EL PLAN REGIONAL DE FORTIFICACIONES EN EL MUNICIPIO DE LOS MOLINOS
Durante el mes de noviembre de
2018, dentro de las actuaciones que forman parte del Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil de la Comunidad de Madrid, patrocinado por
la Dirección General de Patrimonio Cultural, tuvimos la oportunidad de participar
en el proyecto de limpieza y excavación de algunas de las estructuras
defensivas que se conservan en el término municipal de Los Molinos.
Esta actuación fue realizada por
el Gabinete de Proyectos Arqueológicos S.L, bajo la dirección de los arqueólogos
Luis Fernando Abril Urmente y José Manuel Curado Morales, con el historiador
Javier M. Calvo Martínez y los arqueólogos Aldo Petri y José Manuel Vallejo
Jorge en el equipo técnico.
En total se actuó en cuatro
nidos de ametralladoras que, en líneas generales, estaban en buen estado de
conservación, pero cuyo interior y perímetro más próximo se encontraban
totalmente colmatados de tierra, vegetación, escombros y vertidos de todo tipo.
Nido situado en el paraje denomina Los Huertos
Nido de Oncisa, situado en el interior de una zona urbanizada
Nido en Majaltoboso/Cerrillo de la Guerra antes de la intervención.
Los trabajos realizados
permitieron la limpieza interior y exterior de las fortificaciones, así como la
eliminación de los elementos extraños que habían sido incorporados a las estructuras
desde el final de la contienda. También fueron
desenterrados los ramales de trincheras que daban acceso a los nidos, los
cuales se encontraban totalmente soterrados.
La actuación realizada fue
recogida en la correspondiente memoria arqueológica, depositada en la Dirección
General de Patrimonio Cultural, en la que, además de los detalles concernientes
a los trabajos realizados en las estructuras, se incluyó el estudio descriptivo
de las mismas, con tipología, medidas, fotografías, etc., así como su
contextualización e interpretación historiográfica.
Retirada de escombros en el nido de Majaltoboso/Cerrillo de la Guerra
Esta actuación arqueológica, al
igual que otras similares realizadas también dentro del Plan Regional de Fortificaciones, tiene como uno de sus principales objetivo el dar a conocer al
conjunto de la sociedad este tipo de vestigios históricos, facilitando su
visita y proporcionando los elementos necesarios para su correcta
interpretación.
Los nidos de ametralladoras en
los que se ha intervenido hasta la fecha son los situados en los lugares
conocidos como Los Veneros, Oncisa/Balcón de La Peñota, Majaltoboso/Cerrillo de
la Guerra y Los Huertos, todos ellos, como ya hemos señalado, pertenecientes al
término municipal de Los Molinos.
Trabajos de limpieza en el exterior y el interior de los nidos
LA LUCHA EN GUADARRAMA:
Fracasada la sublevación en
Madrid, el general Mola envió desde el norte tres columnas, procedentes de
Pamplona, Burgos y Valladolid, con el objetivo de ocupar la capital. Las dos
primeras se dirigirían hacia Somosierra y la tercera al Alto del León.
La reacción republicana fue
rápida. Neutralizada la sublevación en Madrid en la jornada del 20 de julio,
ese mismo día comenzaron a tomarse medidas para adueñarse de los puertos del
sistema Central y cerrar el paso a las columnas rebeldes que avanzaban amenazadoramente
hacia la capital. Al norte de la sierra la lucha se centraría en el puerto de
Somosierra, al oeste en el Alto del León. Somosierra se sitúa muy alejada de
nuestra zona de estudio, por lo que solo nos centraremos en lo ocurrido en el Alto del León y
Navacerrada.
Croquis La lucha en Guadarrama.
(Servicio Histórico Militar. Monografías de la Guerra de España 1)
Combates en el Alto del León:
El general Luis Castelló, que
había sido nombrado ministro de la Guerra el 19 de julio, organizó desde los
primeros momentos diferentes columnas de combate compuestas por una
heterogénea mezcla de tropas y mandos regulares junto a milicias procedentes de
las diferentes organizaciones políticas y sindicales. El día 21 de julio, una
columna al mando del coronel Castillo alcanzaba el puerto de Guadarrama y lo
ocupaba.
Puerto del León, septiembre de 1936 (BNE)
Mientras, en la zona bajo poder
de los sublevados, una columna compuesta por unos 800 hombres partía de
Valladolid la madrugada del 22 bajo el mando del coronel Ricardo Serrador. Esta
fuerza llegó a San Rafael pasado el mediodía y se encontró con que el Alto del
León estaba ocupado por los milicianos y soldados del coronel Castillo,
entablando combate ambas fuerzas ese mismo día. Una pésima organización y
actuación de las fuerzas gubernamentales que defendían el Alto del León
provocaron que las fuerzas de Serrador se hicieran con el control de este
importante paso. Entre los días 23 y 27 se sucederían los intentos republicanos
por reconquistar esta posición, produciéndose una serie de ataques y contraataques, de gran
intensidad y violencia, en los que no faltaron los bombardeos de la aviación y
una destacada actividad artillera. Sin embargo, los sublevados no solo fueron
capaces de resistir, sino que pasaron a la ofensiva y, descendiendo
el puerto, adelantaron sus líneas hasta situarse a unos 3 kilómetros del
pueblo de Guadarrama, sin que las acciones republicanas para intentar eliminar
esa cuña tuvieran éxito. Entre los días 10 y 15 de septiembre, los
rebeldes todavía desencadenarían acciones ofensivas contra Cabeza Renales,
Cabeza Líjar y Cueva Valiente, lo que suponía el dominio de la vertiente
occidental del Guadarrama medio. A partir del día 17 la lucha decayó y ambos
contrincantes se dedicaron a fortalecer sus respectivas posiciones.
Combates en el puerto de
Navacerrada:
Las
primeras fuerzas en llegar a Navacerrada fueron el grupo de asalto del
comandante Burillo y un batallón de milicianos, al mando del capitán Arturo
Fernández Gil, que recibía el nombre de batallón Octubre. Esta fuerza ocupó el
puerto sin mayor dificultad al amanecer del día 22 de julio. Ese mismo día salía de Segovia una columna al mando del teniente coronel Manuel Zabaleta, que
junto a las fuerzas del capitán Olivé, situadas en La Granja, inició el ascenso
del puerto con cierto éxito, pero siendo incapaz de seguir progresando a partir
de las Siete Revueltas, en cuyas alturas se encontraban bien parapetadas las
fuerzas republicanas. Tras varias horas de combates, los rebeldes se vieron
obligados a replegarse a Valsaín, donde quedó fijada la línea de frente.
Artillería rebelde en el sector de Guadarrama, verano de 1936 (BNE)
Estabilización del frente:
Finalizados los combates por el
control de los pasos de la sierra, ambas fuerzas pasaron a la defensiva,
entrando el frente en una fase de estabilización.
En nuestra zona de estudio, las
posiciones de los sublevados descendían desde el Alto del León hasta
aproximadamente el kilómetro 51 de la ctra. de La Coruña, situándose la primera
línea de fuego a menos de tres kilómetros de distancia de la población de
Guadarrama. Esta línea se apoyaba en las posiciones establecidas en cotas
dominantes como Cueva Valiente, collado del Hornillo, Cabeza Líjar, Tablada, Gudillos
y La Campanilla.
Por su parte, la línea
republicana se extendía por el cerro de La Salamanca, cerro de la Viña, zona de
La Jarosa, Guadarrama, Dehesa de Los Poyales, El Tomillar, Matalafuente, Peña
del Cuervo y La Peñota.
Esquema
topográfico-militar del sector del Alto del León, en el que se muestra la
disposición que tenía el frente una vez estabilizado. (Servicio Histórico
Militar. Monografías de la Guerra de España 7)
El sector de Guadarrama volvería
a convulsionarse en mayo de 1937, cuando el Ejército Popular de la República
desencadenó una ofensiva contra Valsaín y La Granja con la intención de seguir
progresando hacia Segovia. El objetivo que se buscaba era doble, por un lado apoyar la resistencia en el frente norte, por otro obtener la conquista de una
capital de provincia. Sin embargo, y a pesar de ciertos éxitos iniciales, el
ataque republicano no tendría éxito y terminaría siendo totalmente neutralizado
por la reacción de sus enemigos, que consiguieron recuperar todas las
posiciones que habían perdido en las primeras acometidas republicanas. Durante
esta batalla, en nuestra zona de estudio las tropas republicanas atacaron las
posiciones enemigas del Alto del León, en una acción de distracción que partió
del cerro de Matalasfuentes, en Los Molinos, sin que se lograse alcanzar el objetivo.
La ofensiva republicana sobre
Valsaín y La Granja no supuso, por tanto, cambios significativos en la
disposición que había tenido el frente de la sierra desde que finalizasen los
combates del verano de 1936, pero contribuyó a su definitiva consolidación y
endurecimiento. A partir de ese momento, en este sector se desarrollaría una
guerra de trincheras, o guerra de posiciones, modalidad bélica que se
mantendría ya hasta el final de la contienda, y que supondría un continuo
proceso de fortificación por parte de ambos ejércitos. Este proceso de
fortificación se hizo especialmente intenso a partir de mediados de 1938,
momento en el que las respectivas Comandancias de Ingenieros desarrollaron
sistemas defensivos cuidadosamente planificados. Es en este contexto de guerra
de posiciones, dentro de un frente estabilizado, en el que se enmarcan las
fortificaciones de Los Molinos en las que se ha intervenido.
Unidades militares en el frente
de Guadarrama:
En cuanto a las unidades
militares que ocuparon este frente, nos centraremos solo en las
correspondientes a la etapa final de la guerra, momento en el que fueron
construidos los nidos de Los Molinos.
Por lo que respecta al ejército
franquista, desde la estabilización del frente, nuestra zona de estudio fue
cubierta por la 72 División, del I Cuerpo de Ejército. Esta Gran Unidad se
había formado el 1 de marzo de 1937 con las fuerzas de las columnas de Guadarrama.
Su jefe era el coronel de Infantería
Eladio Valverde Quintana, con Cuartel General en Villacastín (Segovia).
La 72 D cubrió el sector comprendido entre Peguerinos y la Peña Cabra, que
incluía Cabeza Líjar, el Alto del León, La Sevillana, Cabeza Grande, Valsaín,
La Granja, Puerto del Reventón, Collado Flecha y Puerto de Malagosto. Este
sector experimentaría diferentes modificaciones hasta el final de la contienda,
pero nuestra zona de estudio siempre permaneció guarnecida por unidades
adscritas a la 72 D. (Engel, 2010: 166)
En cuanto a las unidades
republicanas, sería la 2ª División la encargada de cubrir el sector de
Guadarrama. Esta División, perteneciente al I Cuerpo de Ejército, se había
formado el 31 de diciembre de 1936. Su jefe en la etapa final de la guerra era el mayor José Suárez Montero, con Puesto de Mando en Los Berrocales. En
marzo de 1939, la 2ª División estaba formada por las Brigadas Mixtas 34ª y 29ª.
De estas brigadas, la que más nos interesa es la 29ª, que es la que cubría las
posiciones de Los Molinos.
Cabecera del boletín "Leal", órgano del Bón. 3 de la 29ª BM
La 29ª Brigada Mixta se creó en
octubre de 1936 con fuerzas de origen miliciano procedentes de la columna Cuevas, que combatía en la sierra de
Guadarrama. La brigada fue adjudicada a la 2ª División del I Cuerpo de
Ejército, cubriendo el frente de la sierra. En mayo de 1937 participó en la
ofensiva sobre Segovia, protagonizando un ataque secundario contra el Alto del
León que no obtuvo éxito. Tras esta acción, la 29ª BM volvió a establecerse en
plan defensivo en el sector de Guadarrama, ocupando estas posiciones hasta el
final de la guerra. (Engel, 2005: 57)
LAS FORTIFICACIONES DE LOS
MOLINOS:
La Línea de Detención de la 2ª
División republicana:
Las fortificaciones de Los Molinos en las que se ha intervenido
formaron parte del denominado “Plan de Trabajos 2-A”, que se desarrolló entre
mediados de 1938 y principios de 1939 en el espacio de terreno comprendido
entre la vertiente sur de La Peñota y la población de Guadarrama.
En ese momento, este sector del
frente, como ya hemos señalado, estaba cubierto por la 29ª Brigada Mixta, de la 2ª División, del I
Cuerpo de Ejército. De hecho, la denominación 2-A, parece hacer referencia al
plan A de fortificación de la 2ª División.
Dentro de este Plan 2-A, los
nidos de Los Molinos pertenecieron a la denominada Línea de Detención de la 2ª
División. Esta Línea de Detención constituía un segundo escalón defensivo
dentro de los Sectores que cubrían las diferentes Divisiones del Ejército
Popular de la República en la etapa final de la guerra. Se situaba unos dos
kilómetros a retaguardia de la Línea Principal de Resistencia, o primera línea
de fuego. Su ubicación debía ser planificada por cada jefe de sector, y tenía
que ser fuertemente fortificada con todos los elementos necesarios para
garantizar su defensa, ya que, en caso de producirse una ruptura en la primera
línea (algo bastante probable si el enemigo desarrollaba una ofensiva de
envergadura), la Línea de Detención debía suponer una barrera infranqueable
para los atacantes.
Fotografía aérea realizada por un vuelo de reconocimiento en febrero de 1939 en la que se aprecia el complejo defensivo del que formó parte el nido que actualmente se conserva en Oncisa/Balcón de la Peñota, desaparecido a consecuencia de las actuaciones urbanísticas desarrolladas en la zona (CECAF)
Hasta la fecha, se han publicado
pocos trabajos que hayan estudiado de una manera rigurosa y completa el sistema
defensivo al que pertenecieron las fortificaciones de Los Molinos. Los mejores
estudios son los realizados por Ricardo Castellanos (2007) y Jacinto M. Arévalo
(2016 y 2018), principales referentes en los que nos hemos basado y cuyos
libros incluimos en la bibliografía. Tampoco ha sido posible localizar
demasiada documentación sobre estas posiciones en los archivos históricos cuyos
fondos han sido consultados, especialmente, el Archivo General Militar de Ávila
(AGMA) y el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid, disponiendo de
una documentación que proporciona una información escasa y fragmentaria. No
obstante, creemos que es suficiente para poder documentar adecuadamente las
fortificaciones de Los Molinos en las que se ha actuado.
Por lo que respecta a las fuentes
primarias, disponemos de un documento del I Cuerpo de Ejército, firmado por el
Comandante Principal de Ingenieros y fechado el 11 de octubre de 1938, en el
que, entre otras cuestiones, se indican los trabajos que debían realizarse en el
frente que ocupaba el I CE para lograr una adecuada organización defensiva. Por
lo que respecta a nuestra zona de estudio, dicho documento recogía lo
siguiente:
“Es también necesario dar
profundidad a las organizaciones de Guadarrama, terminando la construcción de
la línea de sostenes correspondiente al Plan de Trabajos 2-A de este cuerpo de
Ejército, y organizar los collados de la línea de detención estudiada por orden
del ejército, para lo cual se cuenta con el Batallón nº 65, en caso de que sea
enviado el personal necesario y sea organizado con mandos dicho batallón.”
(Documentación procedente del AGMA. Castellanos, 2007: 56)
Según se desprende de la lectura
de este documento, en octubre de 1938 ya se venía trabajando en el denominado
Plan de Trabajos 2-A, haciéndose mención de la necesidad de finalizar la línea
de sostenes. Esta línea de sostenes, también denominada de apoyo en muchos
documentos, se situaba entre 200 y 400 metros por detrás de la línea principal
de resistencia, o primera línea de fuego. Estaba convenientemente fortificada y
su misión era complementar, o apoyar, el fuego de las posiciones de primera
línea. Además, su ubicación le permitía abrir fuego sobre la primera línea en
caso de que el enemigo la llegase a ocupar.
El mismo documento nos habla de la necesidad de organizar una línea de detención, de cuyas características
generales ya hemos hablado, articulada en torno a los collados existentes en el
sector y que, en su parte central, se correspondería con los nidos existentes
en Los Molinos. Se menciona aquí al Batallón de Obras y Fortificaciones nº 65
como el encargado de llevar a cabo estos trabajos, pero, según se desprende de
la lectura de este documento, parce que dicha unidad se encontraba todavía en
proceso de organización y sin personal suficiente.
Aunque este documento recoge ya
la necesidad de organizar una línea de detención en el sector de la 2ª
División, el primer documento localizado hasta la fecha en el que se menciona
claramente la realización de trabajos de fortificación en la línea de Los
Molinos no procede del Ejército Popular de la República sino de su adversario,
el Ejército Nacional. Se trata de un informe del Servicio de Información y
Policía Militar (SIMP), con fecha del 14 de diciembre de 1938, en el que podemos
leer:
“Desde las estribaciones de la
Peñota, hasta la casa del Jaral, situada a unos 250 metros del km. 8 de la
carretera Escorial-Torrelaguna, se construye una línea de casamatas de
hormigón, empezada sobre el 25-6-38.” (Documentación procedente del AGMA.
Arévalo, 2018: 236)
La información que proporciona
este documento es escueta, pero en él se habla ya claramente del empleo de
hormigón para la construcción de fortificaciones entre La Peñota y el pueblo de
Guadarrama, aportando también una referencia cronológica que situaría el
comienzo de los trabajos de esta línea defensiva a mediados de 1938. Sin embargo,
sabemos que en enero de 1939 seguía la construcción de muchos de los nidos de
hormigón del Plan de Trabajos 2-A que actualmente se conservan en la zona de
Los Molinos. Esto nos lleva a pensar que, como parece lógico, se dio prioridad
a la realización de los trabajos de fortificación en las posiciones de primera
línea (línea principal de resistencia y línea de sostenes), acometiéndose
después la construcción de la segunda línea, o línea de detención, que
discurría desde el pueblo de Guadarrama, siguiendo una trayectoria paralela a
la actual ctra. M-622, hasta alcanzar el pueblo de Los Molinos, donde doblaba
en dirección noroeste hasta la ladera sur de La Peñota.
Por la numeración que estos nidos
reciben en la documentación podríamos entender que se construyeron en torno a 25
de ellos, y que se pretendían levantar más de 40, pues en la documentación la
numeración de los nidos proyectados alcanza la cifra 46. Este es un aspecto
sobre el que todavía hay mucho que investigar, ya que existen numerosas dudas
entre las obras proyectadas y las que pudieron ser construidas, desconociendo
también el número exacto de obras que han podido desaparecer desde la
conclusión de la guerra como consecuencia de la expansión urbanística o la
realización de infraestructuras.
Además, queda documentado que, sobre el Plan
de Trabajos 2-A inicial, proyectado a mediados de 1938 e iniciado por esas
mismas fechas, se fueron añadiendo nuevas variantes tendentes a complementarlo
y fortalecerlo. En este sentido, un documento titulado Orden Fraccional de
Ejecución nº 3, fechado el 20 de febrero de 1939, recoge unas instrucciones
de la Comandancia Principal de Ingenieros del I Cuerpo de Ejército en las que
se ordena la construcción de cinco nuevas casamatas, cuyos trabajos debían ser
realizados por la 3ª Compañía del Batallón de Obras y Fortificaciones nº 2 del
Ejército Centro. Según dicho documento, sobre el primitivo trazado de la línea
de casamatas del Plan 2-A, y sin prejuicio de la construcción de todas las
proyectadas, se consideraba de primera urgencia la ejecución de una variante
que comprendía 5 casamatas nuevas. El documento aporta curiosos detalles sobre
la forma en que deben de ser construidas estas obras defensivas para tratar de
pasar desapercibidas a los observatorios enemigos:
“Las 5 casamatas solo se
comenzarán cuando haya sido construido un enmascaramiento previo, adaptado a la
apariencia del terreno circundante o bien fingiendo una vivienda rústica en
construcción.”
Y se recalcaba la urgencia y rapidez con la que
estas obras debían ser construidas:
“El Batallón ejecutante tomará
las disposiciones necesarias para que las casamatas nº 20, 21, 31, 32, 33 y 34
del primitivo Plan 2-A más las 5 de la variante queden completamente terminadas
en el plazo máximo de 15 días a partir de la fecha de la presente orden.”
(Documentación procedente del AGMA. Castellanos, 2007: 58)
Como ya hemos indicado,
desconocemos el número exacto de casamatas que fueron construidas en esta línea
de detención. Quien ha realizado un
estudio más completo sobre este aspecto, inventariando en la zona
numerosos restos de obras defensivas que hasta entonces eran desconocidas o no
habían sido catalogadas, ha sido Jacinto M. Arévalo. Según sus cálculos, pueden
cifrarse, tirando por lo alto, en unas 25 las obras que llegaron a construirse,
y aunque considera excesivas las nomenclaturas 41 y 46 que aparecen en la
documentación respecto a los restos que se localizan en la actualidad,
considera que este es un tema pendiente de clarificar. No obstante, Arévalo ha
registrado y documentado un número muy significativo de restos pertenecientes a
esta línea, número que previsiblemente se incrementaría si pudieran realizarse
adecuadas labores de prospección en algunas fincas privadas en las que,
presumiblemente, existen más vestigios, pero a las que no ha sido posible
acceder.
Plano elaborado por J.
M. Arévalo, sobre mapa 1:50.000 del IGN, con la situación de las obras
catalogadas por el autor, pertenecientes a la línea de detención de 2ª División.
Circulados en rojo, los nidos en los que se ha intervenido. (Arévalo, 2016: 48)
Jacinto M. Arévalo divide el
espacio por el que se extendió la línea de detención de la 2ª División en tres
tramos bien diferenciados:
El primer tramo lo sitúa entre la
vertiente sur de La Peñota y la vía del ferrocarril, donde identifica un mínimo
de 6 nidos en diferente estado de conservación y diverso proceso constructivo.
Todos ellos, dentro del término municipal de Los Molinos.
El segundo tramo se extendería
entre la vía del ferrocarril y el término municipal de Guadarrama. A este tramo
pertenecen los 4 nidos en los que se ha intervenido dentro del Plan Regional de
Fortificaciones, más otros dos nidos, también en el término de Los Molinos pero
ubicados en fincas privadas, y uno más, dentro ya del término municipal de
Guadarrama.
El tercer tramo englobaría los
nidos situados en el pueblo de Guadarrama e inmediaciones, donde existen
algunos nidos que no fueron finalizados. (Arévalo, 2016: 50-52)
Arévalo describe un total de 16
nidos de ametralladoras cuyos restos son
identificables a día de hoy sobre el terreno, a los que suma otros
restos de interpretación más dudosa. Además, según se desprende de la
interpretación que realiza de la documentación con la que contamos, calcula que
faltarían todavía un mínimo de siete nidos por localizar. También hace alusión
a otras obras que pudieron haberse realizado, pero que habrían sido destruidas
por la actividad urbanística de las últimas décadas. Como ejemplo, señala que
el documento fechado a finales de febrero de 1939, anteriormente citado,
menciona la construcción de dos obras más en el cerro de San Pantaleón,
totalmente urbanizado en la actualidad, y tres más al este del pueblo de
Guadarrama, en una zona que también ha sido urbanizada.
Características generales de los
nidos de Los Molinos:
Los nidos de Los Molinos
respondían a un modelo estandarizado que en la documentación militar consultada
recibían el nombre de “casamata de ametralladora en hormigón en el I Cuerpo de
Ejército.” (Documentación procedente del AGMA. Arévalo, 2016: 50)
En esta documentación,
encontramos también un plano o croquis, fechado en agosto de 1938, en el que se
aprecian las características generales que se repiten en los nidos de Los
Molinos. Según se desprende de la
información que proporcionan los documentos consultados, sumado a lo que
podemos apreciar en los modelos en los que se ha intervenido, las
características generales de estos nidos eran las siguientes: forma casi
cilíndrica en el frente y con tronera doble, con la parte trasera, en la que se
sitúa el acceso, de forma rectangular con ángulos achaflanados. El techo parece
contar con una sobrecubierta, rematada también en chaflán en su unión con los
muros. Las dimensiones medias son 4 m de ancho, 3,60 m de fondo y una altura de
3,20 m, aunque esta variaba algo en función de si se construía sobre roca o
sobre tierra.
Modelo de casamata para
ametralladora según las instrucciones 2-A de 1938 (Arévalo, 2016: 49)
Como las ametralladoras eran
máquinas automáticas pesadas, de gran peso y fuerte retroceso, estas se
instalaban sobre un trípode que, además, posibilitaba que el arma girase sobre
su propio eje para disparar en diferentes direcciones. Por este motivo, en el
interior de estos nidos se construyó un afuste cilíndrico de hormigón que
actuaba como banqueta para asentar la ametralladora. Estas estructuras se
conservan completas en los nidos de Los Veneros y de Oncisa/Balcón de la
Peñota, habiendo sido destruidas en los nidos de Majaltobar/Cerrillo de la
Guerra y de Los Huertos, aunque se sigue apreciando la impronta que dejaron en
el suelo de las fortificaciones. Según la documentación, estas banquetas
contaban con rebajes pre establecidos
para las patas de la ametralladora modelo Hotchkiss 7 mm, que era la
reglamentaria del Ejército español al estallar la Guerra Civil y, por tanto,
muy empleada durante la contienda por ambos ejércitos.
Interior del nido de Los Veneros tras su limpieza, habiendo quedado al descubierto el afuste de hormigón cilíndrico que se empleaba como banqueta para la ametralladora
Vista del acceso al nido de Los Veneros tras su limpieza, quedando al descubierto el suelo de la trinchera y los muretes de mampostería que reforzaban las paredes de la misma
Según la documentación de época,
estos nidos fueron construidos con hormigón en masa, proporcionándonos
información también sobre la clase de hormigón empleado: 200 kg de cemento por
metro cúbico de hormigón para la solera o cimentación, de 250 kg para los
muros, y 350 kg de cemento por metro cúbico de hormigón para el techo. El
hormigón se realizaba con cemento y cascajo de piedra, que en el caso de los
nidos de Los Molinos es de granito y recuerda al balasto del ferrocarril.
También se recomendaba el uso de hierro como refuerzo de las estructuras. De
hecho, en todos los nidos de Los Molinos en los que se ha intervenido son apreciables
elementos metálicos formando parte de las estructuras, siendo fácilmente
identificable el empleo de piquetas de alambradas.
Nido situado en Los Huertos antes y después de la actuación arqueológica
A pesar de la enorme cantidad de
obras defensivas realizadas en el sector de Los Molinos, creemos que la mayoría
de ellas nunca llegaron a ser ocupadas por la tropa que guarnecía el sector.
Basamos esta afirmación en los siguientes argumentos:
Los nidos de Los Molinos formaron
parte de la línea de detención. Esta
línea constituía un segundo escalón defensivo que no necesariamente tenía que
estar ocupado de manera permanente, sino solo en buenas condiciones de
mantenimiento por si era necesario su utilización.
La mayoría de los nidos se
construyeron en la etapa final de la guerra. Por ejemplo, el nido Los Veneros cuenta
con un gran Año 1939 grabado durante el fraguado en el hormigón del muro frontal,
justo encima de las troneras. Además, según se desprende de la documentación
con la que contamos, la línea no llegó a finalizarse. En este sentido, resulta
ilustrativo que el documento fechado el 20 de febrero de 1939, al que ya nos
hemos referido en diferentes momentos, indique claramente que, para esa fecha,
todavía no se habían finalizado, al menos, seis de las casamatas proyectadas en
el primitivo Plan 2-A del que formaban parte los nidos de Los Molinos, además
de los correspondientes a la variante o ampliación de dicho plan. Si tenemos en
cuenta que la guerra en el frente madrileño finalizó el 28 de marzo de ese año,
y que a principios de ese mismo mes se producía la sublevación del coronel
Segismundo Casado, que supuso un durísimo enfrentamiento interno en las filas
del ejército republicano, en el que las unidades del I Cuerpo de Ejército, al
mando de su jefe, el coronel Luis Barceló, tuvieron un destacado protagonismo,
podemos deducir que dichos planes de fortificación no pudieron llevarse a cabo
en su totalidad y, por tanto, muchas de estas fortificaciones no fueron
utilizadas.
Todo ello, junto a las sucesivas
reutilizaciones que estos nidos han tenido desde el final de la contienda
(refugio de pastores y montañeros, aprisco y porquerizas, cobertizo para
herramientas y materiales, etc.), justificaría la ausencia de materiales
procedentes del periodo bélico durante los trabajos arqueológicos realizados en
los nidos de Los Molinos.
Nido de Majaltoboso/Cerrillo de la Guerra antes y después de la intervención, quedando al descubierto la trinchera de acceso tallada en la propia roca natural
Por último, cabe mencionar el
entramado de trincheras que complementaban las posiciones de Los Molinos en las
que se situaban los nidos excavados. Aunque muchas de ellas han desaparecido
por la destrucción o colmatación de sus zanjas, durante los trabajos de excavación, como ya indicamos al principio de este texto, se han recuperado parte de los
ramales de acceso a los nidos, siendo especialmente llamativo el ramal de
trinchera excavado en el nido Majaltoboso/Cerrillo de la Guerra, que en
gran medida está tallado en la roca natural. Además, todavía se aprecian sobre el terreno
las huellas de numerosos trazados, especialmente en el entorno del nido Los
Veneros, donde los atrincheramientos que se conservan son más numerosos y se
encuentran en mejor estado.
Plano de ubicación de los nidos de Los Molinos en los que se ha intervenido
La actuación arqueológica desarrollada
en algunos de los nidos de ametralladoras que se conservan en el municipio de
Los Molinos se complementa con el acondicionamiento de dichas estructuras para
la visita y la colocación de una serie de paneles informativos, creando así una
ruta de unos 2 kilómetros y medio de recorrido que, partiendo del propio casco
urbano, permite la visita, tanto a los nidos en los que se ha intervenido, como
a otros pertenecientes a la misma línea defensiva y que, en líneas generales,
se conservan también en buen estado.
Además, dentro del Plan General de Fortificaciones, la Dirección General de Patrimonio Cultural, con la
colaboración de los ayuntamientos de cada zona, tiene proyectada la creación de
diferentes centros de interpretación repartidos por la Comunidad de Madrid,
entre los que se encontrarían los centrados en las batallas de Guadarrama y
Somosierra.
Interesantes iniciativas que,
sumadas a otras muchas que se están llevando a cabo en diferentes puntos de lo
que fue el frente de Madrid, suponen un reconocimiento al enorme potencial
cultural que tiene este tipo de patrimonio histórico y una respuesta al creciente
interés que todo ello despierta.
Fotografía de encabezado: Nido de Los Veneros.
BIBLIOGRAFÍA:
ARÉVALO MOLINA, J. M. “Senderos
de guerra. 20 rutas históricas por la sierra del Guadarrama”, La Librería,
Madrid, 2008.
-“Senderos de guerra 4. Rutas por
el frente oeste de Madrid”, La Librería, Madrid, 2018.
-“La línea de detención Los
Molinos Guadarrama”, en “Frente de Madrid” (GEFREMA) nº 30, Madrid, 2016, pp.
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