VOLUNTARIOS RUMANOS
A las afueras de Majadahonda, junto a la carretera de Boadilla y muy próximo al cementerio municipal, se levanta un curioso monumento íntimamente relacionado con la batalla de la carretera de La Coruña.
Construido en granito sobre una explanada que domina el entorno, se yergue una columna flanqueada por cuatro arcos y coronada con una gran cruz metálica. El recinto, que un día estuvo vallado pero al que hoy en día se puede acceder sin ningún problema, conserva varios mástiles en los que hace mucho tiempo que no ondea ninguna bandera. Como suele ser habitual, todo el entorno se encuentra en un lamentable estado de conservación, repleto de basuras y desperdicios de todo tipo. En lo alto del monumento puede leerse la siguiente inscripción:
A Ion Mota y Vasile Marin, caídos por Dios España y Rumania. 13-1-1937
Junto a esta inscripción, aparece una reja, símbolo de la Guardia de Hierro rumana, de la que hablaremos más abajo.
Si observamos con atención, en la base, grabadas en la piedra se reproducen dos supuestas citas de estos personajes: “He amado a Cristo y he marchado feliz a la muerte por él” (Ion Mota); “Lo he hecho con el mismo amor con el que lo hubiera hecho por mi patria” (Vasile Marin).
¿Quiénes eran estas personas a cuya memoria se levanta un monumento tan particular en Majadahonda?
La Guerra Civil fue uno de los más trágicos episodios de nuestra Historia, pero, como es sabido, la contienda española se convirtió en un importante campo de batalla ideológico al que acudieron voluntarios de medio mundo y en el que participaron, directa o indirectamente, diferentes Estados.
Entre aquellos que apoyaron a Franco encontramos algunos voluntarios rumanos, fueron muy pocos, pero como podemos comprobar, algunos dejaron su huella en el noroeste madrileño.
Desde la década de los años veinte Rumania, al igual que otros muchos países europeos, había experimentado la aparición de organizaciones y grupos fascistas. En 1927, Corneliu Zelea Codreanu, jurista con formación militar, fundó la “Legión de San Miguel Arcángel”, organización ultra-nacionalista con un fuerte componente religiosos (cristianismo ortodoxo), antisemita y enemiga a muerte del comunismo, el parlamentarismo y el liberalismo. Esta organización se dotó de un brazo armado, la “Guardia de Hierro”, colectivo paramilitar encargado de su protección y del hostigamiento contra los enemigos políticos.
Como ocurrió en otros países, el movimiento fascista de Codrenau fue adquiriendo cierto peso en la vida política rumana al combinar métodos legales (elecciones, alianzas políticas…) con otros ilegales (violencia, paramilitares…). En no pocas ocasiones, el rey Carol II se sirvió de esta organización para realizar el trabajo sucio contra la izquierda de Rumania, aunque, puede decirse, que nunca existió una confianza mutua, ya que el monarca rumano terminó persiguiendo a este movimiento, desarrollando una contundente represión contra Codrenau y sus seguidores a finales de los años 30.
El alzamiento militar del 18 de julio de 1936 llamó la atención del fascismo rumano que creyó encontrar una clara afinidad en los postulados de los sublevados. En diciembre de 1936 decidieron enviar una delegación a España con el objetivo de mostrar su apoyo a la "causa hermana". Junto a Mota y Marin acudieron: el maestro Banica Dobre, de 20 años de edad; el ingeniero Clime, de 47 años; el reverendo padre Dumitrescu (en algunas fuentes aparece con el nombre de Dimitriu Borsa); el aristócrata Georgios Cantacuzino, de 70 años y héroe de la I ª Guerra Mundial; y Neculai Totu, ingeniero agrónomo y abogado de 32 años.
La delegación rumana organizó un acto simbólico en el que se entrogó al general Moscardó (el héroe del Alcázar) una espada (réplica de la que siglos antes, el rey español Felipe III había regalado al príncipe rumano Miguel el Sabio), estableciéndose a la vez diferentes actos de hermandad entre los delegados rumanos y la Falange.
A raíz de estos episodios, algunos de los miembros de la Guardia de Hierro decidieron quedarse en España y combatir en las filas franquistas. Entre los más entusiastas partidarios de combatir en suelo español destacó Ion Mota. Mota, abogado que en aquel entonces contaba 34 años de edad, había sido uno de los fundadores del movimiento fascista en Rumania, destacándose como comprometido militante estudiantil. Dirigente de la Guardia de Hierro y cuñado del propio Codrenau, había intentado sin éxito combatir en Etiopia junto al ejército expedicionario italiano. Ahora veía en España el lugar idóneo donde luchar en defensa de sus ideales.
Por su parte, Vasile Marin, también abogado y dirigente de la Guardia de Hierro en la región de Bucarest, a sus 32 años ya había cumplido condena en prisión por su participación en el asesinato del Primer Ministro rumano Ion Duca.
Los rumanos voluntarios se alistaron en la Legión y, tras una rápida instrucción, fueron integrados en la 21 Compañía de la VI Bandera, con la que llegaron al frente madrileño tras las Navidades de 1936, en plena batalla de la carretera de La Coruña. Uno de estos voluntarios, Neculai Totu, escribiría el libro “Notas del frente español. 1936-1937”, publicado en castellano el 13 de octubre de 1970 con motivo de la bendición del monumento de Majadahonda. En este libro, Totu recoge sus experiencias en suelo español:
“La Bandera a la que pertenecíamos, la VI, era la más famosa... y de la VI Bandera la Compañía 21 era insuperable (…) Hay unas reglas muy extrañas en el Tercio, que nos han sorprendido mucho. Unas son excelentes, pero otras no tienen mucha justificación. Por ejemplo, cuando estamos en marcha nadie se agacha, sino que seguimos adelante cuando llega el obús. Era considerado miedoso aquel que se agachaba o se doblaba. Tenemos que quedarnos firmes para no disminuir nuestro prestigio. Luego no hay que evitar, ni huir de las balas.”
El 9 de enero de 1937 había terminado la ofensiva del general Orgaz. La carretera de la Coruña estaba cortada desde Las Rozas a la Cuesta de las Perdices, y buena parte de los pueblos al oeste y noroeste de Madrid habían sido ocupados por las columnas franquistas tras jornadas de intensos combates.
Como ya hemos señalado en diferentes puntos de este blog, la contraofensiva republicana no se hizo esperar. A las fuerzas desplegadas en el sector (5ª y 8ª Divisiones republicanas) se va a unir la denominada Agrupación Burillo, situada al sur de El Escorial, con las Brigadas XXXV (Nanetti), XII (“Lukacs”) y XIV (“Walter”), más varios batallones sueltos y los tanques soviéticos. El objetivo es destruir las conquistas enemigas. Lister y Paulov deberán romper el frente desde el monte de El Pardo, la Brigada III (J. M. Galán) avanzará sobre Las Rozas y el bosque de Remisa, y Burillo atacará Majadahonda con el fin de apoderarse del Vértice Cristo.
El 11 de enero comienza la contraofensiva. El primer impulso del ataque republicano es fuerte. Se reconquista el Vértice Cumbre y la presión sobre Las Rozas y Majadahonda es intensa, cortándose la carretera que une a dichos pueblos y llegándo a envolver al primero.
En Majadahonda, la unidad de la que forman parte los voluntarios rumanos recibe la orden de ocupar las cercanías de la carretera de Majadahonda a Boadilla, donde deben cavar trincheras y parapetarse en las lomas del lugar para hacer frente al ataque republicano.
Los combates se desarrollan con fuerza en el terreno comprendido entre Majadahonda, Villanueva del Pardillo y Las Rozas. Tomando como base un bosquecillo al sur de Majadahonda, los republicanos atacan Majadahonda. Los batallones de la XII Brigada Internacional llegan a sus proximidades. Los tanques republicanos actúan con eficacia en un terreno que les es propicio. En algunas zonas los blindados alemanes logran evitar la progresión enemiga. La artillería descarga su furia. Los asaltos y escaramuzas se suceden entre el frío y la niebla que lo envuelven todo. Los defensores resisten bien, son gente dura y fogueada.
La posición en la que se encuentran los voluntarios rumanos es atacada con contundencia. En una de las embestidas de carros e infantería caerán muertos Ion Mota y Vasile Marine. El que prácticamente es su bautismo de fuego será también su final. Sus cuerpos son evacuados pero la lucha continua.
La contraofensiva republicana va perdiendo fuerza. La Compañía de Ametralladoras del Batallón Henri Barbusse, comandada por Gabriel Hubert, se hace fuerte en el antiguo cementerio de Majadahonda (desaparecido en la actualidad), convirtiéndose en una pesadilla para los legionarios y regulares que defienden Majadahonda. Pero para el día 16 la batalla está decidida. Bajo los copos de nieve las tropas republicanas van abandonando sus posiciones, replegándose a sus bases de partida. Concluye así la batalla de la carretera de La Coruña.
Ion Mota y Vasile Marine se convertirían en mártires de la causa fascista rumana. Sus cuerpos fueron embalsamados en Toledo, celebrándose un gran funeral en su memoria. La guerra lleva poco tiempo y todavía es posible honrar a algunos caídos con ciertos honores. La muerte en combate de voluntarios extranjeros supone un importante elemento propagandístico, especialmente para el fascismo rumano, que convierte a Mota y Marine en mártires de su causa. El octogenario general rumano Georgios Cantacuceno, aristócrata y figura muy destacada de la Legión de Hierro, viajo a España para recoger los féretros y solicitar a Franco licencia para que el resto de voluntarios rumanos pudieran volver a su país. Los restos mortales de los nuevos héroes fascistas fueron trasladados a Rumania, haciendo escala en París y en Berlín, en donde el régimen nazi les rindió honores. En su patria, el movimiento fascista desplegó toda su parafernalia y simbología, convirtiendo el suceso en un acto propagandístico y en una exhibición de fuerza.
La participación rumana en las filas de Franco no pasó de la anécdota pero el tiempo y los avatares de la Historia quisieron revestir a ésta de un protagonismo especial. Tras la Segunda Guerra Mundial, Rumania cayó bajo la órbita soviética. Muchos rumanos señalados como anticomunistas fueron represaliados o tuvieron que huir de su patria. Sirva como ejemplo que, salvo el sacerdote Dumitrescu, todos los miembros de la delegación rumana que acudió a España en 1936 fueron fusilados por los comunistas el 21 de septiembre de 1939. Algunos militantes fascistas encontraron asilo en la España de Franco. Estos refugiados, apoyados por excombatientes y simpatizantes españoles, se decidieron a que los nombres de sus camaradas muertos en suelo español no cayeran en el olvido. Se construyó así este monumento. Su valor artístico es nulo, pero gracias a él, hoy en día conocemos el nombre de dos de los caídos en aquellas terribles jornadas. Otros muchos permanecen en el anonimato, sepultados bajo la losa del paso del tiempo y el olvido.
Según señala Andreu Castells en su libro “Las Brigadas Internacionales en la guerra de España”, los rumanos que participaron en el otro bando, es decir, del lado de la República, fueron 615 integrados en las Brigadas Internacionales. De ellos murieron 43 y otros 12 fueron dados por desaparecidos, los heridos ascendieron a 322. Que yo sepa, no existe ningún monumento en su memoria.
Todos los años, el 13 de enero (fecha en la que cayeron los voluntarios rumanos) diversas organizaciones y grupos fascistas y de extrema derecha se concentran en este monumento a las afueras de Majadahonda. En el acto también participa algún miembro de la Iglesia ortodoxa rumana. Entre cánticos, discursos, banderas y coronas de flores, recuerdan a sus mártires caídos. Normalmente, en los días previos, tienen que adecentar un poco el lugar, donde con frecuencia, aparecen pintadas antifascistas.
El resto del año el monumento es poco transitado, a excepción de los fines de semana y días festivos, en los que se convierte en un lugar idóneo para los militantes del “botellón”. Los grafitis lo cubren todo, y los fragmentos de metralla que hace setenta años arrasaban el lugar, han sido sustituidos por multitud de cristales rotos y residuos de todo tipo.
En el centro del recinto monumental, en el lugar exacto en el que supuestamente cayeron Mota y Marine, se colocó una gran cruz de granito sobre un pedernal que ha sufrido todo tipo de agresiones, teniendo que ser sustituida por otra metálica que parece va a terminar corriendo el mismo trágico final de su predecesora.
Cualquiera que visite el Cerro de la Radio, que se extiende a espaldas del cementerio de Majadahonda, podrá encontrar sin ningún problema el monumento a los fascistas italianos. Sorprendentemente, este cerrillo que se levanta entre el pueblo y las relativamente recientes construcciones del Carralero, permanece sin edificar (quizás se deba a la proximidad del cementerio municipal). Por la zona, a simple vista, es fácil encontrar restos de metralla. También se comprende la importancia estratégica que tuvo el lugar, tanto en la ofensiva franquista de los primeros días de enero de 1937, como en la consiguiente contraofensiva republicana de mediados de ese mismo mes.
Las bajas en aquellos combates fueron muchas. Combatientes de uno y otro bando, en su mayoría anónimos, de los que ya no queda ni el recuerdo (aunque existen algunas excepciones).
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografía 1: Aspecto originario del monumento.
Fotografías 2-4: Diferentes detalles del monumento en la actualidad, algo adecentado de cara al acto que se celebra todos los años en él (JMCM)
me ha parecido muy interesante pues no conocía la existencia del monumento aun después de llevar 20 años por la zona. un día con tiempo pasare a verlo.
ResponderEliminarHola Andrés. Bienvenido al blog. Agradezco mucho tus comentarios. El monumento de Majadahonda bien merece una visita. Conocer un poco el por qué de su existencia y lo que ocurrió en ese lugar, sin duda, enriquece y hace que resulte más sugerente.
ResponderEliminarLamentablemente, la mayor parte de los que vivieron aquellos trágicos acontecimientos permanecen olvidados.
Monumentos como éste (cuestiones ideológicas a parte), nos recuerdan o nos descubren que,en los mismos lugares por los que hoy nos movemos, no hace demasiado tiempo, hubo una guerra.
No tengo claro que el estudio y conocimiento de la Historia sirva, como suele decirse con frecuencia, para no repetir los mismos errores del pasado (el ser humano parece empeñado en repetir, una y mil veces, los mismos errores). Pero si estoy convencido de que, conocer y entender el pasado, es la única manera para poder comprender el presente.
En el blog, “La guerra civil en la memoria de Majadahonda”, Papalbatros muestra un curioso video en el que aparecen imágenes de la construcción del monumento a los voluntarios rumanos, de los homenajes que éstos recibieron, y de Majadahonda después de la guerra.
ResponderEliminarEl enlace es:
http://laguerracivilenlamemoriademajadahonda.blogspot.com/2010/05/monumento-los-rumanos.html
enhorabuena. Es magnifico el blog.
ResponderEliminarConozco el monumento perfectamente. Aunque me alguna vez me han comentado que no es el lugar exacto de la muerte de los "rumanos" ( los rumanos: así se les conoce en majadahonda)
Me temo que, por fallo técnico, ha sido suprimido un comentario que hacía referencia a este monumento.
ResponderEliminarSi su autor fuera tan amable de volver a enviarlo, le estaríamos todos muy agradecidos.
Un saludo y perdón por las molestias
Hola Gerión. Soy Carlos Blanco y creo que te refieres a mi acerca del "comentario perdido". No recuerdo lo que dije entonces. Pero sigo con gran interés "Frente de batalla" y te felicito por lo riguroso de su información. En este año espero terminar un libro acerca del Movimiento Legionario rumano o Guardia de Hierro, a partir del monumento a Mota y Marín. También hay información acerca de la Casa de la Radio Argentina, de la Cruz que yo llamo " de la Dehesa" y del monolito dedicado a Blanco Aguirre. Estaría encantado de ponerme en contacto contigo y poder avanzar contenidos, en la medida de lo posible. Saludos cordiales. Carlos Blanco 637931091.
ResponderEliminarHola Carlos.
ResponderEliminarSí, sin ninguna duda, me refería a tu comentario. Me alegro de que hayas vuelto a contactar.
Celebro que te guste este blog y te resulte interesante, especialmente, tratándose de alguien que también investiga sobre el pasado de esta zona.
Si quieres, escríbeme a frentedebatalla@mixmail.com y tratamos un poco el tema. A ver qué da de sí la cosa.
Un saludo.
En Majadahonda se instauró como día festivo escolar "Día de los Rumanos", no había colegio ese día, nos obligaban a ir donde se encuentra el monumento y rendir honores a los rumanos, de acuerdo al adoctrinamiento fascista que recibíamos en la escuela.
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