De todos los municipios del noroeste madrileño, Las Rozas es el que, sin ninguna duda, conserva más restos y vestigios de arquitectura militar. A pesar del tiempo transcurrido y de las múltiples agresiones que este patrimonio recibe cada año, son todavía muchos los ejemplos que pueden encontrarse.
A principios de enero de 1937, Las Rozas fue escenario de duros combates. Terminada la batalla de la carretera de La Coruña, el pueblo quedó en poder de las tropas de Franco, convirtiéndose en primerísima línea de un frente que poco a poco se iría llenando de trincheras, casas fortificadas, nidos de ametralladoras, refugios y todos los elementos característicos de una guerra de posiciones.
Aunque aun se conservan interesantes vestigios, la mayor parte de las fortificaciones franquistas han desaparecido bajo la imparable expansión urbanística que vive el noroeste de Madrid desde hace ya varias décadas. Sin embargo, los restos de posiciones republicanas que aun pueden ser visitados en el término municipal de Las Rozas son numerosos y muy interesantes.
Uno de los conjuntos más importantes lo constituyen los restos de lo que fue la Línea de Detención republicana en el sector. Ya hemos hablado en diferentes momentos de esta Segunda Línea, y remitimos a los lectores y lectoras de este blog a la entrada dedicada a la Dehesa de Navalcarbón, donde nos extendíamos un poco en su análisis e interpretación. En aquella entrada, nos centrábamos principalmente en los vestigios que se conservan en ese, cada vez más agredido, entorno natural. Señalábamos también, que esas fortificaciones, debían de ponerse en relación con las todavía existentes (o ya desaparecidas) en otros puntos, tales como Las Ceudas, Fuente del Cura, Nava los Santos, El Cantizal…
En esta entrada, nos detendremos un poco en los restos que aun pueden contemplarse en Fuente del Cura y en el Arroyo de la Retorna. Las fortificaciones que aquí existen, son similares a las existentes en la Dehesa de Navalcarbón: nidos para arma automática construidos en mampostería, con cubierta abovedada (en su mayoría destruidas), planta cuadrada y frontal semicircular en el que se abren entre una y tres troneras. El tamaño de estas construcciones varía en función de que fueran empleadas para ametralladora o fusil ametrallador.
También aquí encontramos ejemplos de los nidos de ametralladoras de forma circular y construidos en hormigón, cuya planta, al contar con un tacón trasero por el que se accede al interior de la fortificación, recuerda al ojo de una cerradura. Estas construcciones, en total cuatro (dos en la Dehesa de Navalcarbón, una en Nava los Santos y otra más en Fuente del Cura, aunque éste último muy destruido), son auténticas joyas de arquitectura militar. Como sucede con todos los restos de la guerra civil existentes en Las Rozas, estos nidos se encuentran totalmente desamparados, y solo la solidez con que fueron levantados permite que aun se conserven. Desde “Proyecto Frente de Batalla” se intenta mantenerlos lo más decentes posible, recogiendo periódicamente las basuras y desperdicios que van acumulándose en su interior y alrededores.
Como ya he señalado otras veces, el Alto Mando Republicano dispuso que, en la medida de lo posible, y siempre que el terreno lo permitiera, debía de construirse una segunda línea de resistencia (Línea de Detención) a unos dos kilómetros de la Primera Línea de Fuego. Esta Segunda Línea, cuya ubicación debía ser cuidadosamente estudiada por cada jefe de sector, tenía que ser fuertemente fortificada con todos los elementos necesarios para su defensa, ya que, en caso de producirse una ruptura en la Primera Línea (algo bastante probable si el enemigo desarrollaba una ofensiva de envergadura), la Línea de Detención debía de suponer una barrera infranqueable para los atacantes.
No era necesario que esta línea permaneciera permanentemente ocupada por la tropa. Exceptuando ciertos puntos de la misma, en los que se situaban pequeñas unidades, el resto solía permanecer vacía, eso sí, con todos sus elementos (trincheras, refugios, puestos para armas automáticas, polvorines, observatorios, etc.) en perfecto estado de conservación, para hacer uso de ellos en caso de necesidad y poder ser ocupados en un tiempo máximo de quince minutos.
Lo relativamente alejada que esta línea se encontraba de las posiciones enemigas, facilitaba los trabajos de fortificación, lo que permitía desarrollar un sistema defensivo más fuerte y completo. Como es lógico, uno de los elementos que se tenían muy en cuenta a la hora de establecer esta Segunda Línea, era el terreno. Siempre que era posible, se intentaban aprovechar los accidentes naturales (ríos, arroyos, barrancos…) que, en caso de ataque enemigo, suponían un obstáculo para la Infantería, pero sobretodo, imposibilitaban el avance de los carros y de otros vehículos blindados.
El Arroyo de La Retorna cumplía a la perfección esta función. Buena parte de sus casi cinco kilómetros de recorrido (que discurren desde su nacimiento, en los Altos de la Carrascosa, hasta su desembocadura, en el Río Guadarrama), corrían en paralelo a la carretera de El Escorial, convirtiéndose así, en una especie de foso natural que complementaba eficazmente las defensas republicanas de la zona. Con los barrancos y pronunciados desniveles existentes en Fuente del Cura, ocurría algo similar. Incluso, aunque a priori no lo parezca, la propia carretera de El Escorial podía convertirse en un serio problema para las tropas atacantes, ya que, lograr atravesar una explanada despejada, sin lugares en los que protegerse y perfectamente enfilada desde lejos por un plan de fuegos bien establecido, se volvía algo realmente complicado y temerario.
Los republicanos sabrían sacar provecho de las características de este terreno, complementándolo con numerosos trabajos de fortificación que permitieron crear un sólido sistema defensivo. En realidad, esta Segunda Línea republicana quedaría sin terminar, como demuestran los últimos informes de fortificación del II Cuerpo de Ejército, en los que puede comprobarse que, apenas unos días antes del final de la guerra, las compañías de zapadores seguían trabajando intensamente en este sector. Con todo, fueron muchos los kilómetros de fortificación que se construyeron, cuyos restos, en parte, aun pueden apreciarse en diferentes puntos de Las Rozas.
Hasta la fecha, en la zona del Arroyo de la Retorna (Fuente del Cura, Nava los Santos...), he podido catalogar los restos de once fortificaciones, que van de un estado de conservación relativamente bueno, a la ruina más absoluta.
Como ya he señalado otras veces, el Alto Mando Republicano dispuso que, en la medida de lo posible, y siempre que el terreno lo permitiera, debía de construirse una segunda línea de resistencia (Línea de Detención) a unos dos kilómetros de la Primera Línea de Fuego. Esta Segunda Línea, cuya ubicación debía ser cuidadosamente estudiada por cada jefe de sector, tenía que ser fuertemente fortificada con todos los elementos necesarios para su defensa, ya que, en caso de producirse una ruptura en la Primera Línea (algo bastante probable si el enemigo desarrollaba una ofensiva de envergadura), la Línea de Detención debía de suponer una barrera infranqueable para los atacantes.
No era necesario que esta línea permaneciera permanentemente ocupada por la tropa. Exceptuando ciertos puntos de la misma, en los que se situaban pequeñas unidades, el resto solía permanecer vacía, eso sí, con todos sus elementos (trincheras, refugios, puestos para armas automáticas, polvorines, observatorios, etc.) en perfecto estado de conservación, para hacer uso de ellos en caso de necesidad y poder ser ocupados en un tiempo máximo de quince minutos.
Lo relativamente alejada que esta línea se encontraba de las posiciones enemigas, facilitaba los trabajos de fortificación, lo que permitía desarrollar un sistema defensivo más fuerte y completo. Como es lógico, uno de los elementos que se tenían muy en cuenta a la hora de establecer esta Segunda Línea, era el terreno. Siempre que era posible, se intentaban aprovechar los accidentes naturales (ríos, arroyos, barrancos…) que, en caso de ataque enemigo, suponían un obstáculo para la Infantería, pero sobretodo, imposibilitaban el avance de los carros y de otros vehículos blindados.
El Arroyo de La Retorna cumplía a la perfección esta función. Buena parte de sus casi cinco kilómetros de recorrido (que discurren desde su nacimiento, en los Altos de la Carrascosa, hasta su desembocadura, en el Río Guadarrama), corrían en paralelo a la carretera de El Escorial, convirtiéndose así, en una especie de foso natural que complementaba eficazmente las defensas republicanas de la zona. Con los barrancos y pronunciados desniveles existentes en Fuente del Cura, ocurría algo similar. Incluso, aunque a priori no lo parezca, la propia carretera de El Escorial podía convertirse en un serio problema para las tropas atacantes, ya que, lograr atravesar una explanada despejada, sin lugares en los que protegerse y perfectamente enfilada desde lejos por un plan de fuegos bien establecido, se volvía algo realmente complicado y temerario.
Los republicanos sabrían sacar provecho de las características de este terreno, complementándolo con numerosos trabajos de fortificación que permitieron crear un sólido sistema defensivo. En realidad, esta Segunda Línea republicana quedaría sin terminar, como demuestran los últimos informes de fortificación del II Cuerpo de Ejército, en los que puede comprobarse que, apenas unos días antes del final de la guerra, las compañías de zapadores seguían trabajando intensamente en este sector. Con todo, fueron muchos los kilómetros de fortificación que se construyeron, cuyos restos, en parte, aun pueden apreciarse en diferentes puntos de Las Rozas.
Hasta la fecha, en la zona del Arroyo de la Retorna (Fuente del Cura, Nava los Santos...), he podido catalogar los restos de once fortificaciones, que van de un estado de conservación relativamente bueno, a la ruina más absoluta.
Si sumamos estos restos a los existentes en la Dehesa de Navalcarbón y a los que hay en algún otro punto de Las Rozas, nos encontramos con un impresionante conjunto arqueológico y un buen fragmento, relativamente completo y bien conservado, de lo que fue la Línea de Detención, o Segunda Línea, que el II Cuerpo del Ejército Republicano construyó en el sector. Completando estas construcciones, se conservan también numerosos atrincheramientos y otras huellas bélicas, quizás menos llamativas y sugerentes que los fortines, pero igual de interesantes e importantes para conocer y poder interpretar los sistemas defensivos de Las Rozas.
Una permanente amenaza planea sobre muchos de estos restos que, año a año, van sufriendo diversas “dentelladas” urbanísticas. Sería una pena que un patrimonio que, a pesar de las décadas transcurridas desde su construcción, se ha mantenido tan completo, termine perdiéndose bajo nuevas carreteras, urbanizaciones o centros comerciales.
Una permanente amenaza planea sobre muchos de estos restos que, año a año, van sufriendo diversas “dentelladas” urbanísticas. Sería una pena que un patrimonio que, a pesar de las décadas transcurridas desde su construcción, se ha mantenido tan completo, termine perdiéndose bajo nuevas carreteras, urbanizaciones o centros comerciales.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografía 1: Nido de ametralladora construido en hormigón en Nava los Santos (JMCM)
Fotografías 2, 3 y 4: Algunas de las fortificaciones que aun existen en Fuente del Cura (JMCM)