Uno de los elementos más
característicos de la guerra de trincheras fue el saco terrero, con el que se
levantaban parapetos y se reforzaban y revestían los paramentos y cubiertas de las
fortificaciones, tal y como podemos apreciar en múltiples fotografías y grabaciones
de época.
Estos sacos estaban
confeccionados con un grueso y áspero material textil, fabricado a base de estopa, normalmente de
cáñamo o lino, llamado arpillera, por lo que eran fáciles de transportar en
grandes cantidades para ser rellenados con tierra en los mismos lugares en los
que se estaba fortificando, permitiendo construir con ellos, de manera
económica, rápida y sencilla, multitud de estructuras defensivas de gran eficacia
frente a las balas y la metralla del enemigo.
Como es lógico, al tratarse de
un tejido a base de fibras vegetales, la arpillera soporta muy mal los
elementos erosivos y tiende a desaparecer por completo pasado un tiempo. Por
tanto, salvo circunstancias muy excepcionales, rara vez aparecen vestigios de
estas piezas hoy en día.
Pero resulta que estos sacos eran empleados también para el transporte de materiales de
construcción, tales como el yeso, la cal, el cemento o la grava, algunos de los
cuales, al entrar en contacto con el agua, se endurecen. Por ello, no es del
todo extraño que, al visitar o excavar arqueológicamente una posición de la
Guerra Civil, entre los materiales que pueden aparecer, nos topemos con bloques
solidificados de cemento, mortero o cal con la forma de los sacos que los
contenían, apreciándose en muchos de ellos la característica impronta dejada
por la arpillera.
En algunos casos se trataría de sacos que quedaron olvidados o abandonados, siendo la lluvia y la humedad la responsable de su endurecimiento. En otros, quizás se buscó intencionadamente ese resultado. De cualquier manera, pasado el tiempo la arpillera que había actuado de molde desapareció, pero nos quedó su evidencia en estos bloques petrificados que, de otra manera, solo podríamos imaginarnos a través de lo que vemos en las antiguas imágenes o leemos en los documentos históricos.