Una de las características propia
de la guerra de trincheras fue la escasez de higiene, cuando no la total
ausencia de la misma, entre las tropas que guarnecían las posiciones que
conformaban la línea de frente.
A pesar de los esfuerzos
desarrollados por los mandos militares para reducir en lo posible este
problema, lo cierto fue que resultaba muy complicado mantener unas adecuadas y
periódicas prácticas higiénicas cuando cientos de combatientes malvivían durante semanas en el fondo de las
trincheras y pernoctaban hacinados en insalubres chabolas y abrigos
subterráneos.
Cartel republicano para intentar concienciar a los soldados de la importancia de la higiene
Algunos de los hábitos básicos de
aseo personal, como lavarse, peinarse o afeitarse, ante la limitación de agua,
la escasez de jabón (que se convirtió, especialmente en la zona republicana, en
un producto de lujo tanto en el frente como en la retaguardia) y la general
ausencia de instalaciones adecuadas, se redujeron a su mínima expresión; otros,
como mudarse de ropa o hacer la colada, simplemente resultaban imposibles
mientras se permaneciese en la línea de fuego.
La cosa debía de ser algo mejor
en las posiciones de segunda línea, como era el caso de la Dehesa de
Navalcarbón, en donde la relativa lejanía del enemigo permitía un día a día más
relajado y unas condiciones de vida más llevaderas a las que había que soportar
en la primera línea. En cualquier caso, las oportunidades para disfrutar de un correcto
lavado y de una muda limpia, prácticamente se reducían a los periodos en los que
las unidades desplegadas en la línea de frente eran relevadas y trasladadas a
sus acantonamientos de retaguardia.
Miliciano de la Columna Durruti peinándose frente a un espejo en el frente de Madrid (PARES. Archivo Rojo)
Mientras ese momento llegaba, los
soldados de uno y otro ejército soportaban los peligros y tensiones propios del
frente entre la suciedad y la falta de higiene generalizada, con las
lógicas consecuencias que todo ello suponía: parásitos, enfermedades, molestias
e incomodidades…
Entre los materiales recuperados
en las excavaciones arqueológicas realizadas en la Dehesa de Navalcarbón hemos
encontrado algunos directamente relacionados con la higiene y el aseo personal.
Humildes objetos de la vida cotidiana con los que los soldados intentaban
mantener unos mínimos de limpieza y apariencia en medio del infierno de la
guerra.
Peines para cabello recuperados en la Dehesa de Navalcarbón.
Tubo de pasta dentífrica recuperado en la Dehesa de Navalcarbón.
Un peine de baquelita para
cabello marca “Victory”, muy popular en la época y que creemos desaparecida en
la actualidad.
Un fragmento de otro peine,
también de baquelita, marca “Hércules-Kamm”, marca muy prestigiosa en las
décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado.
Un tubo de pasta dentífrica producida
por unos laboratorios con sede en Barcelona.
Fotografía del encabezado: Soldados republicanos aseándose en una fuente. Frente de Madrid. (PARES. Archivo Rojo).
(Excavación de fortines en la
Dehesa de Navalcarbón. Las Rozas de Madrid, noviembre de 2017. Plan Regional de
Fortificaciones de la Guerra Civil de la Comunidad de Madrid)
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