CONTRA LOS ELEMENTOS
La Batalla de la carretera de La Coruña estuvo caracterizada por las malas condiciones climatológicas. Los inviernos madrileños son duros: nevadas, lluvias, heladas, temperaturas gélidas, niebla…
Aquel invierno de 1936/1937 fue especialmente crudo. Los motores de los vehículos se estropeaban, el agua se congelaba en las cantimploras, los soldados, con las manos y pies entumecidos, se hundían en trincheras embarradas mientras sus capotes y mantas se cubrían de escarcha.
La niebla fue la gran protagonista. Una niebla espesa, impenetrable, que aparecía y desaparecía de manera impredecible. Una niebla que imposibilitaba la acción de la aviación y de la artillería, desorientaba a las tropas y dificultaba seriamente las operaciones diseñadas por los mandos.
Algunos días, el tiempo mejoró considerablemente, lo que fue aprovechado por los rebeldes para desarrollar sus ofensivas. Pero, incluso en aquellas jornadas en que los cielos aparecieron despejados, se hicieron notar las condiciones adversas del invierno, especialmente el frío y la humedad.
Pasados los años, quienes vivieron aquellas jornadas seguirían recordando la difícil climatología que tuvieron que sufrir. Luís María de Lojendio, en su libro “Operaciones de la guerra de España, 1936-1939”, editado en Barcelona por Montaner y Simón, S.A, en 1940, recoge los siguientes recuerdos sobre la batalla de la carretera de La Coruña:
“Yo seguí directamente en el campo este ciclo de operaciones dirigido por el general Orgaz, que había sido nombrado Jefe de la División Reforzada de Madrid de nueva creación, y recuerdo, tanto haciendo memoria como recorriendo las notas que de entonces conservo, una cierta impresión de confusión en las luchas de aquellos días. Jornadas de mal tiempo, terrenos embarrados, lluvias, nubes bajas. Muchos días, la niebla era tan intensa que ni siquiera desde aquella primera trinchera de la Casa de Campo, junto a la carretera de Extremadura, en la que bastante tiempo estuvieron de guarnición soldados del Batallón de Ceriñola, se conseguía ver la masa de Madrid. El mal tiempo hacía que se operase cuando se podía. De ahí esa impresión intermitente de esta fase de la campaña. (…) Por aquellos días, salvo en los de calma forzada por el tiempo deshecho, todo el frente madrileño ardía en guerra. Cuando el Ejército nacional avanzaba hacia la carretera de La Coruña, el enemigo con su tropa internacional y numerosos carros rusos en vanguardia, contraatacaba dura y ásperamente por todos los sectores: por Usera, por Basurero, sobre Carabanchel, en la Ciudad Universitaria, sobre las posiciones de la Casa de Campo.
Las impresiones de aquellas jornadas se funden de manera confusa y calidoscópica: cadáveres sobre la nieve en la Casa de Campo, el general Orgaz en su Cuartel General de Navalcarnero, el mismo edificio en el que antes visitábamos al coronel Yagüe, la prensa extranjera en aquella casa de Cuatro Vientos que perteneció al general Cabanellas, los moros en su Ramadán en las trincheras, la destrucción de Pozuelo, la cabaña del teniente coronel Bartomeu en las Garabitas, la herida del general Varela, nuestra entrada desde Aravaca a la Cuesta de las Perdices. Todas estas impresiones mezcladas de mal tiempo, mucha lluvia y mucho barro, intenso cañoneo y fuego cruzado de fusil y ametralladora en todos los recodos peligrosos”.
Otro testimonio interesante sobre las duras condiciones climatológicas durante la batalla de la carretera de La Coruña lo encontramos en el fascículo nº 29 del coleccionable “La Guerra de España”, editado en los años setenta del siglo pasado por la desaparecida revista “La Actualidad Española”. En este fascículo se recoge una entrevista, firmada con las siglas N. F, al teniente general López Muñiz. En ella encontramos información interesante:
“LA BATALLA DE LA NIEBLA, UNA LUCHA CONTRA LOS ELEMNTOS”
El teniente general López Muñiz fue jefe del Estado Mayor del teniente general Varela. Al estallar la guerra civil era comandante de las fuerzas que permanecieron durante gran parte de la contienda en el territorio que comprenden la Cuesta de las Perdices, Boadilla, Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo.
Como participante activo en estos acontecimientos, hemos acudido a entrevistarle para que nos hable del periodo que va del 15 de noviembre de 1936 al 15 de enero de 1937 en esta zona donde él se encontraba.
-Mi general, el teniente general Varela fue herido durante unas operaciones que tuvieron lugar en Villanueva de la Cañada. ¿Puede explicarnos cómo ocurrió?
-El día de Navidad del año treinta y seis nos encontrábamos en un reconocimiento en Villanueva de la Cañada. Íbamos unos quince o dieciséis, cuando de repente, y sin que lo esperásemos, a la salida del pueblo, un tanque que se encontraba escondido entre unos árboles allí situados disparó contra nosotros. El único herido fue el general Varela. Le recogimos. Presentaba dos heridas. Le trasladamos rápidamente a Griñón, donde le atendieron. Permaneció en convalecencia hasta poco antes de la batalla del Jarama, en que volvió a tomar el mando.
-La Batalla de la Niebla ha sido una de las operaciones de nuestra guerra en la que los elementos atmosféricos impidieron a las fuerzas nacionales un avance mayor en la lucha de las cercanías de Madrid. ¿Cómo fueron aquellos acontecimientos?
-El día trece de diciembre de mil novecientos treinta y seis, nuestros objetivos iban encaminados a la consecución de Boadilla del Monte y Villanueva de la Cañada. Para ello, durante la noche, concentramos los últimos efectivos, utilizando autobuses y camiones de requisa. Un súbito descenso de la temperatura complicó extraordinariamente los movimientos. Las carreteras, completamente heladas, estaban resbaladizas como el cristal; los parabrisas tenían una capa de hielo que imposibilitaba la visión. Hubo numerosos accidentes; más de un camión terminó en la cuneta y las tropas pasaron la noche en vivac, sometidas a intenso frío. Hubo necesidad de aplazar veinticuatro horas el comienzo de esta ofensiva.
El día catorce amaneció cubierto de densa niebla. Era materialmente imposible iniciar un avance. La visibilidad era nula; la cooperación entre armas y columnas era materialmente imposible. Se acordó esperar a que el sol levantase. A las doce del día, a pesar de que la niebla aun no había levantado, el general Orgaz decidió encomendar el comienzo de la operación a la columna Buruaga. Se habían perdido los efectos de una operación por sorpresa.
-En las mismas puertas de Madrid, ¿pensaba usted que la guerra podía estar a punto de terminar?
-Cuando empezamos las operaciones todo nos parecía hecho. Teníamos moral. Todos ansiábamos saber de nuestras familias, que permanecían en Madrid. Sin embargo, no se pudo continuar. Allí nos quedamos hasta cerca de la terminación de la contienda.
-Madrid era centro del Ejército republicano. Su mayoría numérica era manifiesta frente a las fuerzas entre las que usted se encontraba ¿Utilizaron la guerrilla en algún momento?
-No, pero sí golpes de mano. No podíamos pretender otra cosa. Ellos tenían mayores medios. Los objetivos que conseguíamos costaban fuertes bajas.
Hoy es 1 de diciembre de 2009. Han pasado setenta y tres años desde que se produjera la Batalla de la carretera de La Coruña. Los primeros días de frío van llegando al noroeste madrileño. Dicen (y probablemente sea cierto) que los inviernos actuales son cada vez más suaves, pero no por ello resulta difícil imaginar lo mal que debieron de pasarlo quienes aquí combatieron. Muchas veces, cuando en esta época del año recorro los antiguos campos de batalla, una intensa niebla cubre el paisaje. Es entonces cuando comprendo porque aquellas duras jornadas de guerra recibieron el nombre de “Batalla de la Niebla”.
Algunas mañanas, un espeso manto gris lo envuelve todo, impidiendo ver más allá de unas decenas de metros. Bien protegido del frío y la humedad, recorro los mismos lugares en los que antaño se combatió. Ya no hay balas surcando el aire, ni explosiones atronando por todas partes. Ya no se escuchan los sonidos mecánicos de tanques, ni los gritos de hombres enzarzados en combates cuerpo a cuerpo. Todo permanece tranquilo y en silencio. Sólo mi imaginación y mi sentir parecen evocar aquellos días.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografía: Tropas franquistas en los alrededores de Madrid en el invierno de 1936/37.
¿Qué podemos saber sobre las posiciones en el Hipodromo y la actual sede del CNI?
ResponderEliminarLa zona de la que hablas, como toda la carretera de La Coruña, ha experimentado importantes cambios (derribo de antiguos edificios, construcción de otros nuevos, ampliación de la carretera, deslomes, colmatado de vaguadas, escombros, etc.).
ResponderEliminarEl Hipódromo de la Zarzuela, aunque proyectado desde 1934, no había sido construido cuando estalló la guerra. Su inauguración se produciría en mayo de 1941. El edificio del CNI, por supuesto, no existía.
Durante la batalla de la carretera de La Coruña se combatió con dureza en todo el sector comprendido entre el Puente de San Fernando y la Cuesta de las Perdices. Fue precisamente en esta zona donde, en enero de 1937, la poderosa ofensiva franquista (tras ocupar Aravaca, Cuesta de las Perdices y Cerro del Águila) terminó siendo frenada por los republicanos. En este blog se han dedicado diferentes apartados a aquellas jornadas (“El final de una ofensiva”…).
Tras la batalla, las posiciones de unos y otros quedaron excesivamente cercanas. En algunos casos, como en la Cuesta de las Perdices, apenas estaban separadas por el ancho de la carretera. Todas las construcciones de la zona (especialmente chalecitos aislados y restaurantes) fueron fortificadas y convertidas en bastiones defensivos. Esto provocó un constante forcejeo, un intenso pulso por desalojar al enemigo de sus posiciones. Se sucedieron numerosos golpes de mano, acciones de cierta envergadura y guerra de minas a lo largo de toda la guerra. Los apartados de este blog dedicados a “Casa Camorra” son un ejemplo de todo aquello.
En un informe de las tropas nacionales fechado en abril de 1937 en el que se realiza un estudio del frente. Respecto al sector de la Cuesta de las Perdices, entre otras cosas, dice:
“Tiene este Sector un gravísimo inconveniente, que es el extenderse ante él una especie de bolsa que forma la tapia de El Pardo desde su unión con la de la Casa de Campo hasta Sicilia Molinero, bolsa que en la actualidad está atravesada de derecha a izquierda por siete líneas de trincheras enemigas que perforando la tapia de El Pardo por Sicilia Molinero penetra a unirse con las del monte citado, así como existen desembocando a esta bolsa dos portilleras abiertas en la tapia por donde hacen sus salidas los carros que no son vistos hasta que están fuera de ella.
Además, las diferentes edificaciones que se extienden en esa bolsa hasta la carretera de La Coruña están tomadas por el enemigo y enlazadas por trincheras y ramales que les facilitan no solo la comunicación sino la situación en ellas de fuerzas con fácil desembocadura en los ataques.”
En toda esta zona se desarrolló una cruenta y dura guerra de trincheras. Los trabajos de fortificación fueron constantes a lo largo de toda la guerra. De ellos, en la actualidad, quedan pocos restos: los fortines nacionales de la Colonia Camarines (los que dan a la carretera de Castilla son republicanos y datan de antes de la Batalla de Madrid) y los escasos restos de Valdemarín, cuyas alturas fueron ocupadas por los nacionales. Algo más alejados, están los restos existentes en el Cerro del Águila y el Club de Campo.
En la entrada de la sede del CNI existe un monolito dedicado al capellán de la Legión, el padre Huidobro, muerto en la zona durante la “Operación Garabitas” (abril de 1937).
Tengo bastante información de la zona durante la guerra (unidades, posiciones, partes de operaciones, fotografías, mapas, croquis, artículos de prensa, etc.). Poco a poco y con algo de tiempo, intentaré publicar alguna cosa más.
Un saludo.
Estimado señor:
ResponderEliminarTengo curiosidad por establecer contacto con Vd. La razón es que quiero conocer, que es lo que sucedió en el Cerro del Águila, en Madrid. Un primo de mi madre murió el 14 de abril de 1937, en el citado frente.
Mi correo es jbbbrincon@gmail.com
Muy agradecido de antemano
Le saluda atentamente
Juan Benitez
Hola Juan, encantado de saludarle.
ResponderEliminarCasualmente, estoy preparando un pequeño artículo para este blog centrado en la consulta que realiza. No se cuando lo tendré ultimado, pero mientras tanto, le doy algunas pequeñas referencias.
En abril de 1937, el ejército republicano desencadenó una serie de ataques en el frente madrileño, cuyo principal objetivo era ocupar el Cerro Garabitas, en la Casa de Campo. Con esta operación (que recibiría el nombre de “Operación Garabitas”), se pretendía hacer caer las posiciones nacionales en la Ciudad Universitaria y lograr alejar el frente de la capital, lo que imposibilitaría los constantes bombardeos que la artillería nacional desarrollaba desde la Casa de Campo.
La operación se desarrolló entre los días 9 y 14 de abril de 1937 con abundantes recursos humanos y materiales. Pero la ofensiva republicana chocaría con unas posiciones nacionales fuertes y bien organizadas. Tras jornadas de durísimos combates que produjeron miles de bajas, los republicanos decidieron suspender los ataques sin haber logrado ocupar ninguna de las posiciones importantes.
Entre estas posiciones de importancia (Garabitas, Cuesta de las Perdices, Cerro del Piñonero, Camarines…), se encontraba el Cerro del Águila, posición clave para el control de la carretera de La Coruña.
En general, la “Operación Garabitas” es poco conocida y está muy poco estudiada. Le voy a preparar algunas referencias bibliográficas sobre este tema y, en los próximos días, se las envío a su correo.
Reciba un cordial saludo.
-ola, lo primero de todo decir que esta página -me parece muy interesante.
ResponderEliminarMi abuelo fue detenido a principios de enero en el cerro garabitas me gustaría saber si tienes alguna información al respecto.
Comandante Fernando Faerna, creo que fue detenido entre el 06-01-37 y el 08-01-37.
Gracias
Marisa
Hola Marisa.
ResponderEliminarLo siento, pero al día de hoy no puedo aportar ninguna referencia sobre tu abuelo. Mis archivos personales son limitados. ¡Ojala pudiera tener una base de datos con toda la documentación generada en aquellos días de guerra!
Por otra parte, las fechas que das (principios de enero de 1937) corresponden a días difíciles y muy caóticos en lo que a documentación se refiere. Estaría bien conocer la unidad a la que pertenecía tu abuelo, eso podría ayudar bastante. En cualquier caso, seguir su pista, puede resultar muy complicado.
Lamento no poder ayudarte.
Un saludo.