martes, 16 de julio de 2019

164) Materiales del periodo bélico recuperados en la Dehesa de Navalcarbón



MATERIALES DEL PERIODO BÉLICO RECUPERADOS EN LA DEHESA DE NAVALCARBÓN

Los trabajos arqueológicos desarrollados en la Dehesa de Navalcarbón en el mes de noviembre de 2017, dentro del Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil de la Comunidad de Madrid, permitieron recuperar un considerable número de materiales procedentes del periodo bélico.

En todas las estructuras en las que se ha trabajado (2 nidos de ametralladora de hormigón armado, 2 nidos de mampostería, 3 asentamientos de mampostería para fusil ametrallador, 1 observatorio blindado, 1 puesto de mando y 2 estructuras auxiliares) han aparecido diversos objetos, tanto en el interior de las fortificaciones como en su perímetro más próximo.

Estos materiales, algunos de los cuales ya han sido presentados en este blog, pueden agruparse en tres categorías diferentes:

Armamento.
Construcción.
Vida cotidiana.

Armamento:

A pesar de que la Dehesa de Navalcarbón no fuera escenario de batallas o combates, y que las fortificaciones construidas en ella formaran parte de la segunda línea defensiva del Ejército Popular de la República, alejada unos dos kilómetros de la primera línea de fuego y de contacto con el enemigo, en este lugar se empleó y acumuló una importante cantidad de armamento y material bélico.

Los servicios de recuperación del ejército, que al concluir el conflicto se encargaron de desactivar y limpiar de material de guerra las zonas en las que se habían establecidos posiciones defensivas, o la intensa actividad chatarrera desarrollada en esos mismos lugares  durante los años de posguerra, no han impedido que durante los trabajos arqueológicos desarrollados en Navalcarbón se haya recuperado un considerable número de restos de armamento.

Además de abundante metralla y de otros vestigios artilleros (espoletas y vasos de proyectiles), que evidencian el castigo al que era sometida la Dehesa de Navalcarbón durante la guerra por parte de la artillería, los restos de armamento más numerosos que han sido recuperados corresponden a cartuchería, de los que han aparecido ejemplos de diversos modelos y calibres en la mayor parte de las estructuras excavadas.

Localización de una vaina de Mauser 7 mm durante la excavación de una de las fortificaciones de Navalcarbón

En total, se han localizado 269 objetos: 40 cartuchos, 186 vainas, 22 balas y 21 peines. Estos hallazgos nos proporcionan interesante información sobre el tipo de fusiles y armas automáticas que pudo emplear la tropa desplegada en las posiciones de la Dehesa de Navalcarbón.

La munición recuperada corresponde a seis tipos: Mauser 7 mm (168), Mauser 7,92 mm (8), Mosin-Nagant (21), 303 British (28), Mannlicher (1) y 9 Largo (2). Para más información sobre este tipo de munición aparecido en las excavaciones visitar las entradas “Munición en la Dehesa de Navalcarbón” y “El calibre 9 mm Largo”.

En los marcajes que figuran en las vainas y cartuchos que pueden ser leídos (algunos son ilegibles por la corrosión, otros están montados en peines de los que no pueden ser extraídos o, simplemente, carecen de marcaje, aparecen 8 países de fabricación diferentes: España (30%), México (21%), Austria (15%), Grecia (10%), URSS (9%), Inglaterra (7%), Checoslovaquia (4%) y EUA (4%).

El país de fabricación que figura en los marcajes no tiene por qué indicar necesariamente que ese tipo de munición procediese directamente de esos lugares, ya que gran parte del material bélico llegaba a España por cauces no oficiales (proveedores clandestinos, operaciones secretas, contrabando, mercado negro…), especialmente, a partir de la firma del Pacto de No Intervención, el 9 de septiembre de 1936.

Acopio de vainas y cartuchos aparecido al excavar una de las estructuras auxiliares de Navalcarbón

Analizando  los marcajes identificados en la munición recuperada podemos sacar algunas conclusiones:

En buena parte de la munición de origen español (un 30% del material recuperado), y que básicamente corresponde al Mauser 7 mm (fusil reglamentario del Ejército Español desde 1893), figuran fechas muy anteriores al inicio de la Guerra Civil (1917, 1918, 1919, 1921, 1924, 1926, 1927), es decir, se trata de material bélico que, en algunos casos,  había permanecido cerca de dos décadas almacenado en los depósitos y arsenales militares. Por otro lado, y como es lógico al tratarse de posiciones del ejército republicano, las fechas de fabricación más próximas en el tiempo a la contienda que figuran en los marcajes (1933, 1935, 1936) se interrumpen en 1936, ya que, a partir de ese año, tanto las plantas de Pirotecnia Militar de Sevilla (PS), como las de la Fábrica Nacional de Toledo (FNT), dos de las tradicionales productoras nacionales, y cuyos marcajes aparecen en toda la munición de fabricación española localizada en Navalcarbón,  quedaron dentro de la zona sublevada y, por tanto, el gobierno de la República dejó de poder disponer de esos recursos.

Entre la munición aparecida en Navalcarbón destaca por su número la de origen mexicano (21% del material recuperado), correspondiente al Mauser 7 mm, con los marcajes México y FNC (Fábrica Nacional de Cartuchería) y con fechas de fabricación comprendidas entre 1930 y 1931. Es muy probable que esta munición provenga de los envíos de armamento que el gobierno mexicano, presidido por Lázaro Cárdenas, realizó en apoyo de la República española desde septiembre de 1936 hasta, por lo menos, septiembre de 1938, en momentos en los que otros países se negaban a hacerlo, al menos de manera abierta y reconocida.

Respecto a la munición de Mosin-Nagant, de origen soviético y que durante la Guerra Civil fue masivamente empleada por el Ejército Popular de la República, los restos recuperados en Navalcarbón suponen un 9% del total. Sus marcajes nos hablan de tres fábricas diferentes (Lugansk, Volodarskogo y Tula), y las fechas de producción que aparecen en los culotes van desde 1924 hasta 1936. Sabemos que, durante la Guerra Civil, la URSS vendió directamente a la República española grandes cantidades de armamento, pero también que utilizó como pantalla a otros países para este tipo de comercio. Aunque la URSS mandó material de guerra muy moderno, también aprovechó el conflicto español para deshacerse de todo el material bélico anticuado que guardaba desde hacía muchos años en sus arsenales.

Tanto la munición de origen inglés, como la fabricada en EEUU, que ha aparecido en Navalcarbón (un 7% y un 4% del total, respectivamente), corresponde íntegramente  al modelo 303 British (7,7 mm), y las fechas de fabricación que aparecen en los marcajes de sus culotes, comprendidas entre 1915 y 1918, demuestran que se trata de excedentes de la Primera Guerra Mundial  (1914-1918), muy probablemente, llegada a España por cauces no oficiales.

Clandestinamente debió de llegar también la munición del calibre 7,92 mm recuperada en Navalcarbón, casi toda ella producida en Checoslovaquia (4%) por  la fábrica Sellier & Bellot de Praga, con fechas comprendidas entre 1935 y 1936.

Mención especial merece la munición que ha aparecido con marcajes que indican una producción clandestina, o al menos discreta, por parte de algunos países, en un intento de burlar las prohibiciones impuestas por el Pacto de No Intervención. Dentro de esta categoría se encuentra toda la munición que ha aparecido para Mauser 7 mm con el marcaje XII 36B, fabricada en Grecia (10%) por la Fábrica de Pólvora y Cartuchería Helénica, en diciembre de 1936. También forma parte de esta categoría la totalidad de la munición de origen austriaco (15%) que se ha recuperado en Navalcarbón con el marcaje M, también para Mauser 7 mm, así como las vainas cuyos culotes carecen de marcaje.

El escaso número de restos de munición 9x23 Largo (1 cartucho y 2 vainas), todos ellos de fabricación española, entra dentro de lo normal, al constituir el tipo de munición empleado por armas cortas y, por tanto, de uso exclusivo de los oficiales.

Por último, la única vaina de Mannlicher que ha aparecido en Navalcarbón, fabricada en Austria en 1915, aunque podría indicar un empleo anecdótico o irrelevante de este tipo de munición, lo cierto es que solo con esa muestra no nos es posible sacar conclusiones.

Algunos de los peines-cargador para Mauser 7 mm y para Mauser 7,92 mm recuperados en Navalcarbón

Además de cartuchos y vainas, ha sido recuperado un considerable número de guías de cargador, conocidos como peines cuando tienen montados los cartuchos. Salvo dos peines y los restos de un tercero, correspondientes al modelo 303 British, la totalidad de los peines recuperados en Navalcarbón son para Mauser 7 mm (9) y para Mauser 7,92 mm (10). Todos los peines de 7,92 mm se encuentran muy dañados por la corrosión, por lo que resulta imposible apreciar ningún tipo de marcaje, sin embargo, en cinco de los peines para munición de 7 mm, se aprecia la inscripción México (4) y FNC (1). La escasez, o total ausencia, de otros modelos de peines puede deberse, como sucede con los modelos para 303 British o para Mosin-Nagant, a su destrucción por lo muy vulnerables que son a la corrosión.

 Vainas de Mauser 7 mm montadas en peines
Peine montado con cartuchos 303 British

Respecto a las balas, los modelos recuperados corresponden al 7 mm (7), 7,92 mm (5), 7,62 mm (6) y 7,7 mm (4), estas últimas engarzadas a fragmentos de golletes rotos, lo que significa rotura de los cartuchos. Es muy probable que muchas de estas balas no hayan sido disparadas, sino desengarzadas del gollete de la vaina voluntariamente o de manera fortuíta.

A modo de conclusión, creemos que los restos de cartuchería aparecidos en la Dehesa de Navalcarbón dan testimonio de una gran variedad de calibres (hasta 7 tipos diferentes). Ello nos hace intuir unas importantes complicaciones logísticas causadas por la considerable heterogeneidad de fusiles y armas automáticas que conformaban el armamento de la tropa que guarnecía estas posiciones. Los marcajes de la munición demuestran una amplia diversificación de naciones y proveedores, así como la existencia de diferentes cauces, tanto de carácter oficial como clandestinos, empleados para hacer llegar el material a España. Todo ello, reflejaría las dificultades que existían para equipar de armamento y abastecer de municiones a las tropas republicanas que, en la etapa final de la guerra, guarnecían el frente de Las Rozas.

Durante los trabajos de excavación se han recuperado también diferentes elementos pertenecientes a granadas de mortero de 50 mm, modelo Valero. En concreto, 2 ojivas, 2 cuerpos, 3 culotes de cartuchos de proyección y diversos fragmentos de ojiva, cuerpo, bandas de conducción y otros restos. Los lugares  en los que han aparecido los restos hace pensar que estos proyectiles no fueron disparados, sino inutilizados y abandonados en el mismo lugar en el que han aparecido, posiblemente, por los servicios militares de recuperación y desactivación de material de guerra que estuvieron trabajando en la zona al finalizar la contienda. Ver la entrada “Granadas de mortero Valero en Navalcarbón”.

Por último, se ha localizado un importante número de fragmentos de metralla, procedente de proyectiles artilleros de diferentes modelos y calibres. Ver la entrada “Del tiempo en el que las bombas estallaban en la Dehesa de Navalcarbón.”

Culo de una granada rompedora de 105 mm aparecido en Navalcarbón

Otro objeto curioso que hemos encontrado, y que podemos incluir en la categoría de armamento defensivo, es el filtro de una máscara antigás (ver la entrada “Guerra química”).

Construcción:

Lógicamente, una de las actividades más importantes realizadas en la Dehesa de Navalcarbón durante la Guerra Civil fue la construcción de todos los elementos que conformaron la posición allí establecida. No sólo las estructuras que son más visibles hoy en día, como los fortines y las trincheras, también un gran número de obras y construcciones auxiliares y complementarias, tales como refugios subterráneos, abrigos para la tropa, depósitos, etc., mucho menos consistentes y que han ido desapareciendo por efecto de la erosión y el paso del tiempo.

Además de los materiales con los que están construidos los fortines, como cemento, grandes piedras de granito, ladrillo o balasto de las vías del ferrocarril, y que han aparecido en gran cantidad durante las labores de desescombro y excavación de las estructuras, también se han recuperado muchos otros objetos y elementos relacionados con el proceso constructivo de las fortificaciones de Navalcarbón.

En líneas generales, la Guerra Civil fue una guerra de pocos recursos, por lo que las unidades que realizaban trabajos de fortificación procuraban aprovechar al máximo los medios que les proporcionaban las mismas zonas en las que trabajaban. En Las Rozas de Madrid, y las fortificaciones de la Dehesa de Navalcarbón no fueron una excepción, fue especialmente significativo el aprovechamiento que el ejército republicano  hizo de los materiales provenientes de las infraestructuras ferroviarias que existían en la zona del municipio bajo su control, especialmente la Línea del Norte y la Estación Clasificadora de Las Matas.

La colocación de emparrillados formados por raíles de tren entre los muros y las cubiertas de los fortines de mampostería, elemento esencial en el blindaje de la estructura, ha quedado atestiguada, tanto en el negativo o impronta que esos raíles han dejado en los muros y cubiertas de los fortines, como en los escombros extraídos durante la excavación, ya que los raíles actuaron como molde, dando su forma al cemento, e incluso, dejando grabados los marcajes con la factoría y el año de producción en algunos de ellos. También el cascajo de piedra, que es el balasto con el que se intenta minimizar el efecto de las vibraciones de los trenes al circular sobre las vía, fue trasladado en grandes cantidades a Navalcarbón para reforzar el hormigón en masa con el que se construyeron las cubiertas de los fortines de mampostería.

Fragmento de cemento, con la forma de uno de los raíles de ferrocarril que conformaba la cubierta de una de las fortificación de Navalcarbón, en el que quedó impresa la marca del fabricante: KRUPP,  que, entre finales del siglo XIX y mediados del XX, fue la todopoderosa productora de acero alemán, tanto para uso civil como militar.

La aparición de pasadores, placas de asiento, pernos, tornillos, tuercas, etc. demuestra el aprovechamiento que se hizo de los diferentes herrajes característicos de las vías férreas para la construcción de las fortificaciones y, con toda seguridad, atestiguaría también el empleo de traviesas de madera procedentes de las vías para múltiples usos constructivos (vigas, refuerzos, cubiertas, parapetos, etc.). Con el paso del tiempo, esta madera habría desaparecido, pero habrían permanecido los elementos metálicos que se encontraban atornillados o anclados a ella.

Entre los útiles aparecidos destaca una pala, herramienta básica, junto a los picos (estos últimos no han aparecido), para la realización de trabajos de fortificación. También una pieza rectangular, de hierro macizo, que parece haber sido una especie de pequeño yunque. Curiosa ha sido la aparición de un bloque de cemento con la forma del cubo, cubeta o espuerta que lo contenía. También han aparecido piquetas de alambrada empleadas en la construcción de alguna de las fortificaciones.

Pala recuperada en la Dehesa de Navalcarbón

Los restos más numerosos de elementos relacionados con la construcción  que han sido recuperados durante la excavación arqueológica son los clavos, puntas y tornillos de diferentes  tipos y tamaños, así como una buena cantidad de trozos de alambre. Suponemos también que muchos de los fragmentos de metal sin forma definida que han sido recuperados, corresponderán a elementos utilizados en el proceso constructivo, siendo imposible su interpretación debido al estado de corrosión en que se encuentran.

Vida cotidiana:

Un grupo de materiales recuperados especialmente interesante lo constituye el de los objetos relacionados con la vida cotidiana de los soldados que fortificaban y guarnecían las posiciones del frente. Estos objetos nos hablan del día a día de aquellos hombres que se vieron inmersos en la trágica realidad que supone una guerra de trincheras y, por tanto, son los que nos proporcionan una visión más humana de aquel periodo histórico. En las excavaciones de la Dehesa de Navalcarbón hemos recuperado diferentes elementos que pertenecen a esta categoría de materiales.

Desenterrando una lata de conservas aparecida en el suelo de una de las estructuras auxiliares 

Comenzamos señalando los que tienen que ver con la alimentación, como es el caso de un plato de aluminio esmaltado, varios fragmentos de un plato de loza, diferentes latas de conservas, abrelatas o variados recipientes de bebida, como una botella de vino, fragmentos de un porrón, de un botijo y de otras botellas que debieron de emplearse para contener agua, vino o algún tipo de licor. Dentro de los objetos relacionados con la alimentación, hay que incluir una serie de fragmentos de huesos de animales que aparecieron en el suelo de una de las que hemos denominado estructuras auxiliares, y que debieron formar parte de la dieta de la tropa, bien en forma de guiso o como ingrediente en algún tipo de caldo. El pequeño tamaño y estado fragmentario de estos huesos no permite identificar con exactitud a qué especie animal pertenecieron, pero las características que presentan hacen  muy probable que se trate de algún tipo de bóvido, équido o suido.

Otra serie de objetos recuperados son los relacionados con la higiene y el aseo, tales como dos peines para el cabello o un tubo de pasta dentífrica, a los cuales les dedicamos ya la entrada “Higiene personal.”

Localización de un peine para cabello en una de las estructuras auxiliares

Además de las botellas de cristal anteriormente mencionadas, han aparecido varias botellas de vidrio y cristal correspondientes a envases de medicamentos, seguramente, de jarabes, pastillas, sales o complejos vitamínicos. Entre los recipientes de cristal, destacan también los correspondientes a tinteros.


Tintero y botella de medicamento aparecidos en el suelo del puesto de mando

Los fragmentos de un  quinqué nos hablan de los rudimentarios sistemas de iluminación que se empleaban en muchas de estas posiciones.

Entre los objetos de uso personal y cotidiano, también han aparecido dos navajas de bolsillo, un objeto muy práctico y con múltiples utilidades, que seguramente sería muy común entre los soldados.

Se han recuperado también algunos objetos que tiene que ver con la vestimenta, como algunos botones metálicos, una pequeña hebilla, el tirador de una cremallera, una suela de calzado, o el tacón claveteado de una bota.

Otros objetos que podemos mencionar, son una moneda de 25 céntimos de la República, del año 1934, un par de pequeñas llaves, o unos hilos telefónicos que aparecieron en el interior del puesto de mando.

Por último, y quizás como elemento más llamativo por lo vulnerable del material, habría que mencionar los fragmentos de periódico y cartón que aparecieron en una de las estructuras auxiliares que fueron excavadas, y al que ya dedicamos la entrada “Prensa de trinchera.”

Vainas de Mauser 7 mm adheridas a fragmentos de cartón

Todos estos objetos y materiales han sido limpiados, inventariados, catalogados y estudiados, presentando la correspondiente memoria en la Dirección General de Patrimonio Cultural, y entregados al Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares.

Almacén del Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares el día de la entrega de los materiales recuperados en la Dehesa de Navalcarbón

3 comentarios:

  1. Hola buenas tardes.
    Muy interesante, educativo e instructivo su blog.
    Hace poco he comprado un detector de metales y con mucho respeto y alejado de las construcciones estoy encontrando algún material sobre todo balas, peines y casquillos. Si le interesará estaría dispuesto a donarlo (no es gran cosa lo encontrado).
    Por otra parte quisiera saber si la búsqueda con detector en estos lugares es posible. Yo suelo hacerlo en lo que serían trincheras y que se encuentran abandonadas a la intemperie. En las construcciones no busco.
    Gracias por todo.

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    1. Hola ¿Qué tal?

      Todas las zonas de trincheras, fortines, etc. están catalogadas como yacimientos arqueológicos.

      El uso de detectores de metales está prohibido si no se cuenta con una autorización de la Dirección General de Patrimonio.

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  2. Buenas, soy de valdemoro y hoy día encontré por casualidad en un parque muy común de la zona ....una vaina de bala Mouse totalmente revestida de arena ...e descubierto el culote ...está percutáda....y marca fecha 1921 y letra PNT...puede ser que pasara algo en Madrid ... Valdemoro ??? Estoy con la boca abierta

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