CARLOS HIPÓLITO SERRANO, ALCALDE DE VILLANUEVA DEL PARDILLO
Hace algunos meses, escribíamos
en este blog un artículo titulado “CONTROL DE CARRETERAS”. En aquél artículo
veíamos como la sublevación militar de julio de 1936, entre otras cosas, había
supuesto un colapso para la autoridad del Gobierno de la República, el cual, se
vio desbordado por la iniciativa popular que se vivía en las calles de
numerosos pueblos y ciudades, provocando un vacío de poder que, en muchos lugares,
fue ocupado por nuevas fórmulas políticas, sociales y económicas de tipo
revolucionario.
Durante los primeros meses de
guerra, en los pueblos del noroeste madrileño, al igual que sucedía en otros
muchos lugares de la zona republicana, surgieron un sinfín de comités,
consejos, juntas y otros organismos que asumieron el control de la situación en
sus respectivas áreas.
En general, estos comités locales
estaban formados por las diferentes fuerzas políticas y sindicales con
representación en el municipio y se articularon en torno a los propios
ayuntamientos existentes en el momento de la sublevación militar, la inmensa
mayoría de los cuales, estaban formados por representantes de organizaciones
afines al Frente Popular.
Como ya indicábamos en aquél artículo:
“Fueron estos comités locales los que en sus respectivos términos
municipales procedieron a las incautaciones de fincas, edificios, vehículos y
otras propiedades; los que se encargaron del abastecimiento y la distribución
de bienes y alimentos; los que atendieron a las poblaciones evacuadas de zonas
de combates; los que procuraron asegurar los
servicios; organizaron las labores agrícolas y ganaderas; intentaron colaborar y dar apoyo en todo lo
necesario a las columnas de milicianos que combatían en la Sierra, etc., etc.,
etc.
Los comités locales asumieron también las labores de orden público en
sus respectivos pueblos, practicando detenciones, registros e incautaciones, o
colaborando con los diferentes organismos que realizaban estas actuaciones,
aunque también hay que decir que, en no pocas ocasiones, intentaron oponerse a
ellas. Fueron estos comités locales los que dentro de sus posibilidades se
enfrentaron a los numerosos grupos de incontrolados que en aquellas primeras
jornadas de guerra actuaron a su libre albedrío por los pueblos de la
provincia. También es verdad que otras veces hicieron la vista gorda o
consintieron abusos y tropelías.”
Muchas veces, estos comités locales
estuvieron encabezados por las autoridades municipales, más o menos
mediatizadas y condicionadas por las presiones que constantemente recibían de
diferentes grupos, tanto del pueblo, como de fuera del mismo. Los primeros
meses de guerra (el periodo que va de julio a octubre de 1936) fueron
extremadamente complicados y confusos, y aunque puede hablarse de unas pautas generales,
lo cierto es que cada municipio constituyó un caso aparte que debe de ser
estudiado y analizado por separado.
La violencia, extendida de forma
incontrolada por todo el país, tuvo su reflejo también en los pueblos
madrileños. En muchos lugares, las personas que ocupaban cargos de
responsabilidad no quisieron, no supieron o no pudieron evitar esa violencia,
produciéndose multitud de lamentables y trágicos episodios. Sin embargo, en
otros lugares, algunos de aquellos responsables políticos, muchas veces
asumiendo grandes riesgos, quisieron, supieron y pudieron poner coto a los
abusos, tropelías, atropellos, desmanes y brutalidades que el contexto de
guerra alentaba y generalizaba.
Entre estas personas que, dentro
de las enormes complicaciones del momento que les tocó vivir, intentaron
mantener la serenidad y asumieron un compromiso de respeto hacia la vida y la
integridad física de las personas, independientemente de sus ideas políticas, parece
encontrarse Carlos Hipólito Serrano, alcalde de Villanueva del Pardillo en el
momento de estallar la guerra.
Poco se sabe de la vida de esta
persona. No se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento, que se sitúa
entre 1904 y 1905, y no he sido capaz de localizar el año de su fallecimiento,
que posiblemente aconteció en Valencia pocos años después de terminada la
guerra. Sí se sabe que este pardillano fue labrador de profesión, militante de
la UGT y, entre el 14 de mayo y el 3 de octubre de 1936, alcalde de Villanueva
del Pardillo por la formación política Izquierda Republicana.
Según el “Diccionario Biográfico del Socialismo Español” (Fundación Pablo Iglesias), desde octubre de 1936,
Carlos Hipólito Serrano “se incorporó al
Cuerpo de Seguridad siendo destinado al 7º Cuerpo de Asalto donde permaneció
hasta julio de 1937 que marchó al 31 Grupo donde continuó hasta marzo de 1939.
Finalizada la guerra civil fue detenido resultando absuelto en Consejo de
Guerra celebrado en Madrid el 5 de febrero de 1940 aunque quedó a disposición
de la Inspección de Campos de Concentración. Estuvo internado en la prisión de
Cisne hasta que ingresó en el Depósito de Prisioneros de Unamuno (Madrid) el 6
de marzo de 1940.”
De la actuación de Carlos
Hipólito Serrano en defensa de la vida de sus convecinos en los meses que
ejerció como alcalde de Villanueva del Pardillo, da fe la carta escrita y
firmada una vez finalizada la contienda por 43 vecinos del pueblo, entre los
que se encontraban el propio alcalde y el secretario del nuevo ayuntamiento
franquista (Demetrio Serrano e Ignacio Rubio), y que fue enviada al Gobierno de
Franco en noviembre de 1939 solicitando la liberación de su antiguo alcalde.
Teniendo en cuenta que dicha carta
fue escrita a finales de 1939 (uno de los periodos en los que la represión del
nuevo régimen franquista fue más masiva e intensa), que fue firmada por más de
40 de los 237 vecinos que pudieron regresar al pueblo al finalizar la guerra
(al iniciarse el conflicto Villanueva del Pardillo tenía unos 600 vecinos), que
entre los firmantes se encontraban las nuevas autoridades municipales, y que el
exalcalde republicano fue finalmente absuelto de la pena capital en el Consejo
de Guerra celebrado contra él, el 5 de febrero de 1940, en Madrid (aunque sería
condenado a cumplir pena en el penal de Miranda del Ebro y en un batallón disciplinario
de trabajos forzados), cabría suponer que, efectivamente, Carlos Hipólito
Serrano, en la medida de sus posibilidades, evitó el derramamiento de sangre en
el pueblo del que era alcalde y se enfrentó a los grupos de incontrolados (y no
tan incontrolados) que en aquellas dramáticas jornadas pasaron por Villanueva
del Pardillo.
A continuación, reproducimos el
contenido de la carta en defensa del exalcalde para que cada uno saque sus
propias conclusiones:
CARTA A FAVOR DE CARLOS
HIPÓLITO, ENVIADA AL GOBIERNO EL 28-11-1939
"Sabido es, por todos los que vivimos aquellos momentos, el
peligro que corría, por cualquier pueblo de la zona dominada por el Gobierno
rojo, toda persona que tuviera significación de derechas o estuviera
considerada como católica, no solo por las organizaciones de los pueblos, sino
por las hordas, que de otros pueblos y de la Capital, pasaban constantemente en
coches, con los fusiles asomando por las ventanillas de los mismos. En estos
apurados momentos y siendo alcalde de este pueblo, el detenido Carlos Hipólito
Serrano, que aunque por sus ideas estaba sumado a la causa roja, demostró,
antes y durante el Movimiento, tener buen corazón y buenos sentimientos; supo
imponerse, en tan terribles momentos, a cuantas insinuaciones de los que
pasaban en opulentos coches, buscando víctimas, preguntando si había personas
de derechas en aquel pueblo. En todo momento se le vio decidido, no solo a
evitar derramamiento de sangre de cualquier persona del término, sino a que
fuera detenida ni una sola de ellas. A tal objeto, y entre otras medidas,
advirtió a las mujeres, que según costumbre, se reunían a coser en corrillos, a
las puertas de sus casas que tuvieran mucho cuidado con la lengua, que si los
que pasaban en los coches preguntaban por las personas de derechas del pueblo,
les enviasen al Ayuntamiento donde les informarían de lo que preguntaban. En
otras ocasiones se le oyó decir que antes de sacar a cualquier persona del
pueblo, tendrían que sacar su cadáver arrastrado, pues no lo consentiría en lo
que tuviera vida.
Gracias a estas medidas y las energías, con que despachaba a cuantos
extraños trataban de mezclarse en asuntos del pueblo contamos hoy, los que
suscribimos con nuestros padres, maridos, hijos o hermanos.
Por todo ello, a V. S. suplicamos que sean tenidas en consideración
estas manifestaciones que pueden atestiguar todas las personas de orden del
pueblo, y dentro de las normas de Justicia, que V. S. con tanta rectitud
observa, haga que puedan servir de paliativo en el sumario de referencia, pues
en circunstancias tales, contadísimas personas de las que figuraban a la cabeza
de los pueblos, han tenido un comportamiento semejante.
Villanueva del Pardillo, 28 de noviembre de 1939. Año de la
Victoria"
Documentos del Ayuntamiento de Villanueva del Pardillo fechados en marzo de 1940, informando de las pesquisas seguidas para conocer el paradero de Carlos Hipólito (AHN).
El nombre de Carlos Hipólito
Serrano, que como el de tantas otras personas que vivieron y sufrieron la
tragedia de la guerra civil, permanecía prácticamente olvidado en las sombras
del pasado, ha vuelto a aparecer en los últimos tiempos a raíz de una polémica
surgida en el Ayuntamiento de Villanueva del Pardillo entre el equipo de
gobierno y algunos grupos de la oposición. La polémica, similar a la vivida en
infinidad de municipios españoles desde el final del régimen franquista, pero
muy especialmente, desde la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, que
obliga a la retirada de los símbolos relacionados con la dictadura de los
espacios y edificios públicos, ha generado cierta controversia que los
interesados pueden seguir a través de la prensa (pinchar aquí), y que puede
resumirse en la propuesta de homenajear al que fuera alcalde republicano
dedicándole el nombre de una de las calles del municipio pardillano. El asunto,
polémico de por sí (ya sabemos lo que cuesta en este país este tipo de cosas),
se complica aún más porque la calle propuesta para dedicar a Carlos Hipólito no
sería una de las futuras vías que puedan construirse en el pueblo, sino una de
las ya existentes y que, desde que la población fuese reconstruida tras la
guerra por el Organismo de Regiones Devastadas, ostenta el nombre de
García-Morato (1904-1939), as de la aviación franquista durante la guerra
civil.
Joaquín García-Morato, piloto del ejército franquista al que está dedicada una calle
en Villanueva del Pardillo.
No es la única calle con claras reminiscencias al bando vencedor en Villanueva del Pardillo, donde, por ejemplo, existe una calle dedicada al general Mola y otra que lleva el nombre de Los Mártires (no hace falta aclarar a que “mártires” se refiere). Tampoco Villanueva del Pardillo es una excepción en este aspecto, cualquiera que se dé un paseo por otros pueblos de la zona, como Brunete, Villanueva de la Cañada, Quijorna o Boadilla del Monte, podrá toparse con un buen número de calles, plazas y monumentos dedicados a personalidades, episodios y unidades militares vinculadas a la sublevación y el régimen franquista.
Este tipo de polémicas se han
convertido en un tema recurrente en los plenos municipales de muchas
localidades españolas y la cuestión parece estar muy lejos de solucionarse. En
todo ello se entremezclan una consciente falta de voluntad política, un amplio
desconocimiento de la historia de los municipios, y una generalizada pasividad por
buena parte de las poblaciones locales, que acostumbran a mostrar un nulo
interés por todo lo relacionado con el pasado, el presente y el futuro de los
espacios, entornos y paisajes por los que cotidianamente se mueven.
En este blog no tenemos la solución al problema, y no entraremos en una polémica cuya forma de ser tratada y presentada nos hastía y deprime. Pero en nuestro empeño de rastrear el pasado de nuestros municipios, y conocer su historia para poder comprender mejor nuestro presente, nos ha parecido interesante recuperar el nombre de Carlos Hipólito Serrano, alcalde republicano de Villanueva del Pardillo en 1936 que, por lo que parece, fue capaz de mantener una comprometida y valiente postura moral y humana en medio de la locura de aquellos terribles días de 1936.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ