BOMBAS PSICOLÓGICAS
Hace ya algún tiempo, en este blog, escribíamos un artículo sobre la importancia que en la guerra de trincheras tuvo la propaganda dirigida al enemigo (ver apartado "GUERRA DE PROPAGANDA").
En ese artículo señalábamos como la proximidad a la que muchas veces se encontraban las posiciones de los unos y los otros, y el hecho de hablar un mismo idioma, provocó, desde el principio de la contienda, un espontáneo intercambio de insultos, provocaciones, amenazas y pequeños sermones políticos con los que se intentaba influir en la moral del adversario.
Muy pronto, los mandos de cada Ejército, conscientes de que la moral de la tropa constituye un elemento fundamental para el combatiente, comenzaron a organizar de manera oficial sus propios servicios de propaganda y contrapropaganda. Con ello, se pretendía, tanto fortalecer psicológicamente a sus unidades, como influir negativamente en el espíritu del adversario.
Cada brigada republicana o regimiento nacional contó con su propia sección de información y propaganda. Estas unidades daban formación ideológica a los soldados, intentando mantener su moral alta, reforzando así, la “voluntad de vencer”. También se preocupaban de la propaganda lanzada por el enemigo, y de los efectos que ésta podía tener sobre la tropa. Todos los días, junto a los partes de novedades, los estadillos de bajas y las estadísticas del consumo de munición, se elaboraba un informe con la propaganda emitida por el enemigo. En él, se daba cuenta de todo lo que se había recibido desde las posiciones contrarias, tanto de forma oral (a viva voz o a través de megafonía) como escrita (panfletos, volatinas, etc.).
La lectura de estos partes resulta muy curiosa, porque en ellos se recogen las controversias y discusiones que se vivían en las primeras líneas de fuego: acusaciones, eslóganes políticos, informaciones de otros frentes, bulos, etc. Algunas de esas polémicas se podían alargar durante varios días (especialmente cuando trataban sobre las batallas importantes que se estaban desarrollando en otra zona) y, en algunos frentes, fue frecuente también la aparición de lo que podríamos denominar como “estrellas mediáticas”, es decir, oradores que terminaron alcanzando cierto prestigio, tanto en sus filas, como en las del enemigo, que llegaba a reclamar su intervención cuando éste faltaba.
Como es lógico, fueron muy frecuentes también los duelos dialécticos en los que dos oradores enemigos se enfrentaban verbalmente, manteniendo un intenso pulso de réplicas y contrarréplicas que la tropa seguía con atención e interés, viendo quien era capaz de manejar mejor sus argumentos y terminar desmontando los del contrario, lo que suponía una especie de pequeña victoria moral que se celebraba como si se hubiera ocupado una nueva posición.
Junto a este tipo de propaganda verbal, se utilizaba la propaganda escrita. Cientos de panfletos lanzados sobre las líneas enemigas por medio del vuelo bajo de los aviones o, más frecuentemente, por cohetes y proyectiles artilleros que, al hacer explosión, soltaban una intensa lluvia de papeles impresos. Hace poco, he dado con un pequeño surtido de este tipo de propaganda. Se trata de una serie de volatinas republicanas lanzadas contra las posiciones nacionales de la Cuesta de las Perdices en julio de 1937. Algunos de estos panfletos fueron recogidos por la sección de propaganda del sector e incluidos en uno de los informes de la 5ª Bandera de la Legión, desplegada en la zona en aquel momento.
Lo primero que llama la atención de esta documentación, es que se elaboraban panfletos específicos para cada tipo de soldado: campesinos, falangistas, requetes, legionarios, regulares… Una especie de “propaganda a la carta”. En ellos se incidía en los temas que potencialmente más podían influir en la moral de cada tipo de combatiente. Por ejemplo, en una volatina dirigida a los campesinos puede leerse.
¡CAMPESINOS! La República ha expropiado al terrateniente de la tierra que explotaba con tu sudor. El Gobierno de la República ha hecho entrega de esa misma tierra al trabajador que la cultiva.
Se ayuda a cultivarla con auxilios en dinero y semillas. Campesino: ¿Es tuya la tierra que cultivas?
Tu amo de siempre te paga por trabajarla un jornal de hambre. No siegues el grano que ha de engordar al que te explota.
A los requetes y falangistas se les habla de la invasión extranjera (italianos, alemanes, moros) que han venido a combatir a España para hacerse con sus riquezas. A la Legión se les recuerda que todos son españoles, y que luchar en contra de la República significa luchar en contra de sus propios intereses, en contra de España y en contra del pueblo, animándoles a disparar contra sus oficiales y pasarse a las filas republicanas.
Los panfletos dirigidos a los norteafricanos están escritos en árabe y, suponiendo que muchos no sabrían leer, incluyen ilustraciones con las que se les invita a volverse a su tierra. Uno de los dibujos representa lo bien que podría estar en su casa: sonriente, fumando de una shisha y tomándose tranquilamente un té moruno; el otro reproduce lo que les espera a los que vienen a luchar a España: la muerte.
También se lanzaba propaganda genérica, como para “todos los públicos”:
“Napoleón llegó a tomar Madrid y fue derrotado por el pueblo español.
Hitler y Mussolini no han tomado Madrid ni lo tomarán.
El Pueblo que lucha por su independencia, por su Pan y su Libertad, aplastará a los invasores y a los traidores que les han abierto las puertas de la Patria.
¡Obreros, campesinos, empleados, militares!: Pensad de que lado está vuestro deber de españoles.
Uníos a las fuerzas de la República o ayudad desde ahí al Ejército Popular."
La fecha en que esta propaganda es lanzada sobre las líneas nacionales, julio de 1937, coincide con la ofensiva republicana de Brunete, por ello, tampoco faltan volatinas centradas en este tema. Dos ejemplos:
¡SOLDADOS DE FRANCO! Las fuerzas leales a la República han conquistado Brunete, Villanueva de la Cañada, Romanillos, Los Llanos, El Mosquito, Quijorna y otras posiciones importantes cerca de Madrid.
Las posiciones liberadas han recibido a las tropas con júbilo. Los prisioneros son tratados con cariño, y los evadidos ya luchan valientemente a nuestro lado.
La ofensiva continúa con arrojo. ¡Terminará sólo con el aplastamiento de los traidores y de los invasores extranjeros!
¡No disparéis! ¡Pasad a nuestro lado! ¡Viva la república!
…
¡ESPAÑOLES! A pesar de las mentiras de vuestros generales traidores, la bandera de la España libre y republicana esta bien pintada en Brunete, Quijorna, Villanueva de la Cañada, Villanueva del Pardillo y en el Castillo de Vilafranca.
¡Más de mil prisioneros cogidos, enorme material de guerra conquistado! ¡Nuestra aviación ha derribado en cuatro días de combate en el cielo de Madrid, cincuenta y seis aeroplanos rebeldes!
Nuestra ofensiva continúa, y no pasarán muchos días en que las tropas de Franco que están en los frentes de Madrid, acosadas por todos lados, estarán obligadas a rendirse o morir (…)
¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA REPÚBLICA!
El efecto que este tipo de propaganda podía tener en la moral de la tropa es difícil de precisar. En general, sería poco, pero no debe subestimarse del todo su efectividad. Una guerra civil resulta especialmente complicada a la hora de definir claramente al enemigo. A mucha gente, el estallido de la guerra le sorprendió en la zona equivocada. Otros, fueron obligados a integrarse en alguno de los dos ejércitos. Muchos, carecían del suficiente estímulo ideológico como para permanecer indefinidamente en las inmundas y peligrosas trincheras del frente madrileño.
Los desertores y evadidos estaban a la orden del día. Leyendo los informes de las diferentes unidades comprobamos como fue bastante habitual que soldados de uno y otro ejército se pasaran a las líneas enemigas, algunas veces, con equipo y documentación.
Fuera como fuese, lo cierto es que a lo largo de la guerra civil se dio una enorme importancia a la propaganda (se calcula que fueron arojados 130 millones de octavillas). Los combatientes de primera línea, además de recibir raciones diarias de plomo y metralla, tenían que aguantar las dosis de propaganda que cotidianamente lanzaba el enemigo. Con ella, se intentaba rebajar, debilitar y destruir la moral de la tropa, creando dudas, fomentando descontentos y generando temores y desconfianzas.
Bombas psicológicas que al estallar soltaban su carga de panfletos y volatinas. Una carga que el viento iba expandiendo entre las alambradas, parapetos y trincheras del triste frente madrileño.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografías: Algunos ejemplos de las volatinas republicanas lanzadas sobre posiciones nacionales (AGMA).
Documentación procedente del AGMA.
Documentación procedente del AGMA.
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