lunes, 9 de diciembre de 2024

175) LUZ EN LAS SOMBRAS



Durante los trabajos arqueológicos realizados en el Elemento de Resistencia situado en el kilómetro 33 de la M-600, en el término municipal de Brunete, al excavar en el pozo anexo a uno de los tres nidos cruciformes que componen esta posición, localizamos, a unos 2,5 m de profundidad, el depósito superior de una lámpara de carburo.

No se trata de un hallazgo excepcional, desde luego, pero si muy interesante para conocer, al menos en parte, uno de los sistemas de iluminación empleados por los constructores y defensores de esta posición, cuya misión era proteger la carretera sobre la que se asienta para, en caso de ruptura del frente, evitar que el enemigo pudiera progresar por ella.

Téngase en cuenta que los tres nidos cruciformes que se ven en superficie no eran más que una parte del dispositivo de esta posición, en la que la mayor parte de sus elementos eran subterráneos (pozos de acceso, abrigos, depósitos, botiquín y galerías de comunicación), en algunos casos, con una profundidad de hasta 4 m.


El Elemento de Resistencia del km. 33 de la M-600 contaba con un sistema subterráneo de galerías que comunicaba los nidos entre sí y daba acceso a otros elementos, como refugio, polvorín, depósitos o botiquín (Fotografía aérea Francisco Pino)

En esta realidad cavernosa y oscura situada muy cerca de la primera línea de fuego, donde la iluminación eléctrica se hacía imposible o muy difícil, las lámparas de carburo se mostraban como un sistema sencillo, económico y eficaz, tal y como ya llevaba comprobándose en la minería desde principios del siglo XX.

Según podemos leer en la muy interesante web del Archivo Histórico Minero (cuya visita recomendamos), estas lámparas están formadas por dos depósitos enroscados: el superior (que es el que hemos encontrado) lleno de agua y el inferior de carburo. Ambos depósitos se comunican por una válvula reguladora del goteo o “llave de agua” que pone en contacto ambos elementos, formando así el gas acetileno. Por el llamado “conducto de acetileno” el gas llega a un mechero regulador de flujo que lo transporta al exterior, donde, una vez encendido, producirá una llama blanca y brillante que es la que ilumina. La lampara contaba además con un tapón para el cierre del orificio de llenado de agua, un asa para facilitar su transporte y un gancho para poder ser colgada.


Funcionamiento y elementos de una lámpara de carburo similar a la del depósito recuperado en la posición del km. 33 de la M-600, en Brunete (dibujo procedente de la web del Archivo Histórico Minero)

Interior de una lámpara de carburo de un modelo similar al del depósito encontrado en la posición del Km. 33 de la M-600, en Brunete (fotografía procedente de la web del Archivo Histórico Minero)

La lámpara de carburo, también llamada lámpara de acetileno o carburero, fue inventada en 1897 por el ingeniero francés afincado en Barcelona Enrique Alexandre y Gracián, y patentada en 1899. Parece que la primera utilización práctica de este sistema de iluminación fue en minas del País Vasco, donde pronto surgirían también algunas de las principales empresas fabricantes.   

El nuevo invento se extendió rápidamente por todas las minas excepto aquellas en las que las concentraciones de gases como el grisú podían generar atmósferas explosivas. Pero, más allá de la minería, o de otras actividades similares como la espeleología o la pocería, estas lámparas triunfaron también en el ámbito doméstico, algo lógico si pensamos que, en aquella época, la mayoría de las poblaciones no contaban con ningún tipo de alumbrado eléctrico, o su uso estaba todavía muy acotado, lo que motivo la aparición de múltiples modelos de lámpara, faroles y candiles adaptados a las múltiples necesidades cotidianas.

El depósito encontrado en las fortificaciones de Brunete corresponde a uno de los modelos más empleados en aquella época en la minería, lo cual no resulta extraño si pensamos en cómo era el sistema de galerías y abrigos en caverna que componían el sistema subterráneo de esta posición. Un sistema que, en caso de necesidad, permitía a los soldados de su guarnición desplazarse de un punto a otro sin necesidad de salir a la superficie, permaneciendo bajo la protección de los abrigos y refugios si se producía un bombardeo, todo ello alumbrados con las pequeñas pero intensas y brillantes luces blancas que producían las lámparas de carburo.


JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ 


Enlace recomendado: web del Archivo Histórico Minero

4 comentarios:

  1. Gracias por ese interesante relato

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  2. Muchas gracias a ti por tu comentario. Siempre es agradable saber que todo esto puede resultar interesante a alguien. Recibe un cordial saludo.

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  3. Con las veces que yo he recargado el carburo hasta los años 70 que empezo a verse el Petroman, cuando estábamos en la campaña de aceitunas servía para todo,para ir de ronda de cortijo en cortijo, para cazar gorriones con el tirachinas las noches de lluvia en los naranjos del huerto siempre se tenía colgado un trozo de cable de hilos de cobre para desatascar la boquilla que es de cerámica,tengo varios entre ellos dos de los más antiguos como el de la publicación ya que hacíamos pozos algunos con galerías, como se enguachinara había que vaciarlo y recargarlo de nuevo. Gracias por su articuloes muy interesante ..Saludos..

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  4. Muchas gracias a ti por tu comentario. Resulta muy ilustrativo. Un cordial saludo

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