NOTICIA EXPLOSIVA
En los
primeros días del mes de julio, algunos medios de comunicación se hacían eco de
un singular hallazgo. Durante las obras de rehabilitación del Palacio del
Infante Don Luis (también conocido como palacio del Duque de Sueca), en
Boadilla del Monte, uno de los trabajadores encontraba una granada de mortero
de 50 mm sin explosionar incrustada en la cubierta de uno de los portones que
dan acceso al recinto palaciego.
Aunque han
pasado ya varios meses, considero interesante recoger dicho suceso en este blog,
pues constituye un ejemplo más de la presencia que la Guerra Civil Española
sigue teniendo en los municipios del oeste y el noroeste madrileño.
Las personas que
lo deseen pueden leer la noticia tal y cómo la publicó la prensa digital el día
6 de julio de 2013. Aquí van algunos ejemplos (pinchar encima para abrir los
enlaces): "Europapress", "Globedia", "Mirada Oeste", "La Razón". También pueden verse los videos que sobre esta noticia elaboraron en su día "Ciudad Virtual TV" o "Telemadrid".
Como puede
comprobarse, todos los medios recogen la noticia prácticamente igual, sin
apenas diferencias y aportando una información que, además de muy limitada, parece
cuestionable. En esencia, todos ellos, haciéndose eco de las declaraciones del
alcalde de Boadilla del Monte, dan por hecho que el artefacto aparecido fue
lanzado contra el palacio por el ejército republicano durante la batalla de
Brunete. La cosa tendría su gracia si tenemos en cuenta que dicha batalla dio
comienzo, precisamente, un 6 de julio de 1937, es decir, exactamente 76 años
antes del hallazgo de la granada. Pero esta interpretación, aunque atractiva,
parece muy poco probable.
La ofensiva
republicana en el sector de Brunete de julio de 1937 estaba planteada como una
maniobra de doble envolvimiento con dos ataques simultáneos: uno de ellos, el
principal, protagonizado por dos Cuerpos de Ejército, el V y el XVIII, en el
espacio comprendido entre los ríos Perales y Guadarrama; el otro ataque, lo
tenía que desarrollar un reconstituido II CE en el sector de Vallecas. Estos
ataques debían de romper el frente enemigo, enlazando ambas fuerzas de maniobra a la altura de
Alcorcón para así, embolsar y aniquilar a las vanguardias franquistas que
asediaban Madrid desde noviembre de 1936.
Boadilla del
Monte, en cuyo palacio se encontraba situado el Cuartel General de la 11ª
División del Ejército Nacional, al mando de Iruretagoyena en aquél momento, se
encontraba entre los objetivos asignados al XVIII CE republicano, que, en
diferentes fases, debía avanzar en dirección a Villanueva de la Cañada,
Romanillos y El Mosquito, conquistando estos objetivos para, a continuación,
ocupar Boadilla del Monte y hacerse con el control de las carreteras que iban
hasta Móstoles y Villaviciosa de Odón.
En las
primeras horas del día 8 de julio, la XIII BI recibió la orden de ocupar las
alturas de Romanillos, y la XV BI el cerro de El Mosquito, debiendo de
proseguir hacia Boadilla una vez alcanzados dichos objetivos. Como es sabido,
estas unidades se estrellarían una y otra vez contra la tenaz resistencia de El
Mosquito y Romanillos, que se convirtieron en una auténtica sangría. Sin
embargo, mientras las unidades republicanas se esforzaban en vano por hacerse
con el control de estas alturas, y en la zona comprendida entre el Olivar de
Miraval y el palacio Rúspoli (o Casa Jardín) se escaramuceaba en una confusa y
desgastante lucha, un repentino y poco planificado ataque, permitió que, por
sorpresa, una compañía apoyada por algunos carros, lograse avanzar hasta
situarse frente a Boadilla. Esta pequeña avanzadilla se topó con la resistencia
que se le ofrecía desde el cementerio del pueblo, que había sido convertido en
un baluarte defensivo. Lo cierto es que la resistencia que podían ofrecer en
aquél momento los defensores de Boadilla dejaba mucho que desear, pero fue
suficiente para frenar a los indecisos republicanos y que estos se dieran media
vuelta. Sobre este episodio, contamos con el testimonio de un oficial
perteneciente a la 11ª D del Ejército Nacional que en aquel momento se
encontraba en Boadilla:
“El día 8 se nos colaron. Este fue el día
grave de la defensa de Boadilla. Llegaron a asomarse al cerro de La Mira, que
domina el pueblo por el noroeste. Vinieron por la carretera de Brunete.
Entonces podían haberse apuntado un triunfo fácil y casi gratis. Nadie podía
venir en nuestra ayuda, e incluso habíamos mandado a primera línea una
improvisada tropa de escribientes y rancheros. Todavía no sé cómo se pudo
evitar lo peor. Eran como un batallón, acompañados de media docena de carros
rusos. Lo suficiente para habernos asado en nuestro propio jugo. El hecho es
que las fuerzas de seguridad del pueblo, unos guardias civiles, algunos
paisanos armados y hasta un par de docenas de soldados, les hicieron frente, y,
en vez de venir a por ellos y llevárselos por delante, se limitaron a tirarles
cuatro cañonazos, a hacerles una docena de bajas y a retirarse ordenadamente
por la carretera.” (Oficial del Ejército Nacional destinado en el Cuartel
General de la 11ª D, en Boadilla del Monte).
Este
descoordinado y poco decidido ataque, supuso la mayor progresión que lograron los
republicanos sobre Boadilla durante la
batalla de Brunete, una progresión que se limitó a un intercambio de fuego
desde la distancia con los defensores que se encontraban parapetados en el
cementerio del pueblo. Parece difícil, aunque no imposible, que pudiera
alcanzarse el palacio del Infante Don Luis con un proyectil de mortero ligero,
ya que una granada de 50 mm, como la encontrada durante las obras de
rehabilitación, tenía un alcance efectivo de unos 500 m, y un alcance máximo de
1000 m.
Lo más
probable es que dicho proyectil no proceda de los combates entablados en el
sector de Boadilla del Monte durante la batalla de Brunete (julio de 1937),
sino de los que tuvieron lugar a mediados de diciembre de 1936, durante la
segunda fase de la batalla de la carretera de La Coruña, unos combates que se
alargaron durante varias jornadas y que alcanzaron una gran intensidad,
llegándose al cuerpo a cuerpo, no solo en las mismas calles de Boadilla del
Monte, sino también en el interior del palacio del Infante Don Luis. Estos
episodios han sido tratados ampliamente en este blog, pero parece una buena
ocasión para recordarlos, aunque sea brevemente.
Para ello, hay
que cambiar el seco y abrasador verano de 1937, en el que se desarrolla la
batalla de Brunete, por el gélido y húmedo invierno de 1936, cuando la División
Reforzada de Madrid, al mando del general Orgaz, se dispone a realizar un
amplio movimiento de avance por el flanco izquierdo de su dispositivo. Estamos en
los primeros días de diciembre, las fuerzas que atacan Madrid hace semanas que
han quedado frenadas en los arrabales de la ciudad. Las acciones desarrolladas
en el sector de Pozuelo para mejorar ese estancamiento han sido muy poco
efectivas y se decide actuar con contundencia varios kilómetros al oeste de la
capital. La idea principal de maniobra consiste en realizar un ataque de sur a
norte, partiendo de la línea Villaviciosa-Brunete. Sobre Boadilla del Monte van
a caer tres columnas: la de Barrón, la de Siro Alonso y la de Buruaga. La operación
se fija para el 13 de diciembre, aunque las adversas condiciones climatológicas
la retrasarán hasta el día 15.
El día 16 la Columna
Barrón desborda Boadilla del Monte por el oeste, y la de Siro Alonso por el
este, mientras la de Buruaga penetra en el pueblo, entablándose una dura lucha por
el control de sus calles y edificios. Estos combates han sido tratados en este
blog en entradas anteriores, como por ejemplo, “TRINCHERAS VACÍAS” u “OBJETIVO BOADILLA” (entre otras). Precisamente en esta última, se recogía la reseña que
sobre el asalto al palacio de Boadilla recoge Luís María de Lojendio, en su
libro “Operaciones militares de la Guerra de España, 1936-1939”, y que vuelvo a
reproducir aquí por lo ilustrativo de aquél episodio para el tema que ahora nos ocupa:
“Fuera del pueblo quedaba el castillo: una
mole imponente en la que resistía un resto de tropa de la Guardia Civil roja,
parapetada con ventaja en su fortaleza. Fue necesario avanzar al asalto como en
las grandes ocasiones. Las fuerzas del Tercio derribaron un trozo del muro del
jardín y a pecho descubierto emplazaron sus máquinas. La lucha personal, cuerpo
a cuerpo, se generalizó hasta en sus últimas instancias (…). De cuál fue la
naturaleza del encuentro que allí se libró da idea el hecho de que, al ocupar
el castillo, de sus habitaciones hubo que retirar un centenar de cadáveres
enemigos. Buena estampa representativa de los violentos combates de esta época
en el sector de Madrid.”
A tenor de
esta información (y de otras parecidas), se deduce que el palacio del Infante
don Luís (al que Lojendio se refiere como castillo) fue uno de los últimos
edificios, si no el último, que las tropas de Buruaga lograron ocuparon al
entrar en Boadilla del Monte. El esfuerzo principal corrió a cargo de fuerzas
del Tercio, que tuvieron que vencer una tenaz resistencia republicana, en la que
destacaron fuerzas de la Guardia Nacional Republicana (nombre con el que se
rebautizó a la Guardia Civil que había
permanecido leal al gobierno republicano tras la sublevación militar de julio).
El acceso al recinto palaciego se realizó abriendo brecha en sus muros y
portones. Para ello, casi con toda seguridad, los legionarios harían uso de sus
morteros ligeros, un arma característica de las fuerzas de asalto y muy
práctica y efectiva en las distancias cortas. Muy probablemente, la granada de
mortero 50 mm recientemente encontrada en las obras de rehabilitación del
palacio, y que por algún motivo no estalló (posiblemente por un fallo técnico),
proceda de aquél asalto en el que los legionarios, tras conseguir derribar
partes del muro, fueron avanzando por los jardines del palacio hasta
introducirse en el interior del edifico, donde se entabló una lucha desesperada
con sus defensores, una lucha a muerte por el control de las diferentes
estancias y plantas del palacio.
Como ya he
señalado, todo apunta a que la granada encontrada procede de aquellos combates
de diciembre de 1936, tanto por las características del artefacto, como por el
lugar en el que ha aparecido. Sea como sea, finalmente la granada estalló,
aunque eso sí, de forma controlada y setenta y siete años después de haber sido
lanzada (ver video de la detonación practicada por los TEDAX en el mismo recinto del palacio).
No es la
primera vez, ni será la última, que aparecen proyectiles de la GCE sin
explosionar. De hecho, es más frecuente de lo que mucha gente cree. Aunque
parezca mentira, más de siete décadas después, son muchas las huellas y restos
que aún permanecen de aquél conflicto. Algunas de esas huellas, aun mantienen todo su poder destructivo.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
NOTA 1
Las fotografías
que encabezan este artículo han sido obtenidas de una entrada publicada el 6 de julio en el Foro de la
asociación GEFREMA, en donde, por cierto, Guillermo Poza (Guilpomad), buen
conocedor del desarrollo de la GCE en esta zona de Madrid, ya aventuraba la
misma interpretación que aquí se ofrece sobre el origen de la granada hallada en el palacio de
Boadilla del Monte. Ver la entrada del Foro de Gefrema.
También este
verano nos enterábamos de un triste suceso: un joven de San Martín de la Vega
sufría graves lesiones al estallarle un artefacto explosivo de la GCE (ver noticia). No conocemos a la persona afectada y desconocemos los detalles de tan
trágico episodio, por lo que nos abstendremos de realizar comentarios,
valoraciones u opiniones sobre el mismo. Solamente queremos transmitir nuestro apoyo
a esta persona, a sus familiares y amigos, deseándole la más pronta y mejor de
las recuperaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario