ARROYO DE LA PUENTECILLA
Antes de nada, quisiera empezar este
artículo deteniéndome un poco en el topónimo "La Puentecilla", un nombre que hoy
en día, al sonar raro, ha originado cierto confusionismo a la hora de denominar
a este arroyo y la zona por la que discurre. Todas las referencias antiguas que he
tenido ocasión de consultar (especialmente referencias cartográficas) recogen el
topónimo "La Puentecilla", sin embargo, en las últimas décadas se ha ido
extendiendo y generalizando el de "La Fuentecilla" para referirse a este lugar, y
así es como aparece en muchos planos modernos, e incluso, en trabajos y
escritos elaborados por los propios ayuntamientos de la zona. La documentación histórico-militar
procedente de la Guerra Civil hace también un uso generalizado del nombre "La
Fuentecilla" frente al de "La Puentecilla", lo que demostraría que la confusión,
como mínimo, se viene dando desde las primeras décadas del siglo XX. Sin
embargo, en los mapas elaborados por el Instituto Geográfico Nacional permanece
el topónimo "La Puentecilla" en todas sus ediciones, desde las más antiguas a las
más actuales (la última del 2006).
Todo ello me llevo hace ya bastante
tiempo a investigar un poco sobre esta cuestión, y ver si era capaz de aclarar
las cosas. La respuesta
me la dio “El Nuevo Tesoro Lexicográfico
de la Lengua Española”. Un servicio digitalizado de la Real Academia
Española (RAE), en el que se pueden consultar todos los diccionarios de nuestro
idioma desde 1737 hasta 1992. Es
realmente fantástico comprender el significado antiguo de ciertas palabras y
expresiones, así como descubrir otras muchas que ya no se utilizan. Para todos
los que manejamos libros y documentos antiguos, el Nuevo Tesoro Lexicográfico
de la RAE es una herramienta imprescindible para entender correctamente lo que
estamos leyendo, pues, muchas veces, el significado actual de una palabra, no
tiene nada que ver con el que tuvo en el pasado (aunque pueda parecer mentira).
Mapas actuales, uno de ellos con el topónimo "La Fuentecilla" y el otro con el de" La Puentecilla".
Volviendo a la polémica sobre el
topónimo “Puentecilla” o “Fuentecilla”, y una vez consultados los viejos
diccionarios, puedo asegurar que, sin ninguna duda, la denominación correcta es
“La Puentecilla”, tal y como aparece en todos los mapas antiguos. Poco a poco,
muchas personas lo van transformando en “Fuentecilla”, porque actualmente les
suena mejor, pero es un error. Vamos a argumentar esta afirmación:
Según el actual Diccionario de la
Lengua Española, “Puentecilla” (en femenino) es: “Puente o cordal de la parte interior de los instrumentos de cuerda que
sujeta las cuerdas”. Pero en los diccionarios del siglo XVIII, además de esta
definición de “Puentecilla”, nos encontramos con que la palabra “Puente” se
utilizaba en femenino. Y así, encontramos términos y expresiones que hoy nos
suenan raras, pero que en la época eran habituales. Por ejemplo:
“La
puente levadiza”,
para hablar de la compuerta que salvaba el foso de los castillo. O expresiones
y frases hechas como: “Hacer la puente de
plata” (facilitar las cosas); “Por la
puente que está seco” (evitar riesgos), etc. Estos ejemplos y otros más,
los encontramos en el Diccionario de la Real Academia de 1783.
Es a finales del siglo XIX cuando en
los diccionarios comienza a aparecer la palabra “puente” como masculino,
perdiéndose el uso de su forma femenina, pero permaneciendo en algunos
topónimos como el que nos ocupa.
Posiblemente, poco a poco, el nombre
original de “La Puentecilla” (que evidentemente hace alusión a algún antiguo
puentecillo que servía para cruzar el arroyo), será transformado por el de “La
Fuentecilla”, desvirtuando el sentido del topónimo. Por ello, reivindico usar
el correcto nombre de “La Puentecilla”, que aunque hoy nos pueda sonar raro, es el
original y, como todos los topónimos, nos está dando información sobre el
pasado del lugar.
Y, una vez aclarada esta cuestión,
pasamos al tema principal de este artículo: el arroyo de La Puentecilla y los
restos de la Guerra Civil que se conservan en esta zona.
El arroyo de La Puentecilla nace en la
zona que antaño recibía el nombre de Altos de la Carrascosa, una meseta bien
definida que en los últimos años ha experimentado profundas transformaciones
por la actividad urbanística y la construcción de infraestructuras. Las aguas de este arroyo, que puede permanecer
seco buena parte del año, recorren unos 4 kilómetros hasta desembocar en el río
Guadarrama, actuando parte de su tramo final como linde entre los términos
municipales de Las Rozas y Majadahonda.
Buena parte del arroyo de La
Puentecilla se encuentra dentro del “Parque Regional del Curso Medio del Río
Guadarrama y su Entorno”, por lo que algunas de las zonas por las que discurre
cuentan con algún tipo de protección medioambiental que, sin embargo, no impide
que este peculiar entorno natural sea objeto de diferentes agresiones de manera
habitual (practica de enduro y motocrós, vertidos de escombros, basuras y otros
residuos, por no hablar de la contaminación que sufren las aguas del propio arroyo).
Panorámica del arroyo de La Puentecilla (JMCM, 2010)
A lo largo de su recorrido, el arroyo
de La Puentecilla, en época de lluvias, va recibiendo las aguas de otros
arroyos menores que, comenzando en torrenteras en las partes altas, terminan
conformando llamativas barrancas, cárcavas, cerros y cortados. Esta especial
orografía fue aprovechada durante la guerra por los republicanos para
establecer su línea de frente en este sector, una línea que experimentaría
diversas modificaciones hasta el final de la contienda. Uno de los principales
problemas con los que tuvieron que enfrentarse los republicanos en esta zona
fue la superioridad táctica con la que contaban los franquistas desde sus
posiciones de La Cumbre (que discurrían en paralelo a la actual M-851). El
control y dominio de esas alturas
suponía una clara ventaja, tanto en lo referido a la visibilidad, como
en lo concerniente al campo de tiro, lo que proporcionó a las guarniciones
franquistas un excelente plan de fuegos contra las posiciones republicanas del
sector (ver artículos “VÉRTICE CUMBRE” y “POSICIÓN 38 ORIENTAL GUADARRAMA”)
La batalla de Brunete (julio de 1937)
supuso importantes modificaciones en las posiciones que los republicanos tenían
en torno al arroyo de La Puentecilla, ya que consiguieron avanzar sus líneas y ocupar
algunas cotas y lomas estratégicas que les permitieron establecer en esta zona un
sistema defensivo más sólido y eficaz, minimizando en parte la ventaja con la
que contaban las posiciones franquistas de La Cumbre. Es a partir de ese
momento cuando los republicanos comienzan a desarrollar en la zona de La
Puentecilla una intensa actividad fortificadora que se alargará hasta el final
de la contienda.
La primera medida que se toma es la de
mejorar las fortificaciones antiguas, las cuales, como podemos comprobar en un
informe fechado en agosto de 1937, se consideran insuficientes y muy
defectuosas:
“La construcción de las trincheras es
sumamente defectuosa, pues tienen muy poca profundidad y faltan aspilleras para
tiradores y aquellas que están construidas, (lo están) de forma muy deficiente,
imposibilitando que el tirador pueda efectuar un tiro seguro y continuado. Así
mismo, la mayor parte de la zanja es sumamente estrecha, notándose que las de
evacuación tienen un zig-zag tan pronunciado, que imposibilita la evacuación en
camilla desde la primera línea.”
También se considera prioritario
sustituir los antiguos fortines de rollizos, por otros de mampostería y
cemento, construyendo nuevos emplazamientos y modificando todo el sistema de
fuegos, ya que se considera que los existentes, además de insuficientes, están
mal ubicados y no permiten establecer una línea defensiva en profundidad.
Ejemplos de fortines existentes en La Puentecilla. (JMCM, 2010)
Desde ese momento, en las posiciones
que discurren en torno al arroyo de La Puentecilla, las compañías de zapadores iban
a trabajar intensamente, siendo capaces de resolver buena parte de los problemas que la especial
topografía y orografía del lugar presentaba, y, todo ello, bajo el
constante hostigamiento que las cercanas guarniciones franquistas ofrecían, lo que no deja de tener su mérito.
En julio de 1938, está zona del
frente, cubierta ya por la 111ª B. M., se encontraba integrada en el Centro de
Resistencia nº 6. Un
informe de esta Brigada daba cuenta de los trabajos realizados entre mayo y
diciembre de 1938. Según dicho documento, a lo largo de esos meses se habían realizado
la mayor parte de los atrincheramientos y se habían colocado más de 1.500 m de
alambrada. También se habían construido varios emplazamientos de mampostería
para arma automática, y se informaba del arreglo, reforzamiento y entibamiento de
puentes y pasarelas en diferentes barrancas y vaguadas para facilitar el enlace
y la comunicación entre las posiciones.
En un “Plan de fortificaciones del Subsector de esta Brigada”, fechado en
julio de 1938, podemos leer que la Línea Principal de Resistencia establecida
en La Puentecilla se encontraba ya “en condiciones aceptables con gran cantidad
de refugios ligeros y algunos, muy pocos, construidos contra artillería mediana
y gruesa, con puestos de tirador diversos (escuadra, individuales o dobles),
puestos mixtos de tiradores y granaderos, puestos de granaderos, emplazamientos
para lanzabombas, fusiles ametralladores y ametralladoras con capacidad de
resistencia, por lo menos, contra morteros del 81 y alguno de ellos, contra
artillería de mediano calibre” , además de contar con una línea de
obstáculos compuesta de alambradas y minas.
Más restos de fortines existentes en La Puentecilla. (JMCM, 2010)
A pesar de todo ello, los mismos
informes de ingenieros y zapadores siguen haciendo reiteradas menciones y
alusiones a la complejidad de la orografía para establecer un completo y eficaz
sistema defensivo, y al permanente riesgo que supone la ventajosa posición que
ocupan las guarniciones enemigas en la zona, por lo que los trabajos de
fortificación, comunicación y enlace, así como la organización y reorganización
defensiva del frente a base de Centros de Resistencia, Línea Principal de
Resistencia y Línea de Sostenes, serán constantes durante toda la contienda.
En febrero de 1939, poco antes de
concluir la guerra, en la zona de La Puentecilla se situaban parte de los
Centros de Resistencia nº 3 y nº 2 del III Subsector del frente, posiciones
defendidas cada una de ellas por un batallón de la 111.ª Brigada Mixta, de la
8.ª División, perteneciente al II Cuerpo de Ejército.
Restos de inscripciones existentes en algunos fortines de La Puentecilla. (JMCM, 2010)
En la actualidad, en torno al arroyo
de La Puentecilla se conservan numerosas fortificaciones y atrincheramientos en
diverso estado de conservación, muchas de ellas, poco o nada conocidas. El
“Anuario de Actuaciones Arqueológicas y Paleontológicas de la Comunidad de
Madrid”, del 2006, solo incluye 2 de las 21 fortificaciones
que se recogen en el “CATÁLOGO FOTOGRÁFICO DE FORTIFICACIONES” de este blog, a las que habría que sumar 1 fortificación más, destruida en los últimos años, pero incluida en el "INVENTARIO DE RESTOS DEL FRENTE DE LAS ROZAS DE MADRID" (J. M. Calvo Martínez, GEFREMA, 2012).
Creo que tanto el entorno natural,
como el rico patrimonio relacionado con la Guerra Civil que se conserva en el arroyo
de La Puentecilla, convierte a esta zona en un lugar único y especial para
poder disfrutar de la Historia y la Naturaleza. Confío en que, tanto las
diferentes administraciones con competencias en estos temas, como todas las
personas que por uno u otro motivo se acercan a este espacio tan peculiar,
muestren una especial sensibilidad y cuidado por todo lo que en él se engloba.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografía de cabezera: Trazado de trinchera y fortín en el arroyo de La Puentecilla (JMCM, 2010).
No hay comentarios:
Publicar un comentario