sábado, 4 de noviembre de 2017

153) A pico y pala


A PICO Y PALA

Las herramientas que utilizamos en las excavaciones arqueológicas son las mismas que empleaban los zapadores y los batallones de obras y fortificaciones durante la Guerra Civil.

Excavar trincheras o desenterrar fortines hoy en día hace pensar en quienes los construyeron. Irremediablemente, meditas sobre lo que tuvieron que pensar, que sentir, que sufrir… Es fácil ponerte en su lugar, pues realizas una actividad similar y en el mismo sitio en el que ellos la realizaron.

No hay muchas diferencias entre el trabajo que realizaban quienes cavaban trincheras con fines bélicos, y el que, ochenta años después, realizamos quienes las desenterramos por cuestiones históricas y culturales. 

En ambos trabajos hay que abrir la tierra a pico y pala. Una actividad dura, lenta y cansada. Golpe a golpe, paletada a paletada, se va profundizando en el terreno, respirando el polvo de la tierra cuando está seca, o sintiendo el olor y la impregnación de la tierra húmeda. Polvo, barro, sudor, cansancio…

Pero las posibles similitudes terminan ahí. Nosotros no realizamos esta labor obligados por las circunstancias, no sufrimos la presión y el estrés que causa el constante hostigamiento del enemigo, la amenaza de recibir una herida, las carencias de todo tipo que supone la permanencia en el frente. 

Nosotros, al terminar la jornada, podemos asearnos y descansar tranquilamente, disfrutar con la familia y los amigos. No sufrimos la tortura cotidiana de los parásitos, la incomodidad de no poder cambiarse de ropa en varios días, de tener que dormir sin intimidad en incómodos abrigos o chabolas, de subsistir con una pobre y monótona dieta alimenticia.

Sobre todas estas cosas reflexionas cuando hoy en día excavas trincheras, desentierras fortines o prospectas en campos de batalla y, con el metálico sonido de fondo que causan los picos y las palas al chocar con la tierra y las piedras, no puedes dejar de pensar en la terrible, cruda y triste realidad que supone una guerra.

(Excavación de fortines en la Dehesa de Navalcarbón. Las Rozas de Madrid, noviembre de 2017. Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil de la Comunidad de Madrid)

152) Hacía unos 80 años que nadie pisaba este suelo


HACÍA UNOS 80 AÑOS QUE NADIE PISABA ESTE SUELO

Para llegar al suelo de este fortín ha habido que picar, remover y palear hasta 1,80 m de tierra, escombro, cascajo de piedra y todo tipo de basuras y residuos. 

Una colmatación que se inició al poco de terminar la guerra, cuando los chatarreros destruyeron la cubierta de hormigón para extraer los raíles de ferrocarril que conformaban su estructura, inundando con los cascotes y deshechos todo el interior de la fortificación. Después, años y años de acumulación de tierras arrastradas por las lluvias, de raíces y hojas en descomposición, y de multitud de desperdicios provenientes de la actividad humana.

Hoy, tras permanecer casi 80 años enterrado, el fino pavimento de cemento irregular sale a la luz y, por primera vez desde entonces, unas botas vuelven a pisar el mismo suelo que pisaron las tropas que ocuparon esta posición. 

(Excavación de fortines en la Dehesa de Navalcarbón. Las Rozas de Madrid, noviembre de 2017. Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil de la Comunidad de Madrid)