martes, 10 de marzo de 2009

21) Un cruce peligroso



UN CRUCE PELIGROSO

En todos los mapas que he podido consultar (el más antiguo data de 1755) aparece un cruce de carreteras al sureste de Las Rozas. Esta encrucijada de caminos, con sus constantes ampliaciones y cambios, ha perdurado hasta nuestros días. Al igual que siempre, está formada por tres carreteras: la actual carretera de La Coruña (que sigue, más o menos, el trazado de la antigua carretera de Segovia y de la vieja cañada de Valladolid), la carretera de El Escorial (antiguo camino Real de Castilla), y la carretera o camino que, desde antaño, ha unido a Las Rozas con Majadahonda.

Actualmente, una rotonda regula el tráfico en este punto (muy intenso en hora punta). En la zona se sitúa una de las entradas al bus-vao, y se levantan diversas urbanizaciones, colegios, un puesto de socorro de la Cruz Roja, un centro de conservación y mantenimiento de la autopista A-6, varios edificios de empresas y algún restaurante. Poca de la gente que vive o pasa por este lugar sabe que en la guerra civil este cruce de carreteras se convirtió, primero, en un cruento campo de batalla, e inmediatamente después de los combates, en una dura y consistente línea de frente.

En los años treinta esta zona era muy diferente a como la vemos hoy en día. Apenas existían construcciones (la vieja torre del telégrafo, algún chalet, un bar de carretera...) y el tráfico de vehículos era mínimo. Donde hoy se levantan urbanizaciones, se extendían entonces eras y campos de cultivo. Las dos carreteras principales eran mucho más estrechas y la actual carretera que lleva a Majadahonda no pasaba de ser un rudimentario camino carretero, polvoriento en verano y embarrado en invierno.

A pesar de este sencillo aspecto, su condición de intersección de importantes vías de comunicación convirtió ésta zona en un objetivo estratégico de primer orden. El 3 de enero de 1937 las columnas rebeldes, al mando del general Orgaz, inician su tercer y definitivo asalto a la carretera de La Coruña. El día 4, la columna Buruaga (tras conquistar el vértice Cristo) y la columna Asensio (que ha ocupado el vértice Manilla y Majadahonda), dirigen su avance hacia Pozuelo-Aravaca, para enlazar con las tropas de García-Escaméz. La columna de Iruretagoyena, tras hacerse con el Castillo de Villafranca, ha ocupado Villanueva del Pardillo, y continúa su avance hacia el vértice Cumbre. Barrón, por su parte, ha desalojado a los republicanos que defendían Romanillos. Su siguiente objetivo es tratar de alcanzar la carretera de La Coruña a la altura de Las Rozas.

El frente republicano al noroeste de Madrid se hace añicos. La penetración es profunda, imparable. Orgaz lanza a la ofensiva toda la potencia de su ejército (artillería, vehículos, infantería, carros y aviones) en una especie de “guerra relámpago” en miniatura.

Las brigadas y batallones republicanos se disgregan, retroceden, pierden terreno frente al empuje enemigo. Tras la conquista de Majadahonda y El Pardillo, las tropas atacantes casi tocan con los dedos la ansiada carretera de La Coruña. La columna de Barrón (a la que se unirá la de Iruretagoyena tras ocupar el vértice Cumbre) recibe la orden de ocupar el cruce de carreteras al sureste de Las Rozas.

Defendiendo éste cruce, y en el pueblo de Las Rozas se encuentran desplegadas fuerzas de la 35 Brigada Mixta (mandada en ese momento por Nino Nanetti) y de la Brigada E (o Brigada de Choque), la del Campesino, que ha sido enviada con urgencia a la zona para intentar restablecer la situación. A estas tropas se han ido uniendo los restos de la XI Brigada Internacional, batallones y combatientes dispersos, tropas que retroceden desde El Pardillo, desde Majadahonda… y que se concentran en Las Rozas para volver a presentar batalla. Las pocas construcciones existentes entre Majadahonda y Las Rozas se han convertido en improvisados fortines. El edificio de Telégrafos de Las Rozas, las pequeñas casas de veraneo, los cobertizos y el “Bar Anita”, un conocido establecimiento de la época situado muy próximo al cruce de carreteras.

El invierno ofrecía toda su crudeza. Las heladas, las temperaturas bajo cero, las espesas nieblas, acompañaron las jornadas de la Batalla de la carretera de La Coruña. Los combatientes caían, muertos o heridos, sobre un terreno embarrado, donde la sangre se fundía con el agua sucia de los charcos.

Las tropas de Iruretagoyena (un regimiento de infantería, caballería y carros, a los que ya mencionamos al hablar del Castillo de Villafranca) atacan desde el oeste, avanzando en torno a la carretera de El Escorial. Las de Barrón lo hacen de frente, desde Majadahonda. Estas últimas están formadas por dos regimientos de infantería (el I y II Tabores de Larache, y el I y II de Melilla, el I Batallón de Ceuta y la VII Bandera de La Legión), apoyados por cuatro baterías y una compañía de carros. Comienzan su ataque por la tarde, pero en invierno anochece pronto. La muerte viene envuelta en la fría oscuridad nocturna. Las armas automáticas mantienen a raya a los asaltantes. Los combatientes luchan entre tinieblas que, fortuitamente, se iluminan por las explosiones y las ráfagas de las ametralladoras. Las sombras se llenan de disparos, de gritos y lamentos, de insultos y maldiciones en diferentes lenguas.

La lucha es cruel, sangrienta y feroz. Los hombres del Campesino seguirán resistiendo un día más entre las ruinas de Las Rozas (en otro momento hablaremos de ellos), pero el cruce de carreteras, tras horas de violentos asaltos, termina cayendo a lo largo de esa noche. De ésta manera, los rebeldes logran alcanzar la carretera de La Coruña. Los partes oficiales de guerra del día 4 de enero de 1937 son ilustrativos:

PARTE FRANQISTA: “Continuó en este frente el brillantísimo ataque comenzado en el día de ayer, siendo coronadas por nuestras tropas todos los objetivos señalados, montándose a caballo de la Carretera de La Coruña y ocupando la línea Villanueva del Pardillo-Majadahonda y cruce de Las Rozas (Bar Anita). El enemigo abandonó en su huida una gran cantidad de muertos y armamento.”

PARTE REPUBLICANO: “Durante el día de hoy se ha combatido intensamente en la región de Villanueva del Pardillo, Las Rozas y El Plantío. El ataque enemigo ha sido fuertemente apoyado por artillería, carros y aviación, logrando penetrar en algunos puntos de nuestros dispositivos, por lo que nuestras fuerzas se han replegado a posiciones ya previstas por el mando, en donde se mantienen conteniendo el avance.”


Los sublevados informan que sus tropas “recogieron 627 muertos, en gran parte extranjeros”, así como gran cantidad de material. En los días sucesivos se sucederán los contraataques republicanos, pero el estratégico cruce quedará en poder de las tropas de Franco hasta el final de la contienda, procediendo a fortificarlo con trincheras, refugios y puestos blindados.

Hoy, la intensa circulación de vehículos ha sustituido el tronar de tanques y bombas de mano. Nada recuerda ya que aquí hubo una guerra. Pero sobre el mismo suelo en el que se forman los atascos matinales, la gente espera aburridamente el autobús, o los niños de los colegios juegan ruidosamente en los recreos, hace setenta años, la metralla y los disparos destruían edificios, árboles y cuerpos, en una desesperada lucha en la que los combatientes cayeron por centenares.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografías: Dos perspectivas actuales del cruce de carreteras al sureste de Las Rozas (JMCM)

4 comentarios:

  1. La guardia civil sigue poniendose en esa rotonda que mencionas, ¿será por si acaso?

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  2. Los tiempos cambian. Nuevos tiempos, nuevos "peligros".

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  3. Mi padre al que tanto extraño había nacido en el 23. Contaba sus historias de niño en la guerra y de joven en el Pirineo "la infiltración de los maquis". Gracias Javier, con tu brillante relato me lo has traído más cerca y salir de casa hacia la carretera de la Coruña, desde la del Escorial con niebla, será imposible sin imaginar el barro y la sangre.

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