CERRO DE LOS GAMOS
La inmensa mayoría de los fortines de la guerra civil existentes en el noroeste de Madrid datan de la etapa final de la contienda. Éstos son consecuencia de los diferentes proyectos de fortificación diseñados por uno y otro ejército desde finales de 1937, pero cuyos primeros resultados comenzarían a apreciarse a lo largo de 1938, especialmente en su segunda mitad.
Terminada la Batalla de Brunete (julio de 1937) la guerra, definitivamente, se traslada a otros escenarios de la Península. Madrid deja de ser el objetivo principal de los franquistas, convencidos irremediablemente de que su conquista no es posible y que el éxito de la contienda ha de resolverse en otros frentes.
Hay que trasladar tropas a otros lugares y en los frentes del Centro se desarrolla una intensa labor de fortificación que asegure las posiciones de sitiados y sitiadores. No es que con anterioridad no existiesen fortines, pero la inmensa mayoría estaban construidos con sacos terreros, rocas, rollizos de madera y otros materiales improvisados y habían ido surgiendo sin responder a un plan bien definido, de forma un tanto caótica.
Desde finales de 1937 y, sobretodo, a lo largo de 1938 se va a imponer un criterio único y homogéneo para cada Sector. Es por ello que, en cada zona del frente madrileño, podemos hablar de modelos prototipo de fortines. Cada Cuerpo de Ejército, atendiendo a las características del terreno que ocupan, la disponibilidad de materiales y las posibilidades de sus respectivos Batallones de Zapadores, van a ir sustituyendo los primarios nidos de ametralladoras por otros construidos con materiales más sólidos y seguros, especialmente cemento, metal y hormigón. Comienza así, una intensa y bien planificada actividad fortificadora que sólo se verá interrumpida por el definitivo final de la contienda.
Por lo que respecta al Ejército Nacional, en el noroeste madrileño abundan los construidos con hormigón encofrado, variando su tipología en función de la utilidad que la construcción tuviera (posición anti-carro, arma automática, puesto de fusileros, etc.). Los republicanos, por su parte, optarán mayoritariamente por las construcciones de mampostería (los más abundantes en la zona), con tipologías diferentes para el I Cuerpo de Ejército y para el II Cuerpo de Ejército. En los últimos meses de la guerra, un nuevo plan de fortificación republicano implicará la construcción de algunos nidos de hormigón de muy buena calidad (de los que nos han llegado algunos ejemplos en la Dehesa de Navalcarbón, en Las Rozas, o en los actuales terrenos de la UNED, en Nava los Santos, en Monterozas).
Quiere esto decir que, en líneas generales y en contra de lo que algunas personas creen, los fortines que hoy en día nos encontramos en el noroeste de Madrid, no sufrieron los embates de las grandes batallas desarrolladas en la zona (Batalla de la Carretera de La Coruña y Batalla de Brunete), por la sencilla razón de que no se habían construido cuando estas se produjeron. Más bien son consecuencias de éstas y sirvieron para asegurar el terreno que cada ejército ocupó tras las mismas.
Sin embargo, en los meses previos a la Batalla de Madrid (iniciada a principios de noviembre de 1936), ante el imparable avance de las columnas franquistas hacia la capital, se construyeron, a través del conocido como “Plan Masquelet”, una serie de fortificaciones para intentar defender Madrid. Fueron éstas, construcciones de hormigón armado de una gran calidad y de las que nos han llegado numerosos ejemplos distribuidos por diferentes puntos de la Comunidad.
En general, responden a una tipología similar: de gran tamaño, forma cúbica, muchos de ellos emparejados y con una única y amplia tronera. Sus restos, algunos parece que no pudieron ser finalizados, rodean a Madrid, apareciendo en lugares tan dispares como la carretera de Barcelona, Alameda de Osuna, Cerro de los Ángeles, Getafe, Leganés, carretera de Burgos…
Por lo que respecta al noroeste madrileño, afortunadamente contamos con interesantes ejemplos de este tipo de fortines en la Dehesa de la Villa, El Pardo, Pozuelo y Aravaca. En la revista "Frente de Madrid" nº 12, editada por GEFREMA (Grupo de Estudios del Frente de Madrid), aparece un interesante artículo sobre estas fortificaciones, escrito por el investigador Jacinto Arévalo Molina, con el título "El cinturón de Madrid, una fortificación olvidada".
Lamentablemente, algunos han desaparecido hace pocos años, siendo el caso más sangrante el de los fortines del Cerro de Bularas, en Pozuelo, donde la mala fe de algunas personas, cegadas por una avaricia que esperamos se les acabe indigestando, les llevó a destruir ruinmente dos magníficos fortines que se encontraban en perfecto estado de conservación, ante el temor de que pudieran convertirse en un obstáculo para sus delirios urbanísticos. Todo con la pasividad, cuando no complicidad, de la Administración de turno.
Es intolerable que el Patrimonio histórico-cultural que pertenece a todos, dependa de los intereses particulares de ciertos individuos que demuestran tener una nula sensibilidad al respecto. Por fortuna, contamos con la otra cara de la moneda, como es el caso de los fortines de Camarines (Aravaca) que miran hacia la carretera de Castilla. Dos magníficos ejemplares que gracias a la iniciativa y esfuerzo de GEFREMA, no sólo se han salvado de terminar enterrados, sino que de forma periódica se intentan cuidar y mantener en buenas condiciones.
Pese a todo, en Pozuelo todavía se conservan algunos buenos ejemplos de las fortificaciones que la República construyó antes de noviembre de 1936 para intentar defender Madrid. Dos de estas construcciones las encontramos en la Calle Isla de Sálvora, esquina Avenida del Monte, y aunque se encuentran en una propiedad privada, pueden verse perfectamente desde la valla metálica. Además de estas construcciones, existen otros dos fortines en el Cerro de los Gamos, en los cuales vamos a detenernos un poco más.
El Cerro de los Gamos formó parte de lo que en la época se conocía como Bosque de Remisa, una masa boscosa entre Pozuelo y Majadahonda, actualmente dividida en fincas públicas y privadas, tales como el Monte del Pilar, Monte de Pozuelo, antigua Finca de los Oriol, y numerosos “mordiscos” que han supuesto la construcción de diversas urbanizaciones y edificios de empresas en la zona. Buena parte de éste bosque (una de las zonas verdes más importantes del noroeste de Madrid) es de uso público y perfectamente se puede pasear por él, disfrutando de un entorno muy agradable.
Durante la batalla de la carretera de La Coruña, las cotas y lomas del Bosque de Remisa se convirtieron en importantes objetivos militares, sucediéndose duros combates a lo largo de varias jornadas. Entre sus árboles y matorrales, se desarrolló una confusa lucha debido a las características del terreno, propicio a las sorpresas y las emboscadas y en donde era normal la desorientación de las tropas. Los episodios más duros se produjeron en las escasas construcciones existentes en su interior, convenientemente fortificadas y por cuya posesión se produjeron numerosas bajas en ambos ejércitos. Especialmente la llamada “Casa de Remisa”, un pequeño conjunto de construcciones situadas en la cota más alta del bosque.
Controlado definitivamente por los franquistas en torno al 6 de enero de 1937, las alturas de Remisa se convirtieron en unos observatorios privilegiados y en unas excelentes posiciones desde las que batir la carretera de La Coruña y las líneas republicanas al otro lado de la misma. Además, los numerosos caminos y pistas que surcaban el bosque, sirvieron como importantes vías de comunicación de las líneas franquistas en este sector del frente, ocultas a la vista del enemigo por la masa boscosa.
Son muy pocos los restos que en la actualidad podemos encontrar de la guerra civil en lo que fue el Bosque de Remisa. Algunos restos de trincheras, en general muy difuminadas por la erosión, muchas veces casi indetectables, una bala o resto de metralla que esporádicamente aparece en el terreno y poco más.
Sin ninguna duda, los restos más importantes y significativos de la guerra civil en esta zona, lo constituyen los fortines republicanos del Cerro de los Gamos, en el extremo oriental del bosque, casi pegados a la M-40, frente a Pozuelo. Como hemos señalado anteriormente, estas construcciones formaron parte del plan defensivo desarrollado entorno a la capital durante los meses previos a la Batalla de Madrid. Su estado de conservación, salvo los habituales desperdicios que suelen encontrarse en el interior de estas construcciones, es excelente.
Se trata de una pareja de fortines de hormigón, de forma cúbica con la cubierta exterior ligeramente abovedada. La planta de cada uno de ellos tiene unas medidas de unos 3 m x 4,30 m aproximadamente, con un acceso en la parte trasera y otro en uno de los laterales que servía para comunicar a ambos fortines. Cada fortín cuenta con una única tronera y sus muros tienen un grosor de 1,5 m.
Como curiosidad, cabe destacar que en la cubierta de uno de ellos, sus constructores grabaron en el hormigón fresco las inscripciones “UHP” y “UGT”, si bien es cierto que el tamaño de las mismas es muy pequeño y que en la actualidad resulta difícil detectarlas, por lo que normalmente pasan desapercibidas.
Verdaderamente, estos fortines siguen transmitiendo cierto respeto y es fácil imaginar lo que en la época, con sus correspondientes armas automáticas asomando por las troneras, debieron de suponer para quienes se propusieran atacar la posición. Del papel que estas construcciones pudieron jugar durante las jornadas de la batalla de la carretera de la Coruña, hasta la fecha, no cuento con datos ni información significativa. Parece ser que, en general, su efectividad fue muy limitada y, en cualquier caso, es evidente que no impidieron el avance de las columnas franquistas.
El caos y la desorganización que en diferentes momentos reinó en las filas republicanas parece que restó fuerza al potencial de algunas de estas construcciones. Como ejemplo de esta descoordinación es significativo lo que Mijail Kolstov (del que ya hemos hablado en otros momentos) dejó escrito un 11 de enero de 1937 en uno de sus diarios:
“Con todo su heroísmo, nuestras unidades pagan un alto precio por el confusionismo, la inepcia, la desorganización y, tal vez, la traición en los Estados Mayores. Sólo ahora se supo casualmente que en el bosque de Remisa existían unas fortificaciones muy buenas, construidas en octubre con trincheras, abrigos y emplazamientos de ametralladoras hechos de hormigón. En Madrid nadie se preocupó de comunicárselo a las unidades, que combatieron a doscientos metros de unas trincheras hechas, sin sospechar de su existencia. Los soldados, faltos de tiempo para atrincherarse, abandonaron el bosque.” (Kolstov, M. “Diario de la guerra española”, Madrid, Edt. Akal, 1978, p. 324).
Resulta sugerente imaginar que los emplazamientos de ametralladoras de hormigón de los que habla Kolstov sean los del Cerro de los Gamos, pero carecemos de más datos para poder confirmar esta hipótesis.
Sea como fuera, lo cierto es que, concretamente en el sector de Pozuelo, los republicanos desarrollaron una intensa labor de fortificación. Diversas fuentes nos hablan de la existencia de numerosas construcciones de cemento y hormigón. Muchas fuentes y testimonios del bando franquista señalan lo duro de los combates en Pozuelo, tanto por el coraje con el que se batieron sus defensores, como por lo dificultoso que resultaba el avance, al encontrarse con abundantes y muy sólidas fortificaciones en todo el sector.
En cualquier caso, las posiciones del Cerro de los Gamos y todo Pozuelo terminaron cayendo en poder de los franquistas a lo largo del día 7 de enero de 1937. Los fortines y demás construcciones defensivas construidas por los republicanos quedaron en poder de los franquistas, que lógicamente las utilizarían en su propio beneficio. Evidentemente, los nidos de ametralladoras de hormigón, no pudieron ser utilizados como puestos de tiro, pues sus troneras, en líneas generales, apuntaban en dirección contraria al frente. Pero debieron de ser reutilizados con diferentes fines, tales como almacenes, depósitos, refugios, etc.
Como curiosidad sobre el devenir de las posiciones republicanas del Cerro de los Gamos tras los combates de la batalla de la carretera de La Coruña, reproduzco un fragmento extraído de un interesante informe de la 11 División Nacional, firmado por el Coronel Don Francisco Delgado Serrano (en aquel momento Jefe de dicha División) el 29 de abril de 1937 en Boadilla del Monte. En este documento se realiza un detenido estudio del frente que cubre la División, desde la Ciudad Universitaria hasta Brunete. Al referirse al “SECTOR EL PALNTÍO”, podemos leer:
“Este es el Sector que pudiera llamarse de mayor seguridad, porque la tapia de El Pardo desde el kilómetro 12,500 hasta el kilómetro 15 de la carretera está ocupada por nuestras fuerzas que en ella han abierto aspilleras y prohíben por tanto el que pueda ser asaltada, pero tiene un punto débil que es desde el extremo de la línea en su parte derecha al enlace del Sector de Aravaca que ha obligado a tomar y fortificar fuertemente una casa llamada la Casa Roja para enlazar fuegos con el extremo izquierdo de Aravaca, pero que por la noche, al impedir la visibilidad, queda un espacio de unos 600 metros por el que puede fácilmente penetrar el enemigo y apoderarse del llamado Cerro de los Gamos, donde existen unos atrincheramientos de cemento hechos precisamente por los rojos y que durante el día es imposible ocupar por estar batido desde El Pardo, hasta el extremo de que en él existen todavía 187 cadáveres de rojos que no se han podido enterrar por tal motivo.”
Es decir, que para finales de abril de 1937, casi tres meses después de la ofensiva sobre la carretera de La Coruña, las posiciones del Cerro de los Gamos permanecían dentro de la zona franquista, pero sin poder ser ocupadas eficazmente ya que el fuego republicano barría toda la zona. El aspecto de este lugar debía de tener ciertos tintes apocalípticos pues casi doscientos cadáveres se descomponían en los alrededores.
Evidentemente, hoy en día todo ha cambiado mucho en el Cerro de los Gamos. No se ven decenas de cadáveres esparcidos por los alrededores, ni se corre riesgo de ser alcanzado por los disparos o la metralla. Como recuerdo de todo aquello sólo permanecen los dos nidos de ametralladoras republicanos, impasibles (de momento) al paso del tiempo. La zona ha sido muy alterada por la M-40, sus ramales, salidas e incorporaciones, pero aun así, cada vez que me acerco a este lugar, no puedo evitar pensar en el informe de la 11 División Nacional al que hago referencia y en el infierno en el que se convirtió este lugar en aquellos lejanos días.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografía: Fortines republicanos del Cerro de Los Gamos (JMCM).
Documentación procedente del AGMA
Documentación procedente del AGMA
Felicidades por el artículo!
ResponderEliminarRealmente me ha fascinado,has hecho un buen análisis de esta pareja de búnkers y su entorno.No sólo te has limitado a leer los partes o el diario de Koltsov,sino que has utilizado tu imaginación arqueológica para poder comprender la importancia que tuvieron en su día dicho emplazamiento.
Siempre me ha fascinado este emplazamiento,pues desde niño vivo cerca de ellos.
Pasame tu correo,pues me urge comentarte algun asuntillo!
Hola Chuikov.
ResponderEliminarEncantado de que este artículo te haya resultado interesante. Muchas gracias por tu atención y comentarios.
Mi correo aparece en una de las primeras entradas de este blog. La dirección (para ti, y para todo aquel que la quiera) es:
frentedebatalla@mixmail.com
Un saludo.
Hola, dos correcciones, hay dos errores en las fechas 6 de enero de 1936 y 11 de enero de 1936 que haces mención en el artículo, que se entiende te refieres a 1937.
ResponderEliminarSaludos y gracias por el artículo, muy interesante!
Pues sí, tienes toda la razón. Un lapsus en toda regla.
ResponderEliminarYa lo he corregido. Muchas gracias y un saludo.