbanísticas (que contemplan la construcción de 627.300 metros cuadrados), iniciadas hacia el año 2003 y que aun siguen su ritmo (está proyectada la construcción de 2.000 nuevas viviendas), el lugar contaba con un amplio espacio verde, formado por pastizales y tierras de cultivo, que se extendía hasta el Monte de El Pardo, y del que ya sólo queda el área protegida que se encuentra dentro del Parque Regional.

Durante la Guerra Civil la zona se convirtió en primera línea de fuego. En los combates de enero de 1937, las tropas de Barrón y de Iruretagoyena conquistaron el pueblo de Las Rozas y, cruzando la carretera de La Coruña, ocuparon su estación de trenes y las pocas edificaciones que allí existían (ver apartado de este blog “POZO MISTERIOSO”). Los republicanos se vieron obligados a replegarse hacia El Pardo, intentando una serie de contraataques para recuperar el terreno perdido que no tendrían éxito.

Quedaban así definidas las líneas de unos y otros. Unas líneas separadas por unas docenas de metros y en las que inmediatamente comenzaría una intensa labor fortificadora que acabaría dando como resultado un sólido sistema defensivo de trincheras, refugios, fortines, etc.

Las posiciones franquistas, cuyos puntos fuertes se encontraban en el Cerro de la Paloma, la Colonia Santa Ana y los edificios de la estación, han desaparecido por completo bajo el ladrillo, el cemento y el asfalto. Sin embargo, de las posiciones republicanas, a pesar de la destrucción de numerosos restos, han llegado hasta nuestros días interesantes vestigios, algunos de los cuales, por encontrarse dentro del área protegida del Parque Regional, parecen haberse salvado de la depredación urbanística que caracteriza desde hace décadas al noroeste madrileño.

Los restos más interesantes y llamativos los constituyen una serie de puestos para arma automática (hasta la fecha hemos podido catalogar un total de nueve), cuya tipología, exceptuando uno de ellos con características muy diferentes al resto, responde a la típica de las fortificaciones que el II Cuerpo de Ejército Republicano construyó en la zona: planta cuadrada con frontal semicircular, cubierta consistente en una gran losa de hormigón, con una o dos troneras y construidos en mampostería.

Como suele ser normal, todos ellos (excepto el que comentábamos de características muy distintas), han perdido sus cubiertas. Esto se debe a la acción chatarrera desarrollada durante la posguerra, en la que se destruyeron muchas fortificaciones para extraer el valioso metal (hierro y acero) de sus estructuras. Junto a estas construcciones, también existen, distribuidas por la zona (muchas con los días contados), otras huellas de aquel pasado bélico: atrincheramientos, restos de refugios subterráneos, etc. que nos proporcionan una visión más amplia de cómo fue el sistema defensivo republicano en este sector.

Desde el principio de la contienda, las Fuerzas de la Defensa consideraron toda la zona que se extendía al norte y este de Las Rozas especialmente sensible a una ofensiva enemiga. La posibilidad de que los franquistas rompieran el frente y penetrasen en el Monte de El Pardo, pudiendo progresar hacia la capital, la carretera de Burgos o la Sierra, era un riego que tuvieron muy en cuenta, lo que propició una constante labor fortificadora, estableciéndose una serie de líneas defensivas difíciles de estudiar hoy en día, por discurrir buena parte de ellas por el Monte del El Pardo, donde, hasta la fecha, no se han facilitado permisos para poder realizar labores de investigación en su interior.

En algunos de los Estudios del Sector, realizados por los republicanos en 1937, se hace mención a este riesgo y se señala lo poco apropiado y dificultoso que, en muchos puntos, resulta el terreno para poder desarrollar un eficaz sistema defensivo. Los informes indican que las circunstancias en las que se definió la línea de frente, después de los combates de enero, obliga ahora a buscar soluciones:

“(…) El haberse detenido en esa situación, en momentos de gran peligro para Madrid en los que estaba ordenado a nuestras tropas el más estrecho contacto con el enemigo, y en el enorme perjuicio que hubiera podido acarrearnos el desperdiciar un solo palmo de terreno, obligó a nuestras tropas a ocupar posiciones tácticamente defensivas en muchos sitios deficientes, que han ido rectificándose a través del tiempo.”

Se señala también la potencial amenaza que supondría la acción de carros y lo muy vulnerable que es el sector a la acción de la artillería. En definitiva, si se querían minimizar o evitar los peligros de una posible ofensiva enemiga, había que trabajar y mucho.

La falta de alturas importantes y las numerosas barrancas y vaguadas de la zona dificultaban la posibilidad de poder establecer un correcto plan de fuegos, pero poco a poco, se fueron suprimiendo las abundantes desenfiladas, construyéndose numerosos emplazamientos para arma automática, primero de rollizos y posteriormente sustituidos por otros de mampostería.

Un punto importante de este sistema defensivo lo constituyó el Cerro de la Patatera, una pequeña mesetilla al noroeste del sector con unos campos de tiro frontales magníficos sobre las líneas franquistas y que facilitó el enlace con las posiciones republicanas del Cerro de la Curia, al otro lado de la carretera de La Coruña.

Junto a la ubicación de armas automáticas, se trabajó también en la construcción de abundantes trincheras y refugios subterráneos, así como en la colocación de diferentes obstáculos, principalmente alambrada de espino y fogatas.

A finales de marzo de 1939 (final de la Guerra Civil), las fortificaciones de El Arenalón formaban parte del 2º Subsector de la 8ª D (II C. E.) y estaban guarnecidas por el Batallón de Ametralladoras nº 8 y por el Batallón Disciplinario del II C. E.

En estas posiciones malvivieron cientos de combatientes durante casi tres años. Frente a ellos, a muy pocos metros, se extendían las líneas de sus enemigos, soportando condiciones similares. Unos y otros se vieron inmersos en una agobiante realidad que les obligaba a subsistir bajo tierra, aguantando lluvias de metralla y plomo, con la amenaza de enfermedades como el tifus o la disentería, alimentándose a base de latas de sardinas, comidos por diferentes parásitos (piojos, pulgas, garrapatas, chinches) y a merced de las duras condiciones climáticas.

Siempre en guardia, de día y de noche, porque la primera línea de fuego, aunque se trate de un frente “estable”, supone una persistente actividad bélica (escaramuzas, incursiones, golpes de mano…). Y siempre trabajando, porque las fortificaciones (trincheras, alambradas, nidos de ametralladoras…) exigen un mantenimiento y perfeccionamiento constante.

Hoy en día, afortunadamente, no podemos ni concebir lo que debió de ser aquella locura. Paseamos apaciblemente por los mismos escenarios que hace setenta años se convirtieron en un infierno. Apenas percibimos la existencia de los pocos restos que aun aparecen disimulados e integrados en el paisaje. Mucha gente, ni siquiera sabe que esas extrañas ruinas son todo lo que queda de viejos nidos de ametralladoras.

Todo va siendo borrado por el paso del tiempo, cubriéndose de olvido e indiferencia. Algunos nos sentimos atraídos por ese Pasado, e intentamos indagar y profundizar en él. Pero el tiempo, lamentablemente, corre en nuestra contra.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografías: Algunos de los fortines que aun existen en El Arenalón (JMCM)

Documentación procedente del AGMA.

3 comentarios:

  1. Me alegro que te resulte interesante.

    Hay toda una Historia que merece la pena ser conocida. Al menos, a mí me lo parece.

    Un saludo.

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  2. LA ASOCIACIÓN HISTÓRICO-CULTURAL CIERZO ORGANIZA RUTAS GUIADAS POR LA MARAZUELA Y POR OTRAS POSICIONES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. INTERESADOS CONSULTAR SU WEB:

    http://asociacioncierzo.net/

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