UNA ENSALADA DE TIROS
Hay gente que va al campo a coger setas. Otros se dedican a buscar fósiles y minerales. También hay quienes recogen flores, espárragos, cardillos, acederas u otros tipos de plantas comestibles. A mí, de vez en cuando, me gusta ir a buscar balas.
Con algo de paciencia y buena vista, sabiendo donde y cómo, resulta relativamente habitual poder localizar restos de todo tipo de munición. La guerra civil, como todas las guerras, supuso un intenso derroche de material bélico. Setenta años después, a pesar del paso del tiempo y la erosión, de las labores de limpieza que realizó el ejército durante años, del trabajo de recogida hecho por los chatarreros y “metralleros” de la posguerra, a pesar de las grandes transformaciones sufridas en muchos entornos, aun hoy, es posible toparse con estos vestigios del pasado.
Casi tres años de guerra dieron para mucho tiro, y miles de pequeños proyectiles se esparcieron por toda la región noroeste de Madrid. Miles de balas mortales que no encontraron su objetivo. Balas de múltiples calibres, con diferentes formas y tamaños. Balas procedentes de medio mundo (Alemania, Francia, EEUU, Italia, México, URSS…) que hoy constituyen una clara prueba de que aquí, no hace tanto tiempo, hubo una guerra.
Con la mirada atenta, mientras recorres las viejas posiciones o los olvidados campos de batalla, puedes toparte con estos restos. A mi me gusta recogerlas, limpiarlas, identificarlas, catalogarlas y coleccionarlas.
En realidad es como buscar una aguja en un pajar, pero poco a poco, te acostumbras a localizarlas. Tu ojo se “tecnifica” y aprendes a detectar formas, tamaños, colores que permanecen semienterrados o prácticamente ocultos en el terreno, esperando a que un día, más de setenta años después de que fueran disparadas, pases por ahí, las veas y las recojas.
Conociendo parte de la Historia que hay detrás de ellas, sabiendo algo de los combates con los que están relacionadas, no pueden dejar de resultar ciertamente evocadoras, provocando diferentes impresiones y sentimientos.
En ocasiones, intentas compartir la emoción que te produce este tipo de hallazgos con otras personas. En general suelen mostrar indiferencia, incapaces de ver poco más que pequeños trozos de metal oxidado, simple chatarrilla. Algunos muestran cierto interés o curiosidad. Entonces aprovechas para explicarles algo sobre el tema.
Les hablas de cosas tales como que cuando se apretaba el gatillo del fusil, el percutor era impulsado hacia adelante por la fuerza de su muelle, lo que provocaba que la punta del percutor golpeara bruscamente sobre el fulminante, que por tal motivo se inflamaba. Entonces, por los oídos del culote se comunicaba el fuego a la carga de pólvora, cuya combustión, producía unos gases que ejercían una potentísima presión en el interior del cartucho, lo que provocaba que la bala se desengarzara del cuello o gollete de la vaina, tomara las estrías o rayas del ánima (haciéndola tomar un movimiento de rotación) y fuera proyectada hacia el objetivo contra el que se apuntaba el arma.
Les explicas cosas así, y ellos te escuchan con aparente atención, aunque con cara de estar pensando: “pero que me está contando este tipo”.
El noroeste madrileño, al igual que muchos otros lugares, esta repleto de estos restos:
Munición de Moisin-Nagant, de Mauser, de 303 British, de Ariaska, de Lebel, de Winchester, de Berdan, de Remington… Calibres del 7 mm, del 7,5, del 8, del 9… En fin, lo que popularmente se suele definir como una auténtica “ensalada” de tiros.
Mucho más que trozos de metal oxidado. Pequeños vestigios del Pasado. Recordatorios de un una terrible guerra.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografía: Surtido de balas recogidas en diferentes paseos por Las Rozas (JMCM)
Estimado Javier:
ResponderEliminarRecientemente he encontrado balas de Veterli italianas,pero supongo que estas remesas serían cuanto menos escasas pues era un arma que ya en la época tenía fama de ''anticualla''.
Hola Nacho.
ResponderEliminarEfectivamente, el fusil Vetterli (que, si no me equivoco, había sido diseñado hacia 1865 por Friedrich Vitterli para el Ejército suizo) era ya un fusil anticuado cuando estalló la guerra civil española. Pero no te equivoques, el que cierto tipo de armamento resultase casi obsoleto, no significa que no fuera utilizado durante la contienda. De hecho, a España llegó gran cantidad de material caduco procedente de los arsenales militares de muchos países, que aprovecharon el momento para hacer negocio fácil y librarse de todo lo que les sobraba (como en todas las guerras).
Con todo, es cierto que el Vetterli-Vitali, en comparación con otros fusiles (Mauser, Mosin…) fue poco utilizado. Pero utilizarse se utilizó.
En el libro “Las armas de la guerra civil española” (J. M. Manrique García y Lucas Molina Franco, La Esfera de los Libros, Madrid, 2006, p. 84) podemos leer:
“Italia aportó unos 240.747 fusiles de repetición, entre varios modelos de Paravicinio-Carcano (Mannlicher), calibre 6,5 x 52 mm, cantidad que incluye los utilizados por el CTV (105.000 de ellos llegaron antes de febrero de 1937) y unos 2.000 anticuados Vetterli-Vitali calibre 11 mm (10,4 x 48R) y otros similares en calibre 6,5. Para estas armas, y las ametralladoras de igual origen, se recibieron de Italia unos 324 millones de cartuchos. Los modelos en concreto fueron:
Fusil Vetterli-Vitali Mod. 1870/81/87 Cal. 11. Medía 1.355 mm y pesaba 4,3 Kg. Cerrojo “combinado” y depósito exterior (de forma irregular) para cartuchos; su alcance eficaz era 1.800 m y su velocidad inicial 400 m/s.
Fusil Vetterli-Mannlicher-Carcano Mod. 1870/87/91 Cal. 6,5 mm. Medía 1.355 mm de longitud y pesaba 4,4 Kg; su alcance eficaz era 2.000 m y su velocidad inicial (Vo) 700 m/s. Cargador tipo Mannlicher para 6 disparos; una vez agotado el cargador, el peine vacío cae por la parte inferior. Para colocar el seguro había que avanzar la aleta del mismo antes de montar el cerrojo; para quitarlo bastaba levantar el mango del cerrojo.”
Según este estudio, Italia envío unos 2.000 fusiles Vetterli-Vitali, pero el número de este tipo de fusiles llegados a España a través de otros proveedores fue mayor, situándolo algunos investigadores en unos 16.000.
Algunos enlaces interesantes:
http://www.municion.org/10_4/10_4.htm
http://www.angelfire.com/vt/milsurp/vvet87.html
http://www.militaryrifles.com/Italy/ItalVetVitali.htm
Un saludo.
Gracias por tantos datos Javier,las he encontrado en alrededores a Poazuelo,pero tan sólo dos balas.
ResponderEliminarPodrían decirme, si la marca que queda en la vaina tras ser disparada, y que muestra dos orificios en vez de uno, ¿es por que ha sido disparada con ametrelladora?. Tanto en vainas mauser como mosin nagant.Gracias
ResponderEliminarcaramullo@hotmail.com
Hola Santiago.
ResponderEliminarLa verdad, no lo se, pero nunca he escuchado ni leído algo por el estilo. En principio, cualquier arma de fuego (fusil, pistola, ametralladora, metralleta…) percute una sola vez sobre cada cartucho.
A lo mejor se trata de algún tipo de percutor especial, que deje dos orificios en vez de uno, o quizás se trate de un encasquillamiento o, lo más probable, de una vaina que ha sido reutilizada, algo muy frecuente durante la guerra civil, especialmente en el ejército republicano que, a medida que iba desarrollándose el conflicto, fue entrando en una importante carencia de material.
De hecho, son muchos los documentos de unidades republicanas que he podido consultar en los que se ordena a la tropa que recuperen el mayor número posible de vainas para poder mandarlas a la retaguardia y volver a ser cargadas.
Son algunas de las cosas que se me ocurren, pero tampoco domino demasiado el tema.
Un saludo.