sábado, 29 de mayo de 2010

84) Retales


RETALES

El Tiempo es una especie de enorme devorador. Un devorador de lugares, paisajes y entornos; un devorador de nombres, individuos y personajes; un devorador de hechos, sucesos y situaciones; un devorador de datos, fechas y referencias…

El Tiempo hace que todo, antes o después, termine agonizando en el abismo del Olvido, hasta que acaba desapareciendo por completo, como si nunca hubiera sucedido, como si nunca hubiera existido.

La Historia entabla una lucha desigual contra el Olvido. Una especie de constante pulso por rescatar y salvaguardar la mayor cantidad posible de información sobre el Pasado del que venimos.

El historiador o la historiadora rastrean el enorme magma de la Antigüedad (de la más lejana a la más cercana en el tiempo). Bucean en los profundos e inabarcables océanos de información a la búsqueda y captura de todo aquello que pueda resultar interesante para conocer y entender los tiempos que nos precedieron.

Para ello, existen diversas herramientas: la arqueología, la epigrafía, la numismática, la antropología, la geografía, la sociología, la archivística, la museología, la cartografía… Diferentes sistemas y métodos con los que poder enfrentarse a las que, técnicamente, se denominan fuentes historiográficas, verdadera materia prima de la Historia: fuentes documentales (documentos políticos, judiciales, económicos, militares…); iconográficas (pintura, escultura, arquitectura, fotografía…); audiovisuales (cine, TV); bibliográficas (libros, revistas, periódicos…) y un largo etcétera.

Esta labor no suele resultar sencilla. Más bien, todo lo contrario. Sobretodo requiere tiempo, no solo para localizar la información, también para procesarla, interpretarla y darla a conocer. Una información que suele aparecer fragmentada e incompleta, dejando numerosas lagunas y vacíos que imposibilitan el poder profundizar todo lo que quisiéramos en el Pasado.

Es como tratar de organizar un enorme rompecabezas, colocando piezas que van apareciendo sin orden ni concierto, lo que muchas veces obliga a deshacer todo lo anterior para volver a comenzar de nuevo.

A base de retales sueltos que, según van apareciendo, obligan a nuevas reflexiones, a nuevas interpretaciones e hipótesis. Una especie de espesa telaraña, un complicado laberinto sin principio ni fin que te lleva de un lado a otro, siguiendo pistas que se entremezclan con otras, dando paso a nuevas dudas e incógnitas que, a su vez, plantean otras preguntas y éstas, de nuevo, crean la necesidad de encontrar más respuestas.

La guerra civil española ha sido investigada desde múltiples perspectivas (políticas, sociales, militares, culturales, ideológicas…), lo que ha provocado una enorme cantidad de estudios, reflexiones y aportaciones de todo tipo. Contamos así con una amplia visión de sus antecedentes, desarrollo y posteriores consecuencias. Se ha ido formando lo que podríamos denominar una especie de “macro” Historia del conflicto que sacudió a España entre 1936 y 1939.

Dentro de esta “macro” Historia encontramos a los principales protagonistas, las grandes batallas,las fases y etapas de la guerra, las organizaciones políticas que participaron en ella, el contexto internacional en el que se desarrolló, etc.

Surge así una visión amplia y general. Imprescindible y necesaria para adentrarnos en el conocimiento de aquel trágico episodio de nuestra Historia reciente, pero que resulta poco satisfactorio a la hora de profundizar más en él. Por ejemplo, esa “macro” Historia nos habla de la Batalla de Madrid, las consiguientes “Batallas de Cerco” que la sucedieron y la posterior estabilización del frente madrileño desde los primeros meses de 1937, limitándose a señalar algunos de los episodios y personajes que se consideran más importantes y significativos.

Es una especie de HISTORIA con mayúsculas: la Historia de los grandes nombres, las fechas claves, y los lugares emblemáticos. Pero es una Historia que deja fuera una enorme cantidad de información, condenando a una importante parte de la misma al olvido y el desconocimiento.

Cuando recorro las viejas posiciones de guerra del noroeste madrileño, sus ruinas solitarias y silenciosas, reflexiono sobre estas cuestiones. Los grandes libros y estudios de la guerra civil no suelen detenerse en ellas, las ignoran, como si no existieran. Sin embargo, están ahí, integradas en el paisaje como recordatorio claro y evidente de aquella Historia.

Cuando comencé, hace ya un porrón de años, a interesarme por estos restos, comprobé, con cierta decepción, que prácticamente no existía nada de donde poder extraer información o datos sobre los mismos. A lo sumo, encontraba algunas referencias a las grandes operaciones militares que habían tenido lugar por la zona. Cuando intentaba profundizar un poco más en el material publicado sobre el desarrollo de la guerra civil en el noroeste de Madrid, más allá de batallas tales como la de la carretera de La Coruña o la de Brunete, chocaba siempre con un desesperante término: “frente estable”.

Siempre lo mismo. Todos los libros que iba encontrando hablaban de las grandes operaciones militares, pero a partir de éstas, todos ellos, al referirse al resto de la guerra civil en el noroeste madrileño, concluían con la genérica y abstracta definición de “frente estable”. Madrid se había convertido en un frente estable que, para la “macro” Historia, dejaba de tener interés. Sin embargo, para mí, el estudio y conocimiento de ese “frente estable” tenía un interés especial y primordial. Era ahí, donde se encontraban las claves para poder interpretar y entender la enorme cantidad de restos que yo iba descubriendo por la zona.

Lugares olvidados e ignorados durante muchas décadas, estaba claro que no habían sido construidos por capricho, sino respondiendo a una importante necesidad. También era evidente que en ellos habían vivido cientos de personas durante los largos y penosos meses de guerra. Unas personas, cuyas experiencias y vivencias, permanecían sumergidas en el pozo de la indiferencia.

En algún lugar tenían que quedar pistas, datos y referencias que permitiesen ir conociendo esa parte de la Historia. Una Historia, cuyos restos, tan cercanos y sugerentes me resultaban. Con el tiempo fui adentrándome en las confusas y farragosas espesuras de los documentos, a la caza de información y datos. Una cacería que, poco a poco, fue cobrándose sus piezas, localizando aquí y allá, retales de un Pasado prácticamente olvidado y desconocido.

Y así, poco a poco, comenzó a aparecer lo que realmente se ocultaba tras la genérica y pobre definición de “frente estable”: la cruda y dura realidad de una guerra de trincheras. Una guerra de posiciones en la que se habían visto inmersos miles de combatientes y que, lejos de resultar poco interesante o insulsa, aparecía atrayente y sugestiva, repleta de datos y referencias que hablaban de las duras condiciones de vida en las trincheras, de innumerables acciones de combate, de explosiones de minas y contraminas, de concienzudos y constantes trabajos de fortificación, de bajas y deserciones, de una tierra de nadie surcada por disparos y explosiones, con cadáveres abandonados durante días sin que nadie se decidiera a retirarlos… en fin, de todo lo que más de dos años de guerra pueden generar en los lugares donde dos ejércitos, muy cercanos entre sí, se pegan al terreno, hostigándose y vigilándose mutuamente.

Todas aquellas referencias no aparecían en la “macro” Historia de las grandes obras. Constituían una especie de “migajas de la Historia” que los investigadores habían ignorado. Sin embargo, a mi me parecían imprescindibles para poder contar con una visión más nítida y definida de la guerra civil en el noroeste de Madrid.

Ha sido así como, poco a poco, he podido interpretar los restos de trincheras y fortificaciones; definir las líneas de frente; descubrir los diferentes centros de resistencia; conocer las unidades que guarnecieron estos lugares; las vías de comunicación que utilizaban para abastecer sus posiciones; estudiar los puestos de mando, los observatorios, las baterías artilleras y antiaéreas; saber donde se encontraban los acantonamientos de tropa, los centros sanitarios, etc.

Pasito a pasito he podido ir adentrándome en la cruda y descarnada realidad que se vivía en las primeras líneas de fuego. Una guerra de trincheras repleta de acciones locales, de golpes de mano, de emboscadas, acciones de descubierta, fuego artillero, asaltos, minas y forcejeos. Una guerra de trincheras que se cobró cientos de bajas y dejo sus huellas materiales esparcidas por el paisaje, muchas de las cuales, aun pueden ser visitadas.

Existen multitud de vivencias, hechos, sucesos y experiencias, que nunca aparecerán en los grandes trabajos de Historia, pero que para quienes los sufrieron o protagonizaron, constituyeron algo único e imborrable. Adentrarse en todo aquello, me parece que es una forma de “humanizar” la Historia, pues, más allá del abstracto que suponen las grandes referencias genéricas, permite profundizar en multitud de elementos reales y concretos.

El estudio de esta “micro” Historia proporciona infinidad de datos sobre fechas, lugares y personas determinadas y específicas. De esta manera, en algunos casos, he podido conocer, con pelos y señales, episodios concretos. Por ejemplo: día y hora exacta de un golpe de mano; las unidades que en él participaron, el desarrollo del mismo; los nombres y apellidos de las bajas sufridas en uno y otro bando; los soldados que merecieron condecoración o mención especial por su actuación en el combate; el armamento utilizado, la munición consumida, etc.

Como es fácil imaginar, con toda esta información, visitar los escenarios bélicos se reviste de un significado especial. Por ello, parte de este intenso trabajo de investigación historiográfica, me gusta compartirlo con los lectores y lectoras de este blog, para que así, cuando visiten alguno de los numerosos restos que aun existen puedan valorarlos y entenderlos con mayor facilidad.

Y en ello continúo, a la búsqueda de los deshilachados jirones de la Historia para, a base de retales sueltos, ir confeccionando parte de un Pasado ignorado y desconocido durante mucho tiempo.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografía de JMCM.

5 comentarios:

  1. Gerion,felicidades por este maravilloso artículo. Sin duda,ésta es tu gran receta: el minucioso análisis del terreno y los pequeños datos.

    En definitiva,creo que tu aportación es digna de ser valorada por esa ''macro'' historia,muchas veces fría y poco interesada en los pequeños detalles.

    ¡Salud!

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  2. Excelente artículo Gerión. Al igual que usted son numerosos los aficionados, entre los que me incluyo, interesados en conocer esas pequeñas historias que irremediablemente se acaban entrelazando entre sí, llegando a componer en muchas ocasiones una Historia mucho más interesante para el buen aficionado, que la Historia de los grandes nombres como usted menciona.

    Le recuerdo que permanece usted en deuda con la afición, que espera ansiosa esas prometidas investigaciones sobre la enigmática figura de un torero navarro muerto en el Frente de Madrid. Son tantas la incógnitas y matices que se esconden tras ese personaje, que estamos seguros acabaran abriendo nuevas puertas y planteando un buen número de nuevas preguntas. Se promete una interesante lidia, que tratándose de un diestro de su categoría, estamos seguros acabará en clamoroso triunfo.

    Un cordial saludo.
    Florentino Areneros.

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  3. ¡Que agradable sorpresa!

    Mariscal Chuikov, es un placer volver a verle por este blog. Sus palabras son muy amables. Me consta que de Historia (la “macro” y la “micro”) usted entiende algo. Por ello, su comentario me resulta especialmente grato. Me alegra mucho que los contenidos de este humilde blog le sigan resultando interesantes.

    En cuanto a usted, admirado don Florentino Areneros, su presencia en este blog es todo un honor para mí. Con respecto a su invitación para investigar sobre la persona de ese enigmático y malogrado torero de Tafalla, muerto en el frente de Madrid, el cual ya ha sido mencionado (si bien de forma indirecta) en este blog, le diré que, como usted bien sabe, la faena no es nada sencilla.

    Siempre he creído que para esta lidia usted es la persona más apropiada. Con todo, quizás algún día, me decida a escribir alguna cosa sobre nuestro oficial de las “Milicias Taurinas”, cuya muerte (según ciertas versiones) bien se pudo haber producido en el sector de Pozuelo-Humera. No prometo nada, pues son muchos los frentes a cubrir y es difícil abarcarlos todos.

    En fin, muchas gracias y un saludo a los dos.

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  4. El honor es mio al tener la posibilidad de poder disfrutar de los extensos conocimientos que usted generosamente comparte con sus lectores, donde además se le permite a uno incluso la posibilidad de saltar a la arena a bregar, como estoy haciendo en estos momentos.

    En cuanto a la figura del diestro de Tafalla, sepa usted que tiene a su disposición todo el archivo tanto gráfico como documental de esta redacción, así como los modestos saberes de este plumilla que suscribe para llevar a buen término su investigación. Desgraciadamente son escasas las posibilidades que dispongo actualmente para llevar a cabo un trabajo de campo en archivos y hemerotecas, necesario para resolver el enigma que plantea este personaje. Sus minuciosos y detallados conocimientos tanto de la zona, como de las unidades que participaron, así como de los diferentes episodios acaecidos en esas fechas le convierten, amigo Gerión, en la persona indicada para desarrollar tan ingente tarea, en la que insisto, puede usted contar con todo mi apoyo y colaboración.

    Florentino Areneros.

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  5. Estimado Florentino Areneros. Sus palabras me honran y abruman.

    En estos momentos me estoy preparando para enfrentarme a las duras pruebas y difíciles juicios pre-estivales con los que los sumos sacerdotes de la Musa Clío acostumbran a torturar a los novicios de este antiguo y poco valorado culto. Esta circunstancia, sumada a los farragosos compromisos laborales, limita al máximo mi margen de maniobra para las próximas semanas.

    Por otra parte, en la temporada veraniega, apadrinado por dos conocidos suyos: J. M. A. (Puntilloso en los círculos “taurinos”) y J. G. F (alias, el Hemigway de Rivas) me voy a ver inmerso en un importante compromiso del que se informará a su debido tiempo, pero que estoy seguro contará con su aprobación y será del agrado de toda la buena afición.

    Lamentablemente, el diestro de Tafalla va a tener que esperar un poco, pero partiendo la invitación de alguien de su categoría, y ante la fe que muestra hacia mi modesto trabajo, recojo el guante lanzado e intentaré, en la medida de mis posibilidades, seguir el rastro de nuestro personaje.

    No prometo nada, e insisto en que la cosa tendrá que esperar un poco. La misión es difícil y requiere tiempo, pero, llegado el momento, se hará lo que se pueda. Con su ayuda y colaboración, todo resultará más cómodo y sencillo.

    Mientras tanto, reciba un cordial saludo.

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