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miércoles, 21 de noviembre de 2012

121) Jornadas 10º Aniversario GEFREMA



PARA AMPLIAR INFORMACIÓN SOBRE ESTAS JORNADAS VISITAR:

                            FORO DE GEFREMA
                            BLOG "SOL Y MOSCAS"

viernes, 2 de noviembre de 2012

120) BÓN, DE ZAPADORES Nº 1 DE CAMPAMENTO





En abril de 2012, se publicaba en este blog una entrada dedicada a los cuarteles y polvorines de Retamares en la que se hablaba de los cantones militares de Madrid, entre ellos, el de Campamento, cuyo espacio lleva ya varios años de profunda transformación debido a una gigantesca operación urbanística que ha supuesto la demolición de la mayor parte de los edificios militares que existían en este lugar.
Esta misma mañana he recibido un e-mail de la asociación Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid) en el que informaban de la demolición del cuartel del Batallón de Zapadores de Campamento, situado en la carretera de Extremadura. Este emblemático edificio fue clave en la sublevación militar de julio de 1936 en Madrid, la cual, como es sabido, supuso el inicio a la Guerra Civil.
Una vez más, un trozo de Historia es  reducido a escombros por las palas excavadoras. Desconozco el valor arquitectónico, o de otra índole, que pudiera tener el edificio que está siendo demolido. Tampoco me apetece ahora entrar a reflexionar sobre la manera en la que, con demasiada frecuencia, es tratado el patrimonio histórico y cultural en nuestro país, cuestión que, creo, ha sido ampliamente abordada en diferentes contenidos de este blog, y a la que, tristemente, será necesario volver una y otra vez. Pero sí me ha parecido oportuno, en esta ocasión, plasmar algunas reseñas de los acontecimientos que se vivieron entre los muros de dicho edificio en aquel lejano, pero trascendental, verano de 1936:
El 19 de julio, de paisano y en secreto, el general Miguel García de la Herrán llega a Carabanchel, donde se encuentra ya el teniente coronel Alberto Álvarez de Rementería, para ponerse al frente de la sublevación. En este cantón, los sublevados contaban con unos 1.100 hombres y abundante artillería, aunque la adhesión de la tropa era dudosa.
García de la Herrán, una vez que toma el mando del cantón de Campamento, decide formar una columna con la que marchar sobre Madrid. Esta fuerza estaría constituida por tres baterías del Regimiento a Caballo, ametralladoras y el Batallón de Zapadores, pero los sublevados de Campamento se enfrentaban a un serio problema para poder desarrollar con éxito sus planes, los aeródromos de Cuatro Vientos, Getafe y Barajas permanecían fieles al Gobierno, con sus aparatos en disposición de actuar contra las guarniciones sublevadas en la urbe y sus cantones.
El general García de la Herrán intenta que León Trejo, jefe de la base de Cuatro Vientos, se sume a la sublevación, pero la negativa de Trejo es rotunda. García de la Herrán decide entonces bombardear con la artillería los aeródromos de Cuatro Vientos y Getafe. Al amanecer del día 20, una batería, un obús del 15,5 y otro del 10,5 comienzan un intenso, pero nada eficaz,  bombardeo contra Cuatro Vientos. La acción sirve de poco porque pronto vuelan sobre Campamento aparatos gubernamentales procedentes de Getafe que inutilizarán alguna de las piezas artilleras y hostigarán con sus pasadas los cuarteles sublevados.
Al ataque aéreo se sumó pronto el ataque terrestre de las milicias y Fuerzas del Orden que, al mando del coronel Mangada, ascendían desde la Casa de Campo por el Paseo de Extremadura. El primer ataque fue rechazado con contundencia por el fuego de la artillería y las ametralladoras de los sublevados, que causaron numerosas bajas entre los atacantes, pero, a medida que la mañana avanzaba, la situación se fue haciendo más complicada para los sublevados. Las fuerzas de Mangada recibieron apoyo artillero procedente de Getafe, y, según iban transcurriendo las horas, los cuarteles de Campamento se fueron viendo cada vez más cercados por una creciente masa de milicianos. A media mañana las bajas entre los sublevados eran muy elevadas y el hostigamiento de la aviación y la artillería gubernamental fue haciendo mella en la moral de la tropa. Comienzan así las rendiciones de los cuarteles de Campamento, primero de la Escuela de Equitación, y, poco después, van apareciendo sábanas blancas en el Cuartel de Artillería a Caballo, en el Grupo Antiaéreo y en la Escuela Central de Tiro.
En el Cuartel de Zapadores, donde se encontraban los principales mandos  de la sublevación, la situación se vuelve insostenible. Rodeados de enemigos, castigados por la artillería y la aviación, e intensamente hostigados desde la calle y los cuarteles próximos que acababan de ser ocupados por los milicianos, comenzaron las deserciones y sediciones entre la tropa. Poco después, algunos núcleos facilitaron la entrada de los gubernamentales en el edificio, lo que supondría el principio del fin para los rebeldes. García de la Herrán muere en circunstancias poco claras (parece que asesinado por sus propios soldados), por su parte, Álvarez de Rementería, haciendo uso de su pistola, resistiría algunos minutos más en la parte alta del edificio, hasta que es abatido por una descarga.
La sublevación del cantón de Campamento había sido derrotada y sus jefes muertos. Desde este lugar, partió hacia el centro de la ciudad una especie de desfile de la victoria en la que se mezclaron los elementos civiles y militares que habían permanecido fieles al gobierno republicano. En la urbe, este desfile se fue mezclando con quienes también celebraban la caída del Cuartel de la Montaña y del resto de cantones sublevados. Era la calurosa tarde del lunes 20 de julio de 1936, comenzaban así, tres largos años de guerra y revolución.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografías: Demolición del cuartel del Batallón de Zapadores, imágenes proporcionadas por GEFREMA (2012).
  

viernes, 20 de abril de 2012

113) RETAMARES




Uno de los lugares más vinculados con las actividades militares en el noroeste de Madrid es Retamares, situado al sur de Pozuelo de Alarcón, en una amplia franja de terreno que antaño estaba comprendida entre Molino de Viento al norte, el Ventorro del Cano al oeste, Ventorro de la Rubia al sur y la carretera de Extremadura al Este.

La historia de Retamares está íntimamente unida a la del ejército en Madrid. Desde finales del siglo XIX se hizo imperiosa la necesidad de amplios  espacios en los que las tropas acuarteladas en las ciudades pudieran desarrollar sus prácticas, maniobras e instrucción. La revolución que iba experimentado el armamento, la renovación de las tácticas y estrategias militares, y las características de unos ejércitos cada vez más modernos y especializados, provocaron que las condiciones que presentaban los tradicionales cuarteles urbanos resultaran insuficientes para atender las nuevas necesidades del ejército. Con el objetivo de subsanar esta situación, y evitar los peligros y molestias que suponían las actividades militares para la población civil, el Ministerio de la Guerra comenzó a realizar diferentes gestiones encaminadas a conseguir terrenos ubicados a una distancia adecuada de los núcleos de población. De esta manera, no solo se quería proporcionar a las diferentes guarniciones el espacio suficiente que éstas requerían, también se pretendía dotar sus actividades de cierta discreción y secretismo.

Madrid  fue una de las primeras ciudades españolas en las que se buscaron nuevos espacios para satisfacer las necesidades del ejército. De una manera no siempre clara ni legal, el Ministerio de la Guerra se fue haciendo con terrenos pertenecientes a diferentes municipios. Es así como, a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, en las cercanías de la capital, poco a poco fueron surgiendo una serie de cuarteles y áreas de uso estrictamente militar que acabaron conociéndose como los cantones de Madrid.

Estos cantones cumplían una doble función, por un lado satisfacer la ya mencionada necesidad de espacios adecuados para las guarniciones madrileñas, por otro lado, se quería dotar a la capital española, sede de la Jefatura de Estado, de un cinturón defensivo capaz de proteger militarmente a la ciudad. Hoy en día puede resultar extraño que, a finales del siglo XIX, se considerase necesario dotar a Madrid de este tipo de defensa, pero si repasamos la Historia Contemporánea de España comprobaremos que los pronunciamientos, las insurrecciones, las sublevaciones y los motines de diferente signo constituían una amenaza muy real. Algo parecido puede decirse de las primeras décadas del siglo XX, donde a las tradicionales tensiones políticas y militares se sumaron las de carácter social, con un incipiente movimiento obrero y campesino de carácter revolucionario que en más de una ocasión pondría en serios apuros a los gobiernos de turno en diferentes puntos del país. Lo paradójico de esta cuestión es que, en diferentes ocasiones, serían precisamente los mandos y guarniciones de esos mismos cuarteles que conformaban los cantones de Madrid los que se terminarían convirtiendo en una seria amenaza para las autoridades con sede en la capital.

Es así como, en vísperas de la guerra civil,  además de los cuarteles situados en el mismo casco urbano (Maestranza y Parque de Artillería en el barrio de Pacífico, el Cuartel del Paseo de María Cristina, La Montaña, Infante Don Juan en Paseo Moret…), podemos encontrar una serie de acuartelamientos en torno a la capital, algunos de los cuales jugarían un papel muy destacado durante la sublevación militar de julio de 1936: Vicálvaro, Carabanchel, Getafe, Leganés, Cuatro Vientos,  El Pardo…

Por lo que respecta a Retamares, fue este uno de los primeros lugares que desde finales del siglo XIX se fue transformando en  una zona de uso exclusivamente militar. Un uso militar que, en mayor o menor medida, ha continuado hasta nuestros días. Por aquél entonces, la zona que era conocida tanto por el nombre de Dehesa de Carabanchel como por el de Dehesa de los Retamares, o Retamares a secas, consistía en una gran finca de propiedad municipal que el ejército había utilizado ya en diferentes ocasiones, con el consentimiento o la pasividad de las respectivas autoridades municipales, para sus prácticas y ejercicios de artillería, caballería e infantería. Pero a comienzos del siglo XX, el Ministerio de la Guerra decidió tomar posesión de toda la zona, así como de otra amplia franja de terreno en torno a la carretera de Extremadura, la cual, en poco tiempo, se convertiría en la zona militar de Campamento. La forma en la que el Ministerio de la Guerra se apropió en aquél entonces de esa enorme cantidad de terreno, en detrimento de los intereses municipales, no fue todo lo limpia y clara que cabría esperar, pudiéndose hablar de un evidente caso de especulación, corrupción y prevaricación de la época, algo que nos tememos volvería a repetirse un siglo después, cuando el Ministerio de Defensa, en 2005, decidió el desmantelamiento de la mayor parte de estos complejos militares, iniciándose una turbia operación urbanística de gran escala que todavía continúa. Pero volvamos al principio.

Desde el primer momento, Retamares fue empleado como campo de instrucción y maniobras, y muy pronto comenzaron a construirse edificios para el acuartelamiento de la tropa. Las características del terreno propiciaron también la realización de los ejercicios prácticos de las unidades de Ingenieros y Zapadores (fortificación, comunicaciones, castramentación, pontoneros…), convirtiéndose el Campamento de Retamares en el principal centro con el que contaba el ejército español para estos fines. De esta manera, durante las primeras décadas del siglo XX fueron llegando a Retamares diferentes novedades de ingeniería militar para probarlas y aprender su manejo: excavadoras mecánicas, puentes, pasarelas y pontones, equipos de iluminación, grupos electrógenos, lanzallamas, proyectores de señales, aparatos para detectar los trabajos de minado del enemigo, incluso, un ferrocarril de campaña. Diferentes aparatos e ingenios que, poco a poco, iban revolucionando la forma de hacer la guerra. Retamares fue también un magnífico campo de pruebas para la fortificación de campaña que, a raíz de la Primera Guerra Mundial, experimentaría un desarrollo espectacular (atrincheramientos, casamatas, parapetos, refugios, campos de alambradas de espino, blockhaus…).

Puede decirse que Retamares, durante las tres primeras décadas del siglo XX, se convirtió en uno de los principales laboratorios de pruebas del ejército español, donde se emplearían por vez primera materiales, armamento, técnicas y tácticas que después serían empleadas en combates reales, como fue el caso de Marruecos o de la propia guerra civil, lo que provocó que en la zona fueran construyéndose numerosas y muy variadas instalaciones militares. 

Entre estas instalaciones destacarían los polvorines, que durante décadas constituyeron una de las principales reservas de munición y explosivos de la región centro. El primero de ellos se construyó en 1912, al que rápidamente se fueron añadiendo otros. Las características de estos polvorines consistían en una serie de depósitos de tamaño medio, ubicados en el centro de grandes hondonadas artificiales con el objetivo de que, en caso de accidente, las paredes de tierra que rodeaban los arsenales minimizaran en lo posible los efectos de la onda expansiva que provocaría una explosión de esas características.  El lugar elegido para construir estos polvorines fue Monte Gancedo, en el centro de la zona militar de Retamares, evitando así los peligros para la población civil y las posibles actividades de espionaje o sabotaje sobre los mismos. Lógicamente, los Polvorines de Retamares y el enorme arsenal que contenían constituían un lugar especialmente sensible que requería de una protección especial. Por este motivo, contaba con su propio cuerpo de guardia y todo su perímetro  se dotó de las más altas medidas de seguridad y control, fortificando el lugar con atrincheramientos, campos de alambradas de espino, puestos de vigilancia, e incluso, fortines y casamatas de hormigón. Unas fortificaciones que, de una manera u otra, los republicanos aprovecharían para intentar frenar el avance de las tropas de Franco en noviembre de 1936, pero luego volveremos a ello.

Una cosa que siempre me ha resultado llamativo es la poca atención que aparentemente recibieron los polvorines de Retamares durante la preparación de la sublevación militar en Madrid en 1936. Parece lógico pensar que semejante arsenal fuera tenido muy en cuenta, tanto por los que preparaban la sublevación, como por los que intentaban enfrentarse a ella. Sin embargo, en la casi totalidad de los trabajos que he leído sobre este tema apenas he podido encontrar referencias al respecto. La excepción es el libro de Maximiano García Venero, “Madrid julio 1936” (Edt. Tebas, Madrid, 1973), una lectura, por cierto, muy recomendable.

Según García Venero, los polvorines de Retamares y sus acuartelamientos en 1936 eran una posición clave, ya que abastecían de explosivos, municiones de artillería, de ametralladora y de fusil a las tropas situadas en Madrid y sus cantones. La guarnición con la que contaban los polvorines en el mes de julio era de cien hombres pertenecientes al Regimiento de Infantería nº 1, y según el autor, sus depósitos en vísperas de la sublevación estaban saturados de material. Al mando del Regimiento de Infantería nº 1 se encontraba el coronel Tulio López, amigo personal del general Miaja, al que se consideraba adicto al régimen republicano, pero cuya fidelidad y lealtad, llegada la ocasión, se demostró no ser tan clara y decidida como las autoridades republicanas habían pensado.

En opinión de García Venero, el único de los generales alzados que pareció advertir la máxima importancia que tenían los Polvorines de Retamares fue el general Miguel García de la Herrán, pero la forma en la que se fueron sucediendo los acontecimientos en las vísperas del 19 de julio de 1936 provocó que los sublevados terminasen actuando de forma improvisada, sin apenas conexión entre ellos y tomando, posiblemente, las peores decisiones para alcanzar sus objetivos.

Como es sabido, García de la Herrán se trasladó secretamente al cuartel de Zapadores de Carabanchel la tarde del 19 de julio, poniéndose al mando de la guarnición para participar en la sublevación militar. Mientras esto ocurría, en Retamares la tensión se acrecentaba por momentos. Relativamente aislados, la guarnición que protegía los polvorines, al igual que iba sucediendo en el resto de los cuarteles de la ciudad, se mostraba inquieta y confundida. De hecho, esa misma mañana se había vivido ya una situación delicada cuando el teniente Guillermo Leret, que mandaba el retén del Regimiento nº 1 que custodiaba los arsenales, se había negado tajantemente a cumplir la orden dada por un comandante de Artillería para que le entregase, nada más y nada menos, que tres millones de cartuchos de los depósitos de munición.

Una de las primeras órdenes de García de la Herrán fue, precisamente, el refuerzo de la guardia de los polvorines de Retamares con fuerzas afines a los sublevados bajo el mando del capitán Carlos Domínguez, asegurándose de esa manera su control y consiguiendo una ventaja táctica que inquietó a las autoridades republicanas, pero que el desarrollo de los acontecimientos la convertiría en estéril e inoperante. Parece ser que los sublevados, al ver frustradas sus tentativas, se plantearon la posibilidad de volar los polvorines de Retamares, evitando así que éstos pudieran ser empleados por los gubernamentales para reducir a los sublevados en otras provincias, o que los depósitos de munición y bombas acabaran siendo asaltados por los milicianos de las diferentes tendencias políticas. Pero finalmente no lo hicieron, y los polvorines de Retamares acabaron controlados por fuerzas militares leales a la República.

Como ya se ha indicado, unos meses después de estos sucesos, en noviembre de 1936, toda la zona de Retamares se convirtió en un campo de batalla en el que los republicanos intentarían frenar el imparable avance de las tropas de Franco sobre la capital. Un avance que el día 4 de noviembre había supuesto la ocupación de Alcorcón por parte de las tropas de Asensio, Leganés por parte de las de Barrón y Getafe por las de Tella. Las tropas republicanas se desbandan sin apenas ofrecer resistencia y toda la zona de Retamares, Campamento, Carabanchel Alto y Villaverde, con la silueta de Madrid como telón de fondo, quedaba convertida en primera línea de fuego y objetivo prioritario de las fuerzas atacantes, como paso previo para comenzar el asalto definitivo a la capital.

El día 6, Asensio ocupó Campamento y Barrón Carabanchel Alto. Ese mismo día, por la mañana, las fuerzas de Castejón, que cubrían el flanco izquierdo de las columnas atacantes, avanzaron desde Villaviciosa de Odón para atacar la línea comprendida por Ventorro del Cano, el Cuartel de Ingenieros, los Polvorines de Retamares y Molino de Viento. En general, es muy poco lo que se ha escrito sobre los combates que se produjeron en la periferia de Madrid en las jornadas previas al asalto definitivo a la ciudad, y la mayor parte de los trabajos serios que se han publicado se limitan a hacer simples menciones de los mismos sin apenas profundizar en ellos. Según la prensa de la época, los combates en Retamares rozaron el heroísmo más extremo, pero estas crónicas no pueden ser tenidas demasiado en cuenta como fuentes historiográficas fiables. Algo parecido puede decirse de la literatura de carácter épico que comenzó a publicarse desde los mismos días del conflicto, y que continuaría haciéndolo una vez terminada la guerra, durante las primeras décadas de dictadura franquista. Tal sería el caso de autores como Víctor Ruiz Albéniz (más conocido como “El Tebib Arrumi” y al que un día tendría que dedicar un espacio en este blog) y su colección “La reconquista de España”, dirigida al público infantil y juvenil, o Luís Montán y sus “Episodios de la Guerra Civil”.

Fuera como fuese, lo cierto es que la columna Castejón inició su avance la mañana del 6 de noviembre y para la tarde de ese mismo día había ocupado ya todos sus objetivos. Cierto es que el propio Castejón resultó herido en aquella jornada y que según las crónicas de la época los legionarios y regulares que asaltaron Retamares chocaron con una tenaz resistencia de los republicanos, que se habían parapetado en sólidos y bien organizados atrincheramientos, en los que no faltaban las fortificaciones de hormigón. Es muy probable que las fortificaciones a las que hacen alusión estas crónicas formaran parte, en gran medida, de los sistemas defensivos que rodeaban ya los Polvorines de Retamares antes de la guerra civil, y que éstas fueran aprovechadas por los republicanos para ralentizar el avance enemigo, pero si hay algo que realmente caracterizó esas  jornadas de lucha en la periferia de Madrid fue el caos, la improvisación y la desorganización más absoluta entre las filas republicanas, las cuales, a pesar de protagonizar algunos episodios de verdadero heroísmo y sacrificio, fueron incapaces de detener el empuje de las columnas atacantes, que alcanzaron los arrabales de Madrid y la Casa de Campo en un tiempo relativamente rápido. 

Tras la Batalla de Madrid, Ventorro del Cano y Retamares serían las bases de partida de las columnas  que atacaron Pozuelo de Alarcón y vértice Valle Rubios, en el primer intento de corte de la carretera de La Coruña por parte de las tropas de Franco, combates en los que no me detendré en este momento porque ya han sido ampliamente tratados en diferentes apartados de este blog. Terminada la Batalla de la Carretera de La Coruña, la zona e Retamares quedó integrada en la retaguardia del Ejército Nacional hasta el final de la guerra, siendo sus instalaciones empleadas para diferentes fines y jugando un papel muy importante en el sistema de comunicaciones y suministros de las líneas del frente madrileño. Según he podido comprobar al consultar la documentación militar de la época, Retamares se convirtió también en una importante posición artillera.

Finalizada la guerra, Retamares volvió a sus tradicionales usos: acuartelamiento, campo de instrucción, tiro y maniobras, polvorines, etc.  Se construyeron nuevos cuarteles, que se convirtieron en sede de diferentes unidades de la División Acorazada Brunete (el Regimiento Caballería Ligera Acorazada, Villaviciosa 14, Grupo Logístico y Grupo Artillería Anti Aerea Ligera y parte de la XI Brigada Mecanizada). Parte de las tropas acuarteladas en Retamares se vieron inmersas en la intentona golpista del 23-F, cuando entre las 19:00 y las 20:00 horas de aquella tensa jornada, tres escuadrones de blindados procedentes de Retamares ocuparon las instalaciones de RTVE de Prado del Rey.

Algo que sorprendentemente ha pasado desapercibido para muchos vecinos del noroeste madrileño es el hecho de que, desde 1999 hasta 2011, Retamares se convirtió en la sede del Cuartel General Subregional Conjunto Sudoeste de la OTAN, órgano responsable del planeamiento de las operaciones de defensa colectiva en el área Sudoeste de Europa, incluidas las islas Canarias. En este cuartel general, inaugurado bajo el Gobierno de José María Aznar, con la presencia del entonces Secretario General de la OTAN, Javier Solana, trabajaron cuatrocientos militares de once nacionalidades diferentes pertenecientes a las diversas armas. En 2003, el Cuartel General Subregional de Retamares se convirtió en el Mando de Componente Terrestre para el Sur de Europa, al acordar los ministros de Defensa de la OTAN una reducción drástica del número de mandos militares aliados a fin de modernizar la Alianza y adaptarla a las nuevas realidades. Función que cumplió hasta 2011, en que se decidió su cierre definitivo.

Aunque en Retamares siguen existiendo diversos acuartelamientos y zonas militares, en febrero de 2000, la Gerencia de de Infraestructura y Equipamiento de la Defensa firmó un convenio con el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón por el que este se comprometía a incluir los terrenos del Ministerio de Defensa, Polvorín Retamares, dentro del Plan General que se estaba tramitando. El Ministerio cedió las 20 hectáreas de suelo de Montegancedo al Ayuntamiento, siendo estas reclasificadas como suelo urbano. Sin embargo, en diciembre de 2005, la Gerencia de Infraestructura y Equipamiento de la Defensa sacaba a pública subasta los terrenos "Polvorín Retamares" y, en enero de 2006, se los adjudicaba a la Inmobiliaria Lualca. Estos acuerdos permitieron la apertura pública de buena parte de unos terrenos que, durante más de un siglo, habían estado destinados a usos exclusivamente militares, pero también supuso su conversión a suelo residencial, sin valorar el patrimonio histórico que pueda existir en ellos, ya que, entre otros motivos, el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, hasta la fecha, no ha elaborado su correspondiente Catálogo de Espacios y Bienes protegidos del municipio, tal y como establece la ley de Patrimonio de la Comunidad de Madrid.

Tengo que agradecer muy especialmente a Guillermo Poza Madera, compañero de Gefrema e incansable estudiosos de la historia del noroeste de Madrid, haber sido la primera persona que, hace ya un par de años, me llevó a visitar Retamares. Primero en una visita relámpago preparatoria de la estupenda ruta que estaba organizando para los socios de Gefrema, y después, durante la propia ruta, en la que pudimos recorrer la zona más tranquilamente, visitando los restos de los Polvorines y de las instalaciones defensivas que le daban protección (garitas, torres de vigilancia, etc.), así como otras huellas de la intensa actividad militar que durante décadas se ha desarrollado en aquél lugar: galerías de tiro al aire libre, diferentes ruinas, numerosos atrincheramientos de todo tipo y abundantes restos de cartuchería que aparecen a simple vista procedentes de las prácticas y maniobras militares que se han efectuado en Retamares durante décadas. Tanto es así, que puede decirse que en un par de paseos por la zona, con un poco de paciencia y atención, uno puede hacerse con una respetable colección de vainas, peines y balas de los diferentes calibres y modelos de armas de fuego que ha utilizado el ejército español en los últimos cien años de historia (Mauser, Star, Hostchkiss Cetme, MG-42…).

Las limitaciones de este blog me impiden alargarme más en el tema, quedando en el tintero aspectos realmente curiosos como el Reducto de la Estrella, la línea ferroviaria Cuatro Vientos-Brunete, detalles sobre las unidades militares y los diferentes cuarteles de Retamares, etc. Por ello, quien desee ampliar y complementar información sobre Retamares, le recomiendo visitar el Foro de Gefrema, donde Guillermo colgó abundante documentación que, como suele ser habitual en este Foro, se fue ampliando con las colaboraciones y aportaciones de otros compañeros. 


JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ


Fotografía: Cuartel de Retamares (JMCM, 2010)

miércoles, 1 de febrero de 2012

110) RUTA GEFREMA EN LA MARAZUELA




El pasado domingo 29 de enero de 2011, Gefrema volvió a organizar una ruta por el municipio de Las Rozas (y ya van cinco), con José Ignacio Fernández Bazán, Guillermo Poza Madera y Javier M. Calvo Martínez, como guías de la misma.

Este año, la ruta comenzó en la estación de cercanías de Las Rozas, visitando la Colonia de Santa Ana y el Cerro de la Paloma, es decir, los mismos lugares en los que, durante la guerra, quedaron establecidas las primeras líneas de fuego franquistas en este sector del frente.

A continuación, la ruta continuó su recorrido visitando los restos de fortificaciones republicanas que existen en la zona de El Arenalón, algunas de ellas dentro del área protegida del parque regional de la Cuenca Alta del Río Manzanares.

Como otros años, los asistentes a la ruta de Gefrema, además de disfrutar de un agradable paseo, pudimos compartir conocimientos e impresiones respecto a los restos visitados y a los sucesos que durante la guerra acontecieron en esos mismos lugares.

Esperamos poder seguir realizando actividades de este tipo, con el fin de contribuir al conocimiento y preservación del patrimonio histórico y arqueológico relacionado con la guerra civil.

Como siempre, queremos dar las gracias, tanto a los asistentes, como a los organizadores de la ruta.


PROYECTO FRENTE DE BATALLA

Fotografía de Guilpomad

miércoles, 9 de febrero de 2011

101) GEFREMA EN EL VÉRTICE CUMBRE



Un año más, como ya viene siendo habitual, el mes de enero ha sido el elegido por el Grupo de Estudios del Frente de Madrid (Gefrema), para organizar una de sus rutas por el sector de Las Rozas. En esta ocasión, dicha ruta (realizada el domingo 30/1/2011) ha trascurrido por los restos de las posiciones nacionales que aun pueden ser visitadas en torno a la carretera M-851. Una zona que fue escenario de duros combates durante la última fase de Batalla de la Carretera de La Coruña, en enero de 1937.

El primer punto de la ruta fue el Vértice Cumbre, donde se recorrieron los diferentes restos de fortificaciones existentes en el lugar. El día, frío y desapacible, y con la niebla cubriendo el paisaje, sirvió para evocar con más facilidad los combates entablados en aquella posición durante el invierno de 1937.

En la posición Vértice Cumbre también se combatió durante el verano de 1937, en la última fase de la Batalla de Brunete. En la ruta de Gefrema, Javier M. Calvo Martínez leyó algunos de los partes de operaciones de uno y otro ejército correspondientes a aquellos combates, lo que permitió, más de setenta años después, conocer y entender sobre el terreno y en el mismo escenario en el que se habían desarrollado, la dureza de los mismos.

La ruta continuó y se complementó con la visita a la Posición 38 Oriental Guadarrama, donde siguió debatiéndose e intercambiando impresiones y opiniones entre los asistentes.

Un año más, Gefrema continúa con su labor de estudio sobre esta parte de nuestro Pasado reciente, realizando una enorme labor divulgativa y un decidido esfuerzo en el cuidado y reivindicación del patrimonio histórico y cultural que aun resiste el embate de los tiempos y las agresiones de todo tipo. Desde "Proyecto Frente de Batalla", queremos dar las gracias a todos los asistentes y, muy especialmente a J. I. Fernández Bazán y G. Poza Madera, por su esfuerzo y dedicación.


“PROYECTO FRENTE DE BATALLA”


Fotografía: Foto de familia de los asistentes a la ruta del 30 de enero de 2011. (Foto de R. Capa).

domingo, 24 de enero de 2010

67) VISITA A LA LÍNEA DEL FRENTE



El domingo 24 de enero de 2010, convocada por GEFREMA  (Grupo de Estudios del Frente de Madrid), se desarrolló una nueva ruta por los escenarios de la guerra civil en Las Rozas.

En esta ocasión, la zona elegida fue La Puentecilla, en donde sobreviven abundantes restos de fortificaciones republicanas. Aunque el tiempo amenazaba lluvia, pronto comenzó a abrir y los algo más de veinte asistentes pudimos disfrutar de un interesante recorrido.

Esta ruta ha sido resultado de la colaboración entre José Ignacio Fernández Bazán, Guillermo Poza Madera y Javier M. Calvo Martínez. La jornada se ha querido dedicar a la memoria de José Ignacio Piñuelo, socio de GEFREMA y entusiasta estudioso de la guerra civil en Madrid, recientemente fallecido.

En esta ruta, además de abundantes restos de atrincheramientos, se han visitado un total de nueve nidos de ametralladoras en diverso estado de conservación. Las posiciones visitadas, de las que pronto hablaremos más extensamente en este blog, corresponden a los trabajos de fortificación que el II Cuerpo de Ejército Republicano realizó en esta zona desde el verano de 1938.

A lo largo del recorrido, las explicaciones de los diferentes guías han podido ser ampliadas y complementadas por las aportaciones del resto de asistentes, lo que ha convertido la jornada en un enriquecedor intercambio de información y conocimientos.

Desde “Proyecto Frente de Batalla”, que ha colaborado principalmente en la localización de los restos visitados y en la explicación histórico-militar de los mismos, queremos agradecer, tanto a los organizadores de la ruta, como a los asistentes a la misma, su atención e interés.

Además del trabajo de estudio e investigación de la guerra civil en el noroeste de Madrid, en “Proyecto Frente de Batalla” siempre hemos creído importante trabajar en la difusión socio-cultural del mismo, para que cada vez más personas conozcan esta parte de nuestra Historia y sepan valorar los diferentes restos que de ella se conservan. Por ello, esperamos que iniciativas de este tipo sigan realizándose.


"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"

Fotografía: Un momento de la ruta del domingo 24 de enero de 2010 (JMCM)

martes, 21 de julio de 2009

40) POSICIÓN JACA







Uno de los lugares más emblemáticos relacionado con la guerra civil en Madrid es sin duda la “Posición Jaca”, nombre en clave del que fue el Cuartel General del Ejército Republicano del Centro.

Está ubicado en la Alameda de Osuna, dentro del Parque del Capricho, junto al palacio del siglo XVIII, y se trata de un gran refugio subterráneo, a una profundidad que oscila entre los 14 y los 16 m. La entrada principal (que es doble), fue construida aprovechando un talud del terreno que está situado frente a una de las fachadas laterales del palacio. Además de este acceso, el refugio cuenta con otras dos entradas (o salidas), una en los propios jardines, y otra que conduce al exterior del recinto del Parque del Capricho. Estas puertas, dan paso a unas pronunciadas escaleras, construidas en ángulos rectos y zig-zag, para minimizar los efectos de posibles explosiones (onda expansiva, metralla…).

El refugio consiste en una gran galería central de unos 30 m de longitud, 2 m de ancho y 2,50 m de alto, a cuyos lados se van abriendo habitaciones, que en su día, tuvieron diferentes funciones (sanitarios, cuarto de maquinas, oficinas…). Aunque han desaparecidos, el refugio contó con generador de electricidad, depósitos de combustibles, conducción de agua potable, sistema de ventilación y diferentes sistemas de comunicación (teléfono, telégrafo…). Tres grandes chimeneas (5 m en el exterior) ayudaban a la correcta ventilación del interior.

Una de las cosas que más llaman la atención dentro del refugio, son las enormes puertas metálicas de acceso, y las que cierran los pasillos subterráneos. Diseñadas por ingenieros navales (los mismos que diseñaban las compuertas de barcos y submarinos), cerraban herméticamente el refugio, protegiéndolo de un hipotético bombardeo con gases tóxicos o agentes químicos.

La “Posición Jaca”, con capacidad para unas 200 personas, se construyó en el primer semestre de 1937, y allí se trasladó el Alto Mando republicano, abandonando su antigua ubicación en los sótanos del Ministerio del Hacienda. Pero no debemos equivocarnos, el refugio, popularmente conocido como el “Bunker de Miaja”, no era la residencia habitual del mando del Ejército Centro o de su Estado Mayor. Ésta, estaba en el magnífico palacio de la Alameda de Osuna, en cuyos jardines, además del refugio, se encontraban otras dependencias e instalaciones (polvorín, alojamiento de tropa, cocheras…). El refugio, que de manera habitual albergaría diferentes oficinas, debió de ser utilizado por los altos mandos sólo en momentos de peligro, ya que, aunque el Palacio de Osuna se encontraba fuera del alcance de la artillería enemiga, no ocurría lo mismo con el riesgo que suponían los bombardeos aéreos, que fueron haciéndose más comunes y peligrosos a lo largo de la guerra.

La Posición Jaca y demás instalaciones del Capricho fueron utilizadas, entre otros, por el Jefe del Ejército Centro, el general José Miaja Menant, que tenía su residencia y despacho en el palacio. Miaja residirá en la Alameda de Osuna hasta abril de 1938, momento en el que se hace cargo de la jefatura del Grupo de Ejércitos de la Región Centro-Sur, y se traslada a Valencia. Su puesto sería ocupado por el coronel Segismundo Casado López, que mantendría el Cuartel General del Centro en la Alameda de Osuna hasta el final de la guerra.

La Posición Jaca fue escenario de los combates que se desarrollaron al final de la guerra en Madrid entre comunistas y casadistas. El día 7 de marzo de 1939 el lugar fue ocupado por los comunistas, siendo reconquistado el día 8 por los partidarios de la Junta de Defensa.

En la actualidad, la visita a los jardines del Capricho, propiedad del Ayuntamiento de Madrid, se encuentra restringida a grupos pequeños los fines de semana. El emblemático refugio permanece cerrado, y la visita resulta muy complicada, más bien imposible sin un permiso especial del Departamento de Jardines Históricos del Ayuntamiento de Madrid. El pasado viernes 17 de julio, un grupo de afortunados tuvimos ocasión de acceder al interior de esta construcción. Guiados por Antonio Morcillo López, presidente de Gefrema y uno de los mayores expertos de la guerra civil en Madrid (recomiendo a los interesados en la “Posición Jaca” su artículo publicado en la revista “Frente de Madrid” nº 11), pudimos recorrer las diferentes estancias subterráneas y conocer, in situ, los secretos de este enigmático lugar.

Cuando la pesada puerta metálica de cierre hermético se abrió, una bocanada de Historia nos dio a todos y todas en la cara. Descender las escaleras, atravesar las abovedadas galerías y habitaciones subterráneas, supuso un encuentro con el Pasado cargado de magnetismo y emoción.

"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"

Fotografía 1: Acceso exterior principal del refugio (JMCM)
Fotografía 2: Entrada subterránea (JMCM)
Fotografía 3: Una de las habitaciones subterráneas (JMCM)
Fotografía 4: Galería central (JMCM)
Fotografía 5: Cuarto de maquinas (JMCM)

lunes, 26 de enero de 2009

14) DOMINGO EN LAS TRINCHERAS


Como ya anunciamos con anterioridad, el domingo 25 de enero de 2009, se desarrolló la ruta que la asociación Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid) organizó junto a "Proyecto Frente de Batalla", por alguno de los restos de la guerra civil existentes en Las Rozas.

Con un nutrido número de asistentes (entre 15 y 20 personas) y a pesar de las inclemencias meteorológicas, recorrimos la Dehesa de Navalcarbón, Fuente del Cura y Nava Los Santos, lugares en los que abundan los vestigios de lo que fue parte de la línea de frente republicana. Aunque, en ciertos momentos la lluvia nos castigó sin piedad, pudimos completar el recorrido, visitando cerca de veinte fortificaciones, numerosos trazados de trincheras y otros interesantes restos. A lo largo del recorrido se pudieron intercambiar impresiones y conocimientos, lo que resultó de gran interés para todos.

Las posiciones visitadas en la ruta formaban parte de la "línea de detención o de resistencia" que el II º Cuerpo del Ejército Centro de la República construyó en este sector del frente. Esta "línea de detención" consistía en un complejo entramado defensivo que se extendía a retaguardia de la primera línea de frente o primera línea de fuego. Su principal función era frenar una posible rotura del frente por parte del enemigo. Para ello se desarrollaba un intenso plan de obras y fortificaciones en un lugar estratégico, en el cual, pudiera trabajarse con más eficacia y seguridad, lejos del constante hostigamiento enemigo de las primeras líneas que, lógicamente, intentaba dificultar e impedir el fortalecimiento del adversario.

Los restos que hoy se conservan en esos lugares, son piezas de un incompleto rompecabezas, pequeños fragmentos de una extensa red de trincheras, refugios, almacenes, observatorios y fortificaciones que nos sirven para hacernos una idea de lo que fue el frente en esta zona.

Observando estos vestigios, resulta evidente que el mando republicano dio una importancia de primer orden a la seguridad de este sector, acometiendo una constante mejora, ampliación y reforzamiento de las posiciones a lo largo de toda la guerra. Recorrer estas líneas constituye una magnífica muestra de arquitectura militar y un evocador recuerdo de que aquí, no hace tanto tiempo, hubo una guerra.

Satisfechos con los resultados, sólo nos queda el reconocimiento a los que han hecho posible la ruta, y agradecer, a todos y todas, su asistencia e interés a pesar de que, en ciertos momentos, el tiempo no acompañara.


"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"

Fotografía: Un momento de la ruta del domingo 29 de enero de 2009 (JMCM)

miércoles, 21 de enero de 2009

12) RUTA GEFREMA EN LAS ROZAS




“PROYECTO FRENTE DE BATALLA”, en conexión con uno de sus objetivos principales, el estudio de la guerra civil en el noroeste de Madrid y su divulgación socio-cultural, ha venido colaborando, en los últimos meses, con Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid).Resultado de esta colaboración será la ruta que, el domingo 25 de enero de 2009, desarrollará Gefrema, para sus socios al corriente de pago, en Las Rozas.

Desde “FRENTE DE BATALLA” hemos intentado ayudar a quien será el guía de la ruta, José Ignacio Fernández Bazán. Nuestra colaboración se ha centrado, principalmente, en la localización de fortines, trincheras y otros lugares de interés en la zona noroeste de Madrid, así como en el intercambio de opiniones, interpretaciones y conocimientos, sobre la guerra civil en esta zona.

Javier M. Calvo Martínez, estudioso desde hace muchos años de la guerra civil española en el noroeste de Madrid, ha aportado parte de sus conocimientos, guiando a José Ignacio por el terreno, indicando la situación de las fortificaciones y aportando interesante información sobre la batalla de la Carretera de La Coruña y el frente que se estableció tras ésta.

La ruta, que por la elección de su fecha, pretende conmemorar la batalla de la Carretera de La Coruña, transcurrirá por alguno de los numerosos restos de lo que fueron las líneas de frente republicanas, establecidas en Las Rozas tras los combates de enero de 1937.El recorrido se desarrollará por la Dehesa de Navalcarbón, Fuente del Cura y Nava los Santos. En estos lugares visitaremos los restos de unas veinte fortificaciones de cemento y roca (algunas en un excelente estado de conservación) y otras interesantes huellas que aun se conservan en la zona.

Esperamos que iniciativas de este tipo continúen desarrollándose, contribuyendo, de esta manera, a la difusión y conocimiento de nuestra historia reciente, fomentando un mayor respeto hacia el cuidado y mantenimiento de este patrimonio cultural.

"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"

Fotografías de alguno de las fortificaciones que se verán en la ruta.
Fotografías 1 y 2: Dehesa de Navalcarbón (JMCM)
Fotografía 3: Fuente del Cura (JMCM)