Cuesta creer que en un lugar tan apacible y agradable como es hoy en día la Dehesa de Navalcarbón, hace unos 80 años estallasen las bombas de manera cotidiana.
Para encontrar evidencias de todo ello no es imprescindible
excavar. Los fragmentos de metralla aparecen a simple vista, sobre el mismo
suelo por el que a diario se pasea o se hace deporte. Para la inmensa mayoría
de la gente no son más que viejos trozos de hierro oxidado sin ningún interés,
asociándolos a desperdicios que en algún momento fueron arrojados en la dehesa.
Pero el observador atento se dará cuenta de que esos
fragmentos metálicos de curiosas formas corresponden a metralla artillera.
En las excavaciones arqueológicas realizadas recientemente
en Navalcarbón hemos localizado un importante número de trozos de metralla
procedente de proyectiles artilleros de diferentes calibres. También hemos
encontrado fragmentos de espoletas y de bandas de forzamiento.
Junto a estos restos de pequeño tamaño, hemos recuperado
otros algo mayores, entre los que destacan el culo fragmentado de una granada
rompedora de 105 mm y un cuerpo completo de una granada metrallera de 75 mm.
Culo de una granada rompedora de 105 mm recuperada en Navalcarbón
Las granadas rompedoras eran proyectiles
huecos que llevaban una carga explosiva en su interior. Cuando el explosivo era
detonado por acción de la espoleta, la carcasa del proyectil se rompía en
múltiples fragmentos, convirtiéndose en metralla y causando destrucciones y
terribles heridas, a lo que habría que sumar los efectos de la onda expansiva.
Cuerpo de granada metrallera ("shrapnel") y algunos de sus característicos balines de plomo endurecido recuperados en Navalcarbón
La granada metrallera, también conocida como
“shrapnel”, era un tipo de proyectil con una carga compuesta por cientos de
balines de plomo endurecido. Tenía una espoleta de tiempos o de activación
retardada, la cual permitía a los artilleros “programar” en que momento de su
trayectoria debía de explosionar el proyectil. De esta manera, se lograba que
la granada explosionara antes de tocar el suelo, varios metros por encima del
objetivo. Al estallar el proyectil en altura, la carga de balines salía
proyectada hacia delante en forma de cono, produciendo una potente granizada de
balines de plomo sobre el objetivo.
Terribles ingenios, mortíferos artefactos de los que todavía
es posible encontrar restos en la Dehesa de Navalcarbón. Unos restos que dan
testimonio del trágico pasado bélico vivido en los mismos lugares en los que
hoy practicamos deporte, celebramos fiestas o disfrutamos de agradables paseos.
Otros artículos publicados en este blog sobre estos temas:
"TORMENTAS DE METAL Y FUEGO" (Diciembre de 2009).
"GRANADA METRALLERA" (Abril de 2011).
(Excavación de fortines en la Dehesa de Navalcarbón. Las
Rozas de Madrid, noviembre de 2017. Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil de la Comunidad de Madrid)
No hay comentarios:
Publicar un comentario