A PEDRADAS
En diferentes ocasiones, hemos reproducido memorias y recuerdos de algunas de las personas que vivieron la guerra civil en el noroeste de Madrid. Hoy presentamos el testimonio de don Agustín Sifre Carbonell que, en enero de 1937, era capitán de una de las compañías de regulares que integraban la Columna Asensio. Muchos años después, convertido ya en general, Agustín Sifre recuerda una acción de combate que le hizo merecedor de una Medalla Militar Individual. Los hechos se producen en la última fase de la batalla de la carretera de La Coruña, cuando las columnas franquistas centran sus esfuerzos en conseguir ocupar Pozuelo, Aravaca y la Cuesta de las Perdices.
“Aquel día de enero del treinta y siete, el Tabor del que yo formaba parte tenía que ocupar Pozuelo de Alarcón, Aravaca y la Cuesta de las Perdices. Yo era capitán de una de las compañías. La misión que tenía el Tabor era de una extraordinaria importancia. Teníamos que ocupar una trinchera en poder del enemigo, por cuyo requisito no se podía comenzar la operación. Para ello había que recorrer un llano de ciento cincuenta metros. Una compañía tenía que ser destinada al sacrificio, porque en esa distancia no había preparación artillera ni tampoco existía protección de las armas automáticas propias.
Se podía atacar simplemente a la carrera y con el empleo de granadas de mano y las armas de fuego. Teníamos que llegar apoyándonos en el prestigio de nuestras fuerzas, ya que los marroquíes infundían pavor a las fuerzas republicanas. Al frente teníamos las trincheras en las que había gran cantidad de soldados. Sus cascos relucían a la luz del sol, formando como una línea continúa.
El coronel Asensio llevaba muy a rajatabla el turno de las unidades de vanguardia, porque siempre eran los que tenían mayor peligro. En esta ocasión dijo que, como la unidad de vanguardia tendría una misión de peligro gravísimo, prefería sortear entre todos. A mí la lotería no me toca, pero estas cosas, sí. Mi compañía tuvo el alto honor de sacrificarse por el resto de la unidad.
Recuerdo que estábamos en un bosque llamado de Ramales de Pozuelo. La base de partida estaba en las afueras del bosque. En el momento de salir, y sin previo acuerdo, me encontré con el jefe y los oficiales del Tabor. Se encontraban allí para despedir a los oficiales de mi unidad, como si no fueran ya a volver a verlos. Monté en cólera y les dije que eso no se podía hacer, porque atacaba la moral de todos. Que si había llegado el momento de morir, se moría. Se dieron cuenta, nos abrazamos y nada más.
La operación la empezamos colocándonos los fusiles a la espalda y llevando granadas de mano todos los oficiales, suboficiales y soldados. Había que ver si con estas armas podíamos llegar a las trincheras enemigas. Nada más saltar de nuestros puestos, un arma automática barrió con varios disparos el vientre de uno de mis oficiales. Una pitada mía y detrás de mí empezaron a correr hacia las trincheras enemigas. De frente se nos hacía poco fuego, pero el que nos hizo muchísimas bajas fue un tanque situado lateralmente. Es el peor fuego que puede recibir una unidad.
Habíamos dejado aquella franja de terreno salpicada muertos y heridos. Se pudo llegar a nuestros objetivos. Era el momento de lanzar las granadas de mano. Empezamos a lanzarlas y se dio el caso de que ninguna de ellas hizo explosión. Ya que era tan poco efectivo lanzar las bombas, arrojamos piedras sobre el enemigo. El efecto era el mismo. Por este acto gané la Medalla Militar.
¿Por qué no estallaron las granadas de mano? Se pensó en actos de sabotaje. Se pensó que habrían sido fabricadas en algún sitio de la España republicana. Se hicieron investigaciones y no fue así. Se supo que aquellas granadas de mano habían sido hechas en Córdoba. Era la granada Laffite, que para hacer explosión necesita que se desenrolle su cinta, lanzándola a una altura conveniente. Por falta de conocimientos, los técnicos pintaron el cuerpo de las mismas y las cintas se encontraban pegadas, por lo que no llegaban a desenrollarse del todo. Por lo demás, los soldados enemigos que allí se encontraban, al ver la llegada de los moros, levantaron las armas y ocupamos sus trincheras. Esto permitió que se ocupara Pozuelo.”
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
En diferentes ocasiones, hemos reproducido memorias y recuerdos de algunas de las personas que vivieron la guerra civil en el noroeste de Madrid. Hoy presentamos el testimonio de don Agustín Sifre Carbonell que, en enero de 1937, era capitán de una de las compañías de regulares que integraban la Columna Asensio. Muchos años después, convertido ya en general, Agustín Sifre recuerda una acción de combate que le hizo merecedor de una Medalla Militar Individual. Los hechos se producen en la última fase de la batalla de la carretera de La Coruña, cuando las columnas franquistas centran sus esfuerzos en conseguir ocupar Pozuelo, Aravaca y la Cuesta de las Perdices.
“Aquel día de enero del treinta y siete, el Tabor del que yo formaba parte tenía que ocupar Pozuelo de Alarcón, Aravaca y la Cuesta de las Perdices. Yo era capitán de una de las compañías. La misión que tenía el Tabor era de una extraordinaria importancia. Teníamos que ocupar una trinchera en poder del enemigo, por cuyo requisito no se podía comenzar la operación. Para ello había que recorrer un llano de ciento cincuenta metros. Una compañía tenía que ser destinada al sacrificio, porque en esa distancia no había preparación artillera ni tampoco existía protección de las armas automáticas propias.
Se podía atacar simplemente a la carrera y con el empleo de granadas de mano y las armas de fuego. Teníamos que llegar apoyándonos en el prestigio de nuestras fuerzas, ya que los marroquíes infundían pavor a las fuerzas republicanas. Al frente teníamos las trincheras en las que había gran cantidad de soldados. Sus cascos relucían a la luz del sol, formando como una línea continúa.
El coronel Asensio llevaba muy a rajatabla el turno de las unidades de vanguardia, porque siempre eran los que tenían mayor peligro. En esta ocasión dijo que, como la unidad de vanguardia tendría una misión de peligro gravísimo, prefería sortear entre todos. A mí la lotería no me toca, pero estas cosas, sí. Mi compañía tuvo el alto honor de sacrificarse por el resto de la unidad.
Recuerdo que estábamos en un bosque llamado de Ramales de Pozuelo. La base de partida estaba en las afueras del bosque. En el momento de salir, y sin previo acuerdo, me encontré con el jefe y los oficiales del Tabor. Se encontraban allí para despedir a los oficiales de mi unidad, como si no fueran ya a volver a verlos. Monté en cólera y les dije que eso no se podía hacer, porque atacaba la moral de todos. Que si había llegado el momento de morir, se moría. Se dieron cuenta, nos abrazamos y nada más.
La operación la empezamos colocándonos los fusiles a la espalda y llevando granadas de mano todos los oficiales, suboficiales y soldados. Había que ver si con estas armas podíamos llegar a las trincheras enemigas. Nada más saltar de nuestros puestos, un arma automática barrió con varios disparos el vientre de uno de mis oficiales. Una pitada mía y detrás de mí empezaron a correr hacia las trincheras enemigas. De frente se nos hacía poco fuego, pero el que nos hizo muchísimas bajas fue un tanque situado lateralmente. Es el peor fuego que puede recibir una unidad.
Habíamos dejado aquella franja de terreno salpicada muertos y heridos. Se pudo llegar a nuestros objetivos. Era el momento de lanzar las granadas de mano. Empezamos a lanzarlas y se dio el caso de que ninguna de ellas hizo explosión. Ya que era tan poco efectivo lanzar las bombas, arrojamos piedras sobre el enemigo. El efecto era el mismo. Por este acto gané la Medalla Militar.
¿Por qué no estallaron las granadas de mano? Se pensó en actos de sabotaje. Se pensó que habrían sido fabricadas en algún sitio de la España republicana. Se hicieron investigaciones y no fue así. Se supo que aquellas granadas de mano habían sido hechas en Córdoba. Era la granada Laffite, que para hacer explosión necesita que se desenrolle su cinta, lanzándola a una altura conveniente. Por falta de conocimientos, los técnicos pintaron el cuerpo de las mismas y las cintas se encontraban pegadas, por lo que no llegaban a desenrollarse del todo. Por lo demás, los soldados enemigos que allí se encontraban, al ver la llegada de los moros, levantaron las armas y ocupamos sus trincheras. Esto permitió que se ocupara Pozuelo.”
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografía: Tropas regulares
- Podria ser interesante incorporar en el blog imagnes y/o planos basados en google u otro soporte en los que mostrar la evolucion del frente en los diferentes momentos. Esto ayudaria mucho a tener una mejor idea de como se fue desarrollando. Se que es mucho trabajo pero creo que seria muy grafico util para tus seguidores de blog. Si te animas a hacerlo te doy las gracias por anticipado, si no puedes, tambien te las doy por el esfuerzo diario que realizas para actualizar la pagina.
ResponderEliminarTe envio un ejemplo: http://img175.imageshack.us/img175/8536/7planodia11rp5.jpg
un saludo
Lo primero: el agradecido soy yo por tus aportaciones e interés. Debe de haber algún error en el enlace que me envías y no soy capaz de ver el ejemplo que sugieres. Pero da lo mismo porque creo que entiendo lo que planteas.
ResponderEliminarTienes razón y soy consciente de que, en ocasiones, puede ser complicado hacerse una idea de la evolución de la guerra civil en el noreste de Madrid. Ciertamente, la utilización de mapas, planos, croquis, etc. ayudaría mucho, pero no es tan sencillo como a priori podría pensarse. Me explico. En líneas muy generales, y siempre y cuando no se quiera tener hasta el más mínimo detalle, pueden realizarse ciertos planos. Por ejemplo, las fases de la batalla de la carretera de La Coruña: las ofensivas, las líneas de máximo avance, los contraataques, etc. pueden ser plasmados en un croquis (en este blog hay un ejemplo en el apartado “Intento de resumen de una batalla”, donde se reproducen unos planos basados en las investigaciones de José Manuel Martínez Bande).
Ciertamente, para quien desea profundizar al máximo en el tema, estos ejemplos pueden resultar poco detallistas. Los mismos militares que protagonizaron estos episodios, muchas veces, carecían de buenos mapas de la zona. Sus referencias consistían en elementos existentes en el terreno que hace mucho tiempo que dejaron de existir (la “Casa Grande”, “Bar Anita”, “Posición Volada”,“Caseta de Peones Camineros”…). Incluso, muchos de los vértices geodésicos existentes entonces, resultan prácticamente imposibles de situar con exactitud hoy en día (Vértice Basurero, Vértice Paquillo, Vértice Cristo,Vértice Rubio…). Incluso en el caso de contar con planos militares detallados de la época (lo que no siempre es posible), su interpretación en el presente resulta un auténtico rompecabezas. Además de que, lamentablemente, no conservamos documentación de todo lo que sucedió.
La cosa se hace aun más compleja cuando intentamos estudiar la evolución de las líneas de frente a lo largo de la contienda. En algunos lugares se tardó mucho en poder definir una clara línea de frente. Ésta, fue resultado de un constante forcejeo entre ambos contrincantes, en el que las líneas iban modificándose unas decenas de metros, en función de diferentes golpes de mano, acciones locales, etc.
Ten en cuenta que hablamos de un frente con una longitud de cientos de kilómetros y una profundidad de varias decenas de kilómetros. Un frente en el que no se dejó de trabajar a lo largo de toda la guerra por parte de uno y otro ejército.
El investigador Ricardo Castellano ha realizado el esfuerzo de superponer planos militares de la época sobre mapas actuales. Aunque en ocasiones se produce cierto desajuste al intentar hacer coincidir las coordenadas de unos y otros, lo cierto es que resultan de gran interés. Si no los tienes, yo, con mucho gusto, te los puedo hacer llegar a través del correo electrónico. Si te interesa de verdad, escríbeme a frentedebatalla@mixmail.com. No resuelven todas las dudas, pero son una buena referencia.
Por otra parte, yo tengo catalogado todos los restos que he podido localizar hasta la fecha (que son muchos). Si tienes interés en alguna posición en concreto, puedo mandarte foto aérea de Google Earth, con las coordenadas GPS, o si lo prefieres, podemos quedar un día y visitar sobre el terreno lo que quieras, que es una de las mejores formas de situarse y saber interpretar las cosas. En principio estoy abierto a cualquier sugerencia sobre el tema y, poco a poco, se irán incorporando más cosas a este blog.
Bueno, espero haberte servido de ayuda y, una vez más, muchas gracias por todo.