viernes, 5 de marzo de 2010

73) Trincheras del noroeste


TRINCHERAS DEL NOROESTE

“TELEGRAMA OFICIAL. GABINETE TELEGRÁFICO. MINISTERIO DE LA GUERRA

Madrid, Alcalá de Henares.

Del General Jefe del Ejército Centro al General Jefe de la Defensa de Madrid. Orden que se transmite para su conocimiento y cumplimiento al Jefe de la Novena División, al Jefe de la Tercera División en El Escorial y al Jefe de la Segunda División en Guadarrama.

En contestación a su escrito fecha 14 del corriente y vistas sus manifestaciones debe de ordenar lo siguiente:

1º) Fortificar la línea cota 700 (al Este del Km. 19 del Ferrocarril)-Km. 20 de la carretera de La Coruña-Km. 4 de la carretera a Las Rozas-500 m al Oeste del Km. 2 de la carretera de Villanueva del Pardillo-1 Km. al Norte de Villanueva del Pardillo.

2º) Guarnecerla con un mínimo de seis batallones y tres baterías de alcance máximo de entre las disponibles en su agrupación.

3º) Retirar a la zona Torrelodones-Galapagar-Hoyo de Manzanares-El Escorial al resto de fuerzas de la agrupación para que se reorganicen y descansen teniendo preparados a su inmediación camiones de que disponen por si fuera necesario su transporte urgente a otro emplazamiento del frente de este Ejército (…)

Comuníqueme, en el día de mañana, la composición y emplazamiento de las unidades que guarnecen la línea defensiva citada.”

Estos son algunos fragmentos del telegrama en el que el general Pozas, Jefe del Ejército Centro Republicano, daba la orden para que las tropas que se encontraban desplegadas en el noroeste de Madrid, cesaran los combates y se establecieran en plan defensivo. Eran mediados del mes de enero de 1937, y la batalla de la carretera de La Coruña había llegado a su fin.

Por su parte, las tropas nacionales, prácticamente agotadas en fuerzas y recursos tras haber logrado contener los últimos contraataques republicanos iniciados el día 11 de enero en el sector de Las Rozas-Majadahonda-Villanueva del Pardillo, hacían lo propio, comenzando una incesante labor fortificadora que daría lugar a una guerra de trincheras o guerra de posiciones que, hasta el final de la contienda, caracterizaría a este sector del frente. Un sector en el que, en muchos puntos, las posiciones de unos y otros, apenas estarían separadas por unas decenas de metros.

Desde este momento, va a ir tejiéndose por el paisaje una especie de telaraña compuesta de trincheras, parapetos, galerías, túneles, alambradas de espino, fortines, casamatas, chabolas, refugios, observatorios, sacos terreros, pozos de tirador y nidos de ametralladora, que constituirían lo que se denominó un “Frente Estable”.

Uno frente a otro, cada ejército comienza a clavarse al terreno. Día a día, cientos de hombres van a verse inmersos en esta locura que les condena a vivir en la tierra excavada, cubiertos de la vista del enemigo para evitar ser alcanzados por sus disparos, pero a la vez, vigilantes y acechantes a los movimientos del contrario, intentando predecir y anticiparse a sus intenciones. Protegerse y vigilar. Cavar y combatir. Fortificar y destruir.

La guerra de trincheras, un tipo de guerra que había alcanzado su máxima crueldad y brutalidad en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), se reproducía ahora en Madrid, alcanzando incluso, sus arrabales y algunos de sus barrios.

Durante casi tres años, una estrecha tierra de nadie separó las dos Españas. Una tierra de nadie, muchas veces confusa y poco clara. Cambiante, traicionera y extremadamente peligrosa, en la que las destrucciones, las ruinas, los cráteres de las explosiones, el silbido de las balas, los cadáveres abandonados… se convirtieron en los elementos cotidianos, proporcionando al entorno un aire surrealista e irreal, crudo y deprimente.

Como si de topos o lombrices se tratase, los soldados tuvieron que acostumbrarse a vivir semienterrados en zanjas, galerías y subterráneos. Huecos y agujeros toscamente trabajados, incómodos, angostos y tristes. Unas trincheras que en verano se convertían en verdaderas parrillas y en invierno en lodazales inmundos. Lugares donde los parásitos y las enfermedades podían llegar a resultar tan desesperantes como el constante hostigamiento del enemigo. Un tipo de guerra que acabaría causando más bajas que las sufridas en el transcurso de las grandes batallas.

Unos trabajos que no cesaron en ningún momento. Por el contrario, fueron en constante aumento, ampliando y perfeccionando las líneas, manteniéndolas y fortaleciéndolas de manera incesante. Llama la atención el hecho de que en los partes informativos de los dos ejércitos sigan apareciendo alusiones a estos trabajos hasta las mismas vísperas del final de la guerra.

Una labor en la que los técnicos e ingenieros militares volcaron enormes esfuerzos. Planes y proyectos de defensa y fortificación diseñados en croquis y documentos que luego eran desarrollados sobre el terreno, demostrando su acierto o ineficacia. Teoría y práctica retroalimentándose mutuamente sobre la marcha de ataques, contraataques, golpes de mano, minas y contraminas, acciones de descubierta, operaciones locales, etc. que terminaron por alterar y modificar el espacio, siendo necesario el uso de nuevos topónimos que sirvieran de referencia para situarse en los mapas y que hacían clara alusión a los “desastres de la guerra”: “Posición Volada”, “Casa Destruida”, “Parapeto de la Muerte”, “Loma Fortificada”, “Loma Artillera”…

Los vestigios de aquel pasado siguen siendo visibles en el terreno. Como heridas mal cicatrizadas, muchos trazados de trincheras forman hoy parte del paisaje. Lomas, colinas y cerros surcados por un zigzagueante rastro de lo que fueron unas líneas defensivas en las que cientos de hombres aguantaron las penurias de la guerra.

A pesar de los muchos años transcurridos, el tiempo aun no ha logrado borrar del todo su presencia. Una presencia que pasa inadvertida para mucha gente, pero que delata parte del Pasado aquí vivido.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografías: Restos de trincheras en Las Rozas y Majadahonda (JMCM)

Documentación procedente del AGMA

2 comentarios:

  1. Después de mucho tiempo leyendo tu blog, me gustaría decirte que valoro mucho lo que publicas - haces público. Se que este interés geográfico-histórico, algo irracional, que compartimos no es mayoritario. No por eso la calidad de lo que expones es menor, aunque seamos pocos los afortunados.

    Permites conocer hechos de períodos poco y mal recogidos por la historia. De espacios de mi niñez. De aficiones chatarreras y de virtuosismo ojeador compartido sin ninguna humildad. Y esa información histórica la haces literatura.

    Mi respeto y admiración.

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  2. Muchísimas gracias. Tus palabras son muy amables.

    Principalmente, este blog responde a una necesidad. Durante mucho tiempo, mi cabeza y mi sentir se fueron llenando. Llenando de ideas, de datos, de imágenes, de impresiones, de lecturas, de paseos, de mapas, de hallazgos, de nombres, de fechas, de imaginaciones, de documentos, de paisajes…

    Para que todo eso no terminase estallando en mi interior, un día decidí ir dándole salida, encauzando toda esta locura en algo concreto que me sirviera para darle forma y sentido. Así, ha ido surgiendo este blog. En él, unas cosas están mejor y otras peor, unos contenidos son más interesantes que otros, habrá partes que gusten más y otras menos, pero lo que si puedo asegurar, es que está hecho con cariño.

    El que todo esto pueda llegar a interesar o gustar a otras personas resulta realmente emocionante y, evidentemente, me anima a seguir desarrollándolo.

    Una vez más, muchas gracias.

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